Capítulo 49

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Jisoo y Rosé salieron juntas del salón de clases, por pedido del ser divino fueron al árbol. El demonio de la Soberbia intuía de lo que podría tratarse y no pudo hacer otra cosa más que emocionarse ante la idea, la típica sonrisa de lado se apoderó de su rostro.

—M-me g-gustó mucho l-la carta y la f-figurita—reveló con las mejillas calientes.

—Lo sé, yo lo hice. Si no te hubieran gustado creería que algo está mal contigo—se pasó la mano por el cabello.

—E-estuve muy feliz q-que escribí e-esta canción p-para ti.

Como la primera vez ambas se acomodaron en el suelo y Rosé extrajo una guitarra de su espacio divino, los nervios se sentían diferente porque ahora compuso una canción para Jisoo, esta canción era de ella, solo anheló que le guste. Y empezó.

—"Por qué sigo sonriendo así? Tú tampoco sabes por qué hago esto".

La primera frase hizo que el demonio de la Soberbia se traslade al tiempo en que ella consideraba a Rosé un incordio, el ángel siempre le sonreía a pesar de que ella ni le devolvía la mirada en la mayoría de ocasiones, pero se mantuvo a su lado, ¿quién en su sano juicio permanece junto a alguien que mostró desde un principio hostilidad? Pues claramente su tartamuda.

—"Es gracioso que me enamoré de tu tono indiferente".

Eso es algo que también consideró gracioso porque su indiferencia fue algo inusual por el sencillo hecho que no le fue tan indiferente como ella pensó, Rosé siempre fue un caso especial porque no dudaba en que si hubiera sido otro ángel nada de lo que estaba ocurriendo este preciso momento estaría pasando y Jisoo estuvo muy consciente de ello.

—"Si te gusto. Solo dime, sí, sí".

No supo cuándo, ni donde, ni como ocurrió y si era completamente sincera con ella misma no le importaba porque solo había un ángel digna de ella y esa era Rosé, nadie más.

Me gustas, más de lo que imaginé.

La canción duró muy poco para el gusto del ser infernal, ahora comprendía a Dios y su afición de escuchar a los ángeles cantar con su voz celestial, podría afirmar que incluso puede ser una droga peligrosa, una muy adictiva.

—¿T-te g-gustó?—se movió algo inquieta.

—No tienes idea cuánto—acarició los cabellos color trigo.

—¿P-puedo b-besarte...?—movió sus alitas.

—No.

La rotunda negativa hizo que el corazón de Rosé se apretara de forma dolorosa. ¿Por qué no quería que la bese? Ambas se gustaban, no había motivo o razón para que no se besen, ¿o entendió todo mal? Era algo despistada así que era una probabilidad, ¿o era por qué besaba feo?

—¿Por qué lloras?—abrió bien los ojos.

Ahora era Jisoo quién sintió una desagradable estocada en el pecho, ¿por qué lloraba? Se maldijo por su poca experiencia dando consuelo, no podría decirle que se calle o que sus lloriqueos son molestos, sabía que tales palabras solo empeorarían el estado de Rosé y que muy probablemente le hagan daño.

—L-lo s-siento, es p-porque b-beso f-feo, ¿verdad?—dijo entre sollozos—. P-puedo mejorar, e-es porque f-fue mi p-primer beso o, ¿m-me metiste c-cuando dijiste que t-te g-gusto?—trató de limpiarse las lágrimas—. D-dijeron la v-verdad, soy u-un ángel patético...

—¡Yo no estaría con un ángel patético! ¡Qué te quede muy claro!—gritó con molestia.

Jisoo se mordió la lengua muy tarde, le había gritado a Rosé. Al ver como se encogió en su lugar y susurró un lo siento fue demasiado tanto que el ácido le quemó el estómago, tuvo una incontrolable rabia contra ella misma. Se acercó y con cautela la envolvió con los brazos.

El demonio de la Soberbia en verdad quería decir que lo lamentaba, solo necesitaba decir dos palabras que se negaron rotundamente abandonar sus labios y por primera vez no se sintió orgullosa por pertenecer a la Soberbia, su orgullo le impidió disculparse con el ser que más necesitaba escuchar aquellas palabras.

Así que hizo lo único que podría apagar las llamas de inseguridad que le produjo, un beso.

Fue un beso cargado de cariño y arrepentimiento, deseó que el ángel sintiera en ese acto lo que su boca se negó decir.

—No llores más, ¿si?—besó de nuevo—. Creo que entendiste mal algo, yo me muero por besarte, pero no quiero que pienses que mis intenciones son meramente carnales, esto es algo nuevo para mí y al parecer para ti también.

Rosé escuchó atenta las palabras de Jisoo, pero igual no la entendía, si ella se moría por besarla, ¿entonces por qué no lo hacía?

—Yo no puedo tratarte como un demonio cualquiera, dudo mucho que quisieras que te trate así y yo aborrecería hacerlo—con el pulgar rozó el labio inferior del ángel—. ¿Me permites hacer las cosas bien?—la vio asentir con la cabeza—. Muy bien, solo se paciente unos días más, sé que soy irresistible, ¿podrás aguantar?—le dio suaves golpecitos en la nariz con una sonrisa.

Oyó una suave risita proveniente del ángel pelirosa y fue todo lo que necesitó oír para querer en ser aun mejor de lo que ya era.

—Y-yo s-seré paciente... pero, ¿p-puedes darme u-un último besito, p-por f-favor?—jugó con sus dedos.

La expresión de Jisoo reflejó lo que quiso decir sé lo que provoco en ti, así que posó sus labios en contra los de Rosé. Labios tan suaves como los pétalos de la más fina y hermosa rosa, y tan dulces como el néctar que recolectan las abejas para crear la miel.

Tus labios son la fuente de una dulce locura.

Fue el instante en donde pensó el regalo perfecto para Rosé, uno que la protegería hasta de ella. Nadie sería capaz de hacerle daño porque ahora no solo Jisoo la cuidaría sino también aquel obsequio que muchos se negarían a siquiera pensarlo, pero Jisoo era diferente a todos ellos, no pensaba igual que los seres inferiores y sonrió con superioridad.

La Soberbia se encargaría de proteger a la Humildad hasta el final de los tiempos.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora