Capítulo 15

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Jennie caminó por el infierno hasta llegar a un lugar que conocía muy bien, el Quinto Círculo. Su clase terminó temprano por unos asuntos que sus profesoras prefirieron omitir, pero fue perfecto para ella ya que no ha podido descansar como se debe por castigar a un tumulto de pecadores lujuriosos que llegaron al morir por un incendio en un prostíbulo.

En vez de venirse se fueron, sonrió malévola.

Arribó al Quinto Círculo y se dirigió a la zona de la Pereza puesto que este Círculo en especial comparte sitio con la Ira, de todos los Círculos, el Quinto es el único en compartir con otro pecado.

Accedió a un edificio grande y un demonio la atendió.

—Quiero el paquete "sueño infernal"—le extendió el dinero.

—Perfecto, por aquí señorita—el demonio le guío a través de los pasillos.

—Jennie, no es común verte por aquí—Jeongyeon se fregó el ojo—. Yo la guío desde aquí—el empleado se fue después de inclinarse y decirle el paquete que había pagado.

—Digamos que no he dormido y mi Círculo ofrece otros servicios—elevó los labios pícara.

—Y que servicios—bostezó—, puta madre que sueño. No me gusta trabajar.

—Debo admitir que La Casa de la Pereza a pesar de ser todos holgazanes manejan muy bien toda la zona hotelera, es alucinante.

—Ni yo misma sé como toda esta mierda aun no se viene abajo. Bueno Jennie, llegamos. Nos vemos en clase—Jeongyeon se fue con pasos lentos y con los párpados pesados.

Ingresó a la habitación con un agradable aroma a madera, se despojó de su vestimenta y quedó en ropa interior, se abalanzó a la cama que estaba perfecta para dormir eternamente si era posible. El suave colchón se ajustaba a su cuerpo, la almohada tenía el relleno justo y ningún sonido podía perturbarla, y lo mejor de todo es que al despertar le esperaba un relajante masaje con los productos más finos y selectos.

El sueño se iba apoderando cada vez más, pero un fugaz recuerdo le vino a la mente.

Eres un ángel muy ridículo, Manobal.

Se rio en lo bajito y sus labios se curvaron de forma maliciosa. Sin darse cuenta cayó rendida al mundo de los sueños, esa noche soñaría con Manobal cayéndose de cara contra el fango.

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—Cuenta, cuenta, Lisa, ¿cómo te fue con Jennie?—preguntó curiosa Rosé eligiendo varios postres. Ese día no pudieron charlar al tener que cumplir sus obligaciones.

—Es una... ash—bufó—. Se burló de mí solo por decir que...—se calló de inmediato y sus mejillas se tornaron rojitas.

Si lo pensaba bien era ridículo lo que le dijo, su emoción y amor por los gatitos nubló su juicio, le había prácticamente gritado en la cara que ella había tratado reiteradas veces ronronear como un gato, ella solita se dejó como una completa estúpida en frente de un demonio y no cualquier demonio, era Kim Jennie.

De seguro esta estupidez no la cura ni un milagro.

—¿Decir qué?—probó su pastel de fresa.

—Algo bobo, pero igual es un demonio feo. Kim Jennie es un demonio feo que se burla de mí—bebió su jugo de naranja de un trago.

—Como no regresaste pronto pensé que te fue bien.

En realidad, le fue mejor de lo que imaginó, quitando el hecho de su personalidad atrevida y sus insultos, fueron capaces de entablar una conversación medianamente cordial, lo cual ella creyó improbable. A estas alturas sospechó que la demonio era una prueba de Dios, porque en más de una ocasión estuvo tentada de cerrarle su mal intencionada boca, pero dio gracias a su Señor por darle dominio de sus emociones y dotarla de paciencia ese momento.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora