Capítulo 1

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La batalla entre ángeles y demonios se remonta desde el principio de los tiempos, es tan antiguo que incluso los patéticos humanos lo conocen, aunque en la actualidad se piense que es una mera invención de las religiones, pero, ciertamente, tienen algo de veracidad en sus antiguos escritos, los ángeles y demonios son enemigos naturales.

En una isla remota se hallaba Dios, el ser Todopoderoso sentado frente a su enemigo mortal, el Diablo. Ambos tomando té, sin duda lo necesitaban. Todos los creyentes estarían arrancándose los cabellos al ver tan insólita escena que insulta y escupe todas sus creencias, pero es algo que jamás será de conocimiento público.

—Aún me pregunto porque mataste a los dinosaurios—dijo el Diablo echando un trocito de azúcar en el líquido.

—Yo no los maté, fuiste tú cuando caíste del cielo acompañado de los ángeles caídos en forma de meteorito—replicó Dios comiendo una galleta con chispas de chocolate.

—Si mal no recuerdo fuiste tú quién me echó, así que básicamente es tu culpa—bebió lentamente de la taza disfrutando su sabor.

El ser supremo no respondió, no tenía caso, han estado debatiendo ese tema por milenios sin llegar a un acuerdo en común.

—Si no te hubieras revelado nada de esto hubiera pasado y los dinosaurios seguirían vivos—tal vez no lo diga en voz alta, pero los dinosaurios eran magníficos.

—Si no me hubiera revelado el mundo sería muy aburrido, ¿qué sería de los pobres y estúpidos humanos si no existiera el pecado?—vio como Dios alzó una ceja—. Está bien, está bien, ya que insistes diré que los humanos son las criaturas que más amo, sus gritos y súplicas mezcladas con llanto y sangre hacen del infierno el paraíso—gimió en tan solo recordar sus gritos de agonía.

—Deja tus indecentes fetiches de lado, no quiero saber nada de tus... pasatiempos—aunque ya los conocía, Él lo sabe y conoce todo—. Ahora hablemos lo que nos concierne.

—¿Te refiere...?—no acabó de hablar al ver alguien conocido—. ¡Hey, Jesús! ¡Judas dice que dejes de ser tan rencoroso y lo visites! ¡Solo fue par besos en la mejilla!—miró como el joven mesías se fue recitando el quinto mandamiento no matarás reiteradas veces.

—¿En serio estas molestando a mi hijo en mi presencia?

—Sí, es muy gracioso—sonrió atrevido—, además, Jesús me cae bien, convierte el agua en vino, los humanos son idiotas al asesinar a alguien como él—carraspeó—. En fin, a lo que venimos, como te iba a decir estoy harto de los demonios. Sabes antes era divertido luchar a muerte contra los ángeles, en el campo de batalla solo había desesperación y muerte, pero ahora mis diablillos son idiotas porque a cada momento están protestando conmigo sobre ustedes, ya me voy cargando a más de mil y aún así vienen. Estoy así—juntó su dedo pulgar con el dedo índice dejando un espacio minúsculo entre ambos—, de recluirme en el noveno círculo del infierno, me encanta la idea de que se me escarche el culo.

—Dejare pasar tu lenguaje soez porque yo también estoy pensando en mudarme a otro cielo o universo, lo que ocurra primero. Los ángeles recurren a mí religiosamente todos los días para quejarse de tus demonios. Ellos no entienden porque hicimos el tratado de paz—y eso es algo que nadie se va enterar, solo lo saben ellos dos.

—No necesitan saberlo—comentó tajante—. Sería bueno que...—los ojos del Diablo brillaron con peligrosidad—. Tengo una idea.

—¿Qué idea?

—Primero tendrás que hacer un trato con el Diablo—sonrió espeluznante mostrando sus colmillos mientras extendió la mano.

Indiscutiblemente las ideas que tenía el Diablo eran muy... entretenidas, pero incluso el Todopoderoso conocía a la perfección las artimañas que envolvía al antiguo ángel de luz, en tiempos pasados jamás se hubiera figurado en estrechar la mano del Diablo porque en ese entonces no había el tratado de paz, tratado que incluso el Diablo no puede romper ya sea directa o indirectamente, y él también estaba sujeto a eso.

—Trato—Dios estrecho la mano con firmeza.

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Dos arcángeles volaban a una velocidad increíble para encontrar a su creador. Sabían en dónde hallarlo, siempre era el mismo lugar con el mismo ser. Descendieron al sitio con elegancia para luego arrodillarse.

—Mi Señor, le suplico que no se vaya sin un arcángel a su lado, no sabemos cuando puede cambiar la basura—habló el arcángel Miguel asesinando con la mirada al Diablo.

—Nuestra labor siempre será protegerlo, mi Señor—añadió el arcángel Gabriel.

—Vaya, vaya que tenemos aquí, Miguel y Gabriel o debería decir arcángel Yongsun y Seulgi—el dueño del infierno no sé inmutó ante la presencia de los seres divinos.

—No tienes derecho en decir nuestros verdaderos nombres, si no fuera por el tratado ya te hubiera cortado la lengua y dado a los perros—escupió el arcángel Yongsun anteriormente llamado Miguel.

—Delicioso, ¿no has pensado en trabajar en el infierno? Serías un excelente activo, incluye orgías y drogas en el paquete—guiñó el ojo para luego enviar un beso volado.

—No nos tientes Luzbel—habló con la vena marcada Seulgi.

—Tentar es mi razón de vivir, querida—achicó los ojos—. Por algo soy el Diablo—mostró su dentadura—. Y te sugiero que no gastes ese nombre, después de todo fue conferido al ángel favorito y más hermoso de Dios.

Perdieron los estribos ante la declaración de este, porque aunque quisieran negarlo era verdad, una verdad que hasta hoy en día causa irritación. Antes de que los arcángeles pudieran abalanzarse hacia el Señor de las Tinieblas, aparecieron sus fieles súbditos.

—Eso no fue muy benevolente de tu parte, arcángel Miguel—habló el demonio.

—¿Desde cuándo los ángeles atacan a traición?—inquirió el otro. Los arcángeles iban a responder, pero el Diablo tomó la palabra.

—Pero si son mis magníficos príncipes del infierno. Bienvenidos a esta pequeña fiesta Beelzebub y Astaroth. Dios creo que ya sabes quién son.

—Por supuesto, jamás olvidaría a los temibles príncipes del infierno, aunque sería mejor decir princesas Moonbyul y Joohyun—enseñó una sonrisa amable. Ellas solo rechistaron.

—Beel, Taro, es hora de irnos. Los seres divinos son incapaces de entender el placer y seducción del pecado. Estar tanto tiempo lejos del infierno provoca en mi un sentimiento de bondad, eww—se abrazó asimismo con escalofríos—. Si me disculpan, debo recibir a la reina Isabel II—y se marchó en una bola de humo negro.

—Eres tan débil Miguel que siento vergüenza ajena.

—¡Esa estúpida! ¡Maldita Beelzebub!—se enfureció al ver como se fue sin siquiera darle la oportunidad de ofenderla—. ¡Cobarde!

—Me largo—informó Joohyun.

—Hazlo Astaroth, me enferma tu presencia—manifestó Seulgi con una mueca de asco.

—Gabriel, cierra el culo querida, hablas pura mierda—y sin más se fue.

—¡Es una maldita insufrible!—pisoteo el suelo.

—Espero y laven su boca con agua bendita antes de orar. Tremendo vocabulario niñas.

—Discúlpenos, Señor—dijeron al mismo tiempo apenadas.

—Vamos, es hora de volver al cielo.

Esa reunión fue el comienzo de los grandes cambios que tendrían el cielo e infierno en un futuro cercano, cambios que pondrán patas arriba todo lo que creyeron conocer alguna vez.


Hey chicos aquí les traigo otra historia yeih, al igual que "Proyecto L" los capítulos lo publicaré cada tres días.

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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora