Capítulo 21

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Rosé trató por todos los medios en tener una conversación con Jisoo para saber qué opinaba de la carta, pero el demonio pasaba con sus amigas en todo momento y cuando sus miradas se cruzaban ella simplemente la ignoraba.

Tal vez no quiere ser mi amiga...

Suspiró derrotada, tal vez era un ángel inocente más no era tonta porque con los demonios por primera vez se percató que su presencia no era bien recibida y al parecer Jisoo pensaba lo mismo que ellos.

Mis alitas me mintieron.

Sus alas de ángel decayeron haciendo visible su estado de ánimo, tardó una semana en darse cuenta que sus esfuerzos fueron por completo inútiles y ese pensamiento provocó que sus mejillas se empaparan de amargas lágrimas, ella solo quería conocerla y ser su amiga. Decidió ocultar su rostro entre sus rodillas, se sentía boba por llorar en el árbol dónde habló por primera vez con la demonio.

Puede ser que los ángeles y demonios jamás estén destinados a ser amigos y la única relación que podrían tener sería la de enemigos jurados como ha sido desde el principio de los tiempos.

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? Un ángel patético y llorón.

El ángel se exaltó a escuchar un voz que no conocía, limpió sus lágrimas y alzó la mirada, había tres demonios femeninos con sonrisas mal intencionadas y eso la asustó.

—¿Q-qué q-quieren?—se puso de pie y se agarró el brazo.

—¿Por qué tan nerviosa, preciosa? Nosotras solo queríamos saber porque tan solita—se acercó.

—Nosotras te haremos compañía, una muy buena compañía—el otro demonio la tomó del brazo—. No te resistas, zorrita.

—Deberíamos encerrarla hasta el otro día—sugirió una demonio con diversión.

—N-no... me t-toquen—su voz fue inaudible, sintió que su garganta se cerró.

Lisa ven por favor, cerró los ojos y comenzó a sudar frío, los temblores no se hicieron esperar.

—Ya que no pueden mantener cerrados los labios de abajo, espero los que se ubican en el rostro estén pegados. Si no va a ser así entonces largo, arruinan mi lectura.

Rosé conocía a la perfección esa voz, era Jisoo. La pelirosa la miró y ella no se dignó en verla, permanecía con su típico semblante imperturbable. La demonio pasó de largo y subió a la rama.

Los demonios femeninos iban a replicar hasta que se dieron cuenta con quién estaban tratando, era nada menos que Kim Jisoo, la miembro más destacada de La Casa de la Soberbia únicamente debajo de la princesa infernal Moonbyul.

Enfrentarse a ella era prácticamente suicidio, se miraron entre sí sabiendo lo que deben hacer.

—Lo siento, no sabíamos que este es tu lugar, pero no te preocupes, solo estábamos sacando la basura—sujetó al ángel—, ya nos íbamos—arrastraron a Rosé.

Jisoo con el rabillo del ojo observó como la tartamuda articuló con los labios su nombre, ¿acaso ella esperaba que la salve? Pobre ángel, confiando en que un demonio sería su salvadora.

—La tartamuda se queda.

Los demonios pararon su andar, Rosé aprovechó la oportunidad de librarse de sus captoras y fue directo hacia el árbol. Lo seres infernales iban a refutar hasta que sintieron el aura de Jisoo elevarse, no dijeron nada y se fueron.

—G-gracias J-Jisoo—habló entre lágrimas.

—Un ángel dando las gracias a un demonio, ahora lo he visto todo—Jisoo pasó la página—, vete tartamuda, tus lloriqueos molestan.

El demonio siguió leyendo hasta que dejó de oír los sollozos del ángel, pero lo sabía, ella no se había ido porque su aroma permanecía en el aire así que supuso que el ser divino se tragó sus lágrimas para no hacer ruido, bajó el libro y vio como la pelirosa estaba sentada apoyada en la corteza del árbol mientras su cabeza estaba enterrada en el hueco que hacían sus rodillas al estar recogidas y sus brazos encima de ellas. ¿Acaso no era mejor ir con sus amigos ángeles en vez de quedarse? Porque si esperaba que ella la consuele dando palmaditas en la espalda entonces estaba muy, pero muy equivocada.

Jisoo negó con la cabeza y apartó su libro. Se dedicó a mirar las hojas iluminadas por el sol y su momento de reflexión empezó.

No iba a mentirse, ¿para qué? No había necesidad de ello, ella había salvado a la tartamuda de pasar un mal momento con los demonios y ahí detuvo su autoanálisis, no se iba a mentir, pero tampoco escavaría más profundo y tomó nuevamente su libro.

Recordó que días anteriores notó el reciente crecimiento de interés hacia su persona por parte del ángel.

Cierto la carta, lo había olvidado por completo.

Es por ese motivo que las miradas se volvieron más insistentes como si tuviera la esperanza de que ella acepte ser su amiga, era increíble en la situación que se encontraba, un ángel queriendo su amistad sin ninguna mala intención y no hay que olvidar que está muy interesada en su casa y en los libros que lee.

En la antigüedad el que hubiera preguntado sobre su casa solo podría significar que sacaría provecho de la información y la utilizaría para destruir los miembros de la Soberbia, pero ahora incluso aprenden de ella. Se encogió de hombros y concluyó en que ya pensó demasiado y lo mejor sería irse a su salón, haciendo cálculos ya no faltaba mucho para que la campana suene así que descendió de la rama y fue caminando al edificio.

—Y-Yo...

Jisoo giró sobre sus talones y buscó la mirada de la contraria. Sus ojos se hallaron rojos por las recientes lágrimas y en sus mejillas aun había rastro de ellas. Aclaró su garganta y con voz áspera dijo:

—Voy a dejar algo muy en claro, tartamuda. No, no voy ni quiero ser tu amiga.

Con eso Jisoo se retiró provocando que el corazón de Rosé se haga chiquito.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora