Capítulo 42

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Han pasado los días y Jennie no ha vuelto hablar con Lisa, tampoco es que lo ha intentado porque no sabía como hacerlo al sentir que no tenía derecho alguno en arreglar lo que sea que hayan tenido, ¿cómo hacerlo cuando el ángel hizo semejante declaración? ¿Cómo hacerlo cuando ni ella misma se entendía? Si ella no iba a igualar las cosas entonces era mejor no intentarlo.

Todo estaba tan bien...

Pero solamente era una ilusión puesto que traía su propio reloj y este dictó que se les acabó el tiempo, era hora de volver a la realidad.

Hubo días en que incluso no fue a clases, ya nada le importaba, el mundo había perdido su color y ahora solo era capaz de ver matices grises sin gracia. Llorar en las noches acompañada de su fiel amigo Luca fue un hábito que adquirió desde el primer día que discutió con Lisa. Estar con su gatito nube la hacía sentir menos miserable y sin duda aquel aroma a cielo le reconfortaba porque simplemente tenía que cerrar los ojos e imaginar que su ángel le sonría de la única manera que sabía hacerlo.

Fue tanto su cuadro de depresión que adelgazó por no comer y supo que había topado fondo cuando sus, ¿amigas? Le fueron a visitar principalmente a molestarla el cual fue su torpe manera de hacerle sentir y de informarle que estaban con ella, les agradeció en silencio y, aún así, seguía sintiéndose repugnante.

Y pensó que si tan solo no hubiera escuchado lo que dijo ese día todo seguiría igual, de pronto su mente conectó los puntos.

—¡Jisoo, hija de puta!

Jennie se percató el plan de la mayor, por eso ella estaba ese día en la casita no era una coincidencia y como una gran idiota había caído en su trampa. Salió de su casa hecha una furia y fue donde el demonio de la Soberbia, le valió mierda su aspecto todo descuidado. Llegó a la casa de Jisoo y abrió la puerta sin tocar.

—Jennie, es...

Jisoo no alcanzó a completar su frase al sentir que el puño de la menor impactó contra su rostro para luego sentir las manos de ella aferrándose a su camiseta y empujándola con violencia contra la pared.

—¡Eres una maldita perra desgraciada! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Contesta!—toda la cara de Jennie se halló roja de la rabia.

—Veo que al fin despiertas, Jennie—sonrió ladina—. ¿Por fin dejarás de tener miedo?

—¡No estoy para tus estúpidas charlas sin sentido! ¡Eso no fue lo que te pregunté!—apretó más su agarre. El hecho que la mayor esté tan serena le generó más enojo.

—¿Aun sigues pensando que Manobal es un antojo? ¿Qué ella es un simple juego? Porque si aun piensas así entonces déjame decirte que eres una completa retrasada mental­—apartó las manos de un manotazo—. Así que preguntaré de nuevo y espero que esta vez pienses con esto—colocó su dedo índice en el pecho—, y no con la vagina, ¿entiendes?

El cuerpo del demonio de la Lujuria empezó a sacudirse por la pregunta que Jisoo iba a hacerle y de la cual tenía una pequeña noción del tema, pero, ¿estaba preparada para responderla? Tal vez.

—¿Te gusta Manobal?—la miró directo a los ojos.

—Yo...

A su memoria vino su primer beso y el cual le hizo sentir, irónicamente, en el cielo. En como los labios inexpertos de Lisa se acoplaron a los de ella como si desde un principio estuvieran destinados a encontrarse en un torpe, pero cálido beso.

Y la sonrisa, oh, aquella sonrisa que emergía cada vez que Lisa la encontraba le hacía sentir inmensamente especial por la sinceridad y alegría que transmitía el gesto del ángel, era glorioso. Lisa era el ángel más hermoso que alguna vez sus lujuriosos ojos han visto y era perfecta con sus comentarios todo inocentes y su cara boba cuando no entendía sus insinuaciones, el como sus fuertes brazos la envolvían con cuidado y sus manos la acariciaban con delicadeza, Lisa era suya y de nadie más, ahí obtuvo su respuesta.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora