Capítulo 9

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Jennie ingresó al portal y apareció en la entrada del edificio. Contoneó las caderas al caminar mientras guiñaba a los demonios y ángeles que la veían, era gracioso obtener diferentes reacciones por parte de los demonios y ángeles, los demonios le sonreían pícaros y le invitaban a "divertirse" en la noche, por otro lado los ángeles apartaban la mirada con expresiones de extrañeza, pero si había aprendió algo de Jisoo a través de los años era analizar los ojos de las criaturas, y los ojos de los ángeles eran puros, demasiado puros para su gusto, incluso ella que es un demonio no la veían con perversión, hasta cierto punto sentía que la respetaban en ese sentido.

Era algo nuevo y raro para ella, pero eso no le detendría en seguir incordiando a los seres de los cielos, claro que no. Siguió con su camino y se topó con el ángel rubio que al igual que ella se dirigía al salón de clases.

Justo a tiempo, Manobal, se fue aproximando hacia ella.

—Hey, Manobal, tengo una duda sobre los ángeles—la pelinegra se interpuso en su camino.

—¿Qué quieres, Kim?—arrugó la cara.

—Cálmate, solo quería preguntar algo. Pensé que los ángeles eran más amistosos al ser subordinados de Dios.

Lisa tomó una gran bocanada de aire, no tenía sentido enojarse tan temprano por un demonio como Kim Jennie, no iba a dejar que ella arruine su mañana.

—¿Cuál es tu pregunta, Kim?—habló con el tono más amable que pudo, aunque le había costado.

—Wow, así es como deben ser los ángeles—se rio—. Yo les hice una pequeña preguntita anteriormente—se acercó con una sonrisa pícara. Lisa no perdió ningún movimiento—, ¿ustedes al gemir suena como el arpa o trompetas?—terminó susurrando en su oreja.

—¡A ti que te importa, demonio mugriento!

Las venas del cuello se marcaron y ser marchó echa una fiera. ¿Cómo pudo ser tan idiota y creer que Kim Jennie tenía una duda genuina? Su pensamiento en no permitir que esa demonio no le arruinara la mañana se había ido volando como su serenidad.

Jennie se partió de risa, en serio no podía creer que el ángel rubio se alterara con una pregunta tan simplona, por Satán ni siquiera era algo grave o algo por lo que debía molestarse. Los ángeles sí que no tienen paciencia, corrección, Manobal no tiene paciencia porque al comparar su actitud con sus compañeros alados era claro que ellos si actuaban acorde a su raza, hacían caso omiso a sus burlas con palabras filosas y otros incluso abogaron por su pecadora alma, pero ninguno reaccionó como Manobal al irse echando humo por las orejas, era un ángel singular.

Molestar a Manobal, listo. Misión cumplida, ahora estaba segura que su buen estado de ánimo no cambiaría por nada.

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Lisa accedió al salón de clases con un aura peligrosa que incluso todos los presentes de percataron. Se fue a sentar junto con sus amigas.

—Lisa, ¿qué pasó?—preguntó Rosé acariciando su mano.

—La idiota de Kim Jennie, eso pasó.

Sus amigas se vieron entre sí y decidieron que era mejor no decir nada hasta que el temperamento de la rubia bajé a sus niveles normales y ella, por supuesto, les agradeció en silencio.

Se recargó en su asiento con la intención de estar más cómoda, pero su comodidad se vio interrumpida a notar como el demonio que la molestó momentos atrás ingresó por el umbral de la puerta campante, tan solo ver su rostro con su sonrisa atrevida hizo que el enojó volviera a ella y más cuando sus ojos se encontraron y le regaló una mirada seductora, ¿quién se creía para tomarse tales confianzas con su persona? Resopló de mala gana y decidió ignorarla, pero para su buena suerte las profesoras llegaron.

—Bien, ayer hablamos de La Casa de la Soberbia, ¿alguna pregunta?—inquirió Seulgi sonriente—. Adelante señorita Minatozaki.

—Dijeron que La Casa de la Soberbia es la primera casa infernal, eso significa que es la más poderosa, ¿verdad?

Rosé estuvo a punto de besarle el cerebro a Sana, sería capaz de conocer más de la casa de Jisoo y eso le alegraba mucho. Su felicidad no pasó desapercibida para Nayeon, se percató que las alas de la pelirosa se movieron alegres.

Moonbyul con una sonrisa ladina se acercó aquella ángel y posó su mano en el escrito, de pronto Sana se encogió en su lugar.

—Me halaga que piense así de mí casa, Minatozaki, solo por eso explicaré con detalle todo lo que quiera saber—Sana se perdió en sus ojos grises.

—Moonbyul, más te vale que no estés haciendo lo que creo que estás haciendo—advirtió Yongsun con una mueca indescifrable.

—No hice nada—alzó las manos de forma inocente—, Yongsun es un pecado difamar, ¿sabes?

El arcángel no respondió y mantuvo su mirada fija en Moonbyul, lo más interesante es que no necesitaron palabras para comunicarse, sus ojos lo transmitieron todo y únicamente tres presencias se percataron de dicha conexión, quiénes por amor a su vida mantuvieron sus labios sellados.

—Antes eras más divertida. Como ya saben, las siete casas infernales son las encargadas de custodiar a los pecadores y castigarlos despendiendo el pecado que hayan cometido—caminó nuevamente al centro—, La Casa de la Soberbia es poderosa, pero también nos manejamos por antigüedad, en este caso yo—se señaló—, aparecí primero que la Lujuria, e indiscutiblemente, la soberbia es la reina y madre de todos los vicios—sonrió con suficiencia—. ¿Saben por qué?

Los ángeles se vieron y ninguno supo la respuesta por más que lo pensaran, ni siquiera la brillante mente de Nayeon supo responder aquella pregunta.

—Sencillo, porque en realidad el primer pecado del mundo no fue el de Adán y Eva como muchos creen, sino el del Diablo contra su Dios al querer ser su igual y no reconocerlo como su Señor—hizo una pausa para más suspenso—. Así es, el primer pecado fue la soberbia, no lo olviden, de ahí se derivan todos. Porque incluso ustedes posen el orgullo de ser ángeles.

Jisoo sonrió orgullosa al escuchar como su princesa hablaba de su casa con grandeza y no era para menos, solo unos cuantos escogidos eran dignos de regocijarse de tal prestigio al ser miembro de la Soberbia. En su sangre sintió qué debía presumir a los ángeles de su evidente superioridad, así que giró la cabeza, pero su propósito se vio entorpecido al ver un ángel de cabello rosa con la boca abierta de la impresión, parecía que la mandíbula iba a tocar el suelo. No lo pensó demasiado al oír golpeteos en la puerta.

—Pasen—dijo Seulgi.

Al salón ingresaron dos ángeles y dos demonios.

—Olvidé que iban a venir—de los labios de Joohyun salió una risita—. Queridos, ellas serán sus nuevas compañeras, así que digan sus nombres.

—Soy Chou Tzuyu—su garganta vibró en un tono oscuro.

—Soy Jeon Somi—era una chica alta que los vio de arriba hacia abajo.

—Un gusto, me llamo Myoui Mina—saludó alegre.

—Encantada con todos, mi nombre es Park Jihyo—les enseñó una sonrisa maternal.

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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora