Capítulo 24

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Pasaron los días y Lisa en ciertas ocasiones ya era capaz de producir un sonido similar al ronroneo, no era lo que esperaba, pero era un avance significativo y eso sin duda la ponía muy feliz.

—Oye, demonio feo—llamó.

—¿Qué quieres, Manobal?—la pelinegra estaba tumbada en el pasto.

—¿Puedes llamar a Luca? Creo que los gatitos lo extrañan.

—¿Los gatitos o tú?

—Umm... ¿los dos?—sonrió.

Lisa miró como el demonio puso los ojos en blanco, pero aún así llamó a su mascota quién no dudó en atender el llamado de su dueña. El ángel jugaba con los felinos mientras el demonio tuvo la mirada fija en ella.

—Ven demonio feo, no te quedes ahí que ellos también quieren jugar contigo—invitó Lisa al ver como los gatitos fueron hasta el ser infernal.

Pasaron unos cuantos segundos hasta que Jennie decidió unirse al juego de los gatitos con Lisa en el cual transcurrió varios minutos.

—¿No deberías seguir intentando ronronear, Manobal?—tenía a Luca entre sus brazos.

—Ya casi lo logro, solo descansaba un poquito, además tú también te divertiste—besó a un gatito en la nariz.

Jennie no comentó nada al respecto, jugar con Manobal y los gatitos fue divertido y algo nuevo, demasiado nuevo. Ella jamás realizó alguna actividad de esa índole en el infierno y apostaba a que el ángel rubio notó su torpeza, pero se mantuvo callada y con sutiles gestos le indicaba como debía hacerlo.

—Lo intentaré una vez más.

Lisa sacó al demonio de su ensimismamiento y se propuso que los minutos restantes iba a lograr su objetivo. Contrajo los músculos de la garganta al pronunciar la "r" y por fin fue capaz de hacerlo.

—Oh, por Dios, ¡lo logré! ¡¿Lo escuchaste?!—lo hizo de nuevo—. ¡Siiii! ¡Lo hice!

—Ya me di...

Jennie iba a decir algo cuando sintió que Manobal la alzó y se puso a girar con ella mientras reía muy contenta. Y por un tiempo efímero todo se detuvo y apreció la radiante sonrisa del ángel, era demasiado brillante para alguien como ella.

Como el sol.

—¡Gracias Jennie!—Lisa la puso en el suelo y la envolvió en un abrazo—. ¡Eres una excelente maestra! ¡Les voy a enseñar a mis amigas! ¡Nos vemos, Jennie!

La pelinegra vio como el ángel se fue corriendo expulsando felicidad por cada uno de sus poros. Intuía que Manobal ni siquiera se percató de lo que hizo.

Me dijo Jennie.

Ella aun no salía de su asombro, ¿quién se creía ella para llamarla por su nombre? Aunque si lo pensaba bien su nombre sonó muy amable en los labios del ángel.

—Lalisa... Lisa...

Soltó una risita infantil, el nombre del ángel no era tan feo si ella lo pronunciaba.

Ahora que caía en cuenta ella la abrazó, aun sentía los brazos de Manobal rodearla y a pesar de su entusiasmo lo hizo con cuidado, un ángel tratando con delicadeza a un demonio, fue inverosímil. Fue caminando sin prisa al salón y un fugaz pensamiento cruzó su mente.

Lisa me trató con cuidado, Jennie sintió algo tibio nacer en su pecho.

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—Queridos, como ya saben este día hablaremos sobre la última casa infernal, La Casa de la Avaricia y su señor es Min Yoongi o Abaddón. Los avaros jamás están satisfechos y por obvias razones ellos tampoco entrarán al reino de los cielos—explicó Joohyun.

Jennie oyó la enseñanza de sus profesoras sin poner toda su atención realmente. Quería llegar a su casa y jugar con Luca como lo hizo esta mañana con... Lisa.

En su mente aun sonaba raro llamarla por su nombre y no por su apellido como lo ha hecho desde el principio del año ¿escolar? Pero todo era culpa del ángel al decir su nombre primero sin su consentimiento, así que ella haría lo mismo.

Lisa idiota.

La clase terminó y con ella su tiempo de meditación sobre el ángel baboso, fue con su habitual grupo al comedor.

—¿Dónde está Jisoo?—preguntó Somi comiendo un pedazo de pizza.

—Ni idea, a veces se va a leer por ahí—respondió Tzuyu tomando limonada.

Para ella era normal el que Jisoo se fuera sin decir nada a disfrutar de su amado pasatiempo, ella juraba en que si le dieran a elegir entre ella y los libros, sin duda Jisoo elegiría los libros.

—Escuché algo Interesante de Jisoo por ahí, ¿quieren saberlo?—incitó Chaeyoung con una sonrisa traviesa.

—¿Qué es?—inquirió Momo limpiándose la boca con una servilleta.

—Mi información vale oro, ya saben.

Los demonios se vieron entre sí y pagaron una moneda de oro al demonio de baja estatura incluso despertaron a Jeongyeon para que pague su parte, además, no tenían nada que perder.

—Bueno, digamos que nuestra queridísima demonio de la Soberbia salvó a un ángel de tres demonios.

—¿Gasté una moneda de oro por esa mierda?—Somi negó con la cabeza.

—No creo que sea mentira—contradijo el demonio de la Ira—. La información que proporciona la Avaricia siempre es fidedigna si pagas el precio correcto por ello.

Así que por eso mirabas a los ángeles, Jennie se preguntó quién del grupo de Lisa era.

—Gracias Tzuyu, tú sí sabes apreciar nuestro trabajo. La verdad les dijera quién es el ángel que salvó Jisoo, pero aun no me quiero dar de baja de la vida—Chaeyoung sabía que con la mayor debía ir con cautela.

—Así hasta da gusto que me despierten—bostezó Jeongyeon—, ¿qué ángel será?

—Ni idea, pero, ¿Jennie te vas a comer eso?—preguntó Momo con ojos voraces.

—Sí—afirmó.

Jennie miró al grupo de ángeles y ¿por qué no? También le echó un vistazo al ángel rubio que estaba tomando un batido de chocolate al parecer mientras reía con los demás seres divinos, pero notó la ausencia del ángel pelirosa. Regresó su vista a su plato de comida y se llevó un bocado a la boca.

—¿Pasa algo?—Somi vio como se quedó inmóvil.

—No, nada.

Qué raro, ahora la comida ya no le sabía tan mal a Jennie, ¿desde cuándo sus gustos comenzaron a cambiar?

Al parecer, le estaba empezando a gustar lo dulce.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora