Capítulo 48

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Caminó en círculos Jennie esperando que Lisa aparezca, hoy sería el día en que le entregaría el regalo que tanto le costó crear. Le empezó a doler el estómago de los nervios y las náuseas no se hicieron esperar.

Creo que mejor me voy.

Cuando estuvo a punto de irse escuchó la voz del ser que le hacía perder la cabeza.

—Jennie, ¿estás bien?—se acercó con un toque de preocupación al ver la palidez del ser infernal.

—Sí, Lisa, estoy bien—le sonrió.

Sintió como el ángel rubio acarició sus pómulos de forma suave como queriendo asegurarse de que en serio se hallaba bien, lo único que hizo fue cerrar los ojos y disfrutar aquel gentil toque del cual se vio privada por su insensatez, pero hoy planeaba reducir su condena.

—Sé que aun no confías en mí y está bien—comenzó o podría echarse para atrás—, así que te hice esto.

—Jennie...

Lo que el demonio de la Lujuria le entregó fue un peluche o mejor dicho una versión de Jennie con orejitas y cola de gatito. Era simplemente hermoso y tierno, lo abrazó con infinita dulzura.

Mi demonio gatuno.

Lisa vio como volteó la cara con algo de vergüenza, era demasiado tierna.

—Hasta mientras puedes "abrazarme" en lo que yo me encargo de que me perdones, ella no te hará dañó—señaló al peluche—. Yo... umm, me voy.

Lisa observó como se fue corriendo y casi se cae, pero la comprendió, de seguro no debe haber sido fácil entregarle esto a ella por el simple hecho de que es un demonio.

Regresó a ver el peluche y notó como el peluche fue hecho con mucho esmero porque la calidad con la que fueron hechos los detalles le indicó que Jennie se esforzó y no pudo hacer otra cosa más que sonreír de oreja a oreja.

Las orejitas y la cola eran de color negro, no pudo evitar que una risita risueña salga de lo profundo de su ser porque siempre pensó que Jennie era un gatito negro gruñón, su gatito negro gruñón.

El peluche mostró a Jennie con expresión malhumorada cruzada de brazos y haciendo pucheros con un ligero rubor, no pudo evitar morir de ternura. Giró la cabeza varias veces hasta comprobar que era la única en el sitio.

Besó la versión miniatura de Jennie en los labios.

Nini, tú vas a ser Nini.

Guardó con mucho amor ese peluche y fue directo a clases casi saltando de alegría, quería ver a Jennie. Anheló que sus profesoras no se percaten de que observaría al demonio de la Lujuria durante sus enseñanzas porque no tenía planeado despegar sus ojos de ella.

Llegó al salón y fue a sentarse junto a sus amigas ángeles que notaron la enorme sonrisa, pero ella no les prestó atención porque estaba únicamente dirigida al demonio que hacía latir su corazón con desenfreno. Cruzaron miradas y Lisa aprovecho el momento.

Gracias, me encantó la mini Jennie, agradeció con total sinceridad.

Jennie giró la cara y se cubrió la sonrisa con la mano, fue ese instante que supo que valió la pena cada segundo en crear ese peluche que la pone en vergüenza como demonio, pero eso no importaba con tal de ver a su ángel sonriéndole de esa manera porque esa sonrisa era de ella y de nadie más.

—Te ves muy feliz, Jennie—comentó Jisoo leyendo.

—Algo así, pero no tanto como tú—Jennie miró esa sonrisa de lado.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora