Capítulo 20

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Transcurrió una semana completa hasta que Jennie en la privacidad de su casa se dedicó a examinar la pulsera que consiguió a través del trato con Manobal, de su bolsillo extrajo ese pequeñito papel que contenía palabras humillantes para su ser.

Con la yema del dedo pulgar acarició de manera cuidadosa ese artículo solo para concluir que es amable al tacto, ¿qué pensaba el ángel rubio al darle una pulsera? Pues si quería descubrirlo tendría que leer esas palabras en voz alta.

Es estúpido, no lo voy hacer, trató de quitarse el accesorio, pero no puedo, fue imposible, incluso le prendió fuego y no hubo un mínimo cambio en su estructura.

—¡Manobal hija de puta!

Se sintió como si le hubiera puesto un collar para perro y eso es algo que jamás iba permitir, por supuesto que no. No había tratado de cortarlo, pero si el fuego infernal no sirve dudó en que un objeto filoso ayude, a menos que sea un arma demoníaca. Con la mano derecha hizo aparecer una pequeña daga y antes de cortar la pulsera echó un último vistazo a la carta, titubeó ese instante y comprendió que su curiosidad era más grande que sus ganas de destruir dicho objeto.

—¡Maldita sea!

Hizo desaparecer el arma y fue hasta el papel. Giró su cabeza reiteradas veces hasta confirmar que la soledad reinaba en su casa y en voz bajita dijo:

—Yo declaro que el ángel Lalisa Manobal es mejor que Kim Jennie que es un demonio feo.

De pronto la bolita blanca brilló y de ella salió algo blanco, sus ojos no podían creer lo que estaban viendo. Un gatito blanco se halló sentado frente a ella, un gatito hecho de nube. Ahora entendía porque al pie de la hoja decía "nómbralo".

—Nunca me decepcionas, Manobal—se puso a la altura del minino y lo acarició.

Eres demasiado suave, ella pensó que el animal al estar hecho de nube sus caricias lo traspasarían, pero era lo suficientemente sólido para incluso sujetarlo. El gatito ronroneó satisfecho por los mimos de la pelinegra.

—Luca, tu nombre será Luca.

Su pulsera brilló nuevamente y se percató que ahora había letras blancas escritas con el nombre del felino. Jennie lo juntó a su pecho y descubrió que era refrescante, supuso que era por la brisa que corre por el cielo.

Y por primera vez en su vida sonrió sin malicia, nunca lo admitiría, pero le había encantado el artículo que consiguió de Manobal, y más porque Luca estaba ahora con ella, su significado era simple.

Ya no estaría sola.

—¿Tú no comes o si?—se alarmó porque no tenía conocimiento si estos animalitos hechos literalmente de nubes se alimentan—. ¡Manobal imbécil! ¡¿Por qué no escribiste algo tan importante?!

Regresó a ver a Luca quién ladeó la cabeza y lo abrazó sin llegar a estrujarlo.

Mañana a primera hora iría por el ángel rubio a preguntarle todo sobre Luca, no iba a permitir que por la estupidez del ángel Luca sufra por desnutrición.

Juro por Satán que si le pasa algo a Luca es mejor que te encomiendes a tu Dios, Manobal.

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Lisa por la mañana pasó primero a revisar como se encontraban los gatitos, pero no se imaginó encontrarse con Kim Jennie apoyada en la casita.

—¿Qué haces aquí?

—Primero que nada eres una idiota, ¿lo sabías?—se aproximó a ella.

—¿Ahora que tienes demonio mugriento?—no dejaría que la insulte.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora