Capítulo 16

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Para Lisa el día de ayer fue muy extraño, demonios saltando por la ventana, las princesas infernales sonrientes como si se hubieran divertido y los arcángeles sin saber que expresión poner; y la demonio de nombre Tzuyu contaba con un semblante pasivo-agresivo que le dificultaba en descifrar sus intenciones, no sabe en qué momento se abalanzaría contra ellas, y Sana, pobre Sana.

Su amiga estaba aterrada hasta las lágrimas, jamás se figuró que su comentario fuera mal intencionado de esa manera, no obstante, junto con Dahyun no permitirían que esa tal demonio de la Ira le haga algo, eso sí que no.

Se levantó temprano y se dirigió a la casita de madera.

Entró y observó como los gatitos dormían plácidamente, más un aroma la llamó la atención.

—Huele a demonio.

Eso la alarmó porque no poseía el conocimiento para determinar si a los demonios les gusta los animales, no quería que lastimen a los pequeños. Decidida abandonó la casita de madera y fue a buscar al único demonio que le podría dar respuestas, Kim Jennie. Buscó por todos lados hasta que la encontró en camino hacia el aula.

—Kim Jennie—llamó fuerte y claro.

—Manobal, no tengo tiempo para ti—la pasó de largo.

—Es algo importante—la sujetó del brazo.

—¿Desde cuándo tenemos tanta confianza como para que me toques, Manobal? Es mejor que me sueltes—se zafó del agarré con brusquedad—, no me interesa lo que tengas que decir.

—¡Es sobre los gatitos!—conectó su mirada con la suya—. Yo solo quería saber si a los demonios les gusta los animales.

—¿Acaso planeas regalar un animal a un demonio? Siento hasta pena por el pobre diablillo—rio para luego sonreír de lado.

—¡¿Qué?! ¡No, no, no es nada de eso! Solo que esta mañana en la casita encontré un rastro de aroma demoníaco—aclaró.

Jennie tenía dos opciones, decirle la verdad a Manobal o ignorarla, ella sabe que la segunda opción la llevaría a ser perseguida por el ángel rubio porque estaba segura que por los gatitos el ángel sería capaz de dejar su orgullo de lado, pero no era una opción.

El que sea perseguida por el ángel solo la conllevaría a generar preguntas por parte de ambos bandos y sinceramente en tan solo pensarlo le provoca jaqueca, pero ella era un demonio, es obvio que no será gratis.

—Igual que la primera vez, Manobal. ¿Qué ofreces?

Lisa esta vez no tenía nada para mostrar a la demonio, si fuera un ángel ella la podría guiar por el cielo a los lugares que le ha encantado, pero los demonios no pueden entrar al reino de los cielos. Una brillante sonrisa surco en su rostro ya sabía qué hacer.

—Dame tres días y te mostraré algo.

La pelinegra no supo porque tanto entusiasmo, pero no se iba a negar, no cuando mostraba seguridad, seguridad que le encantaría destruir.

—Tenemos un trato, Manobal. En tres días te diré lo que quieres saber.

—¿Qué? No, dímelo ahora—exigió acercándose.

—No, así que te sugiero que hagas todo lo posible por proteger a esos gatitos de los malvados demonios. Nos vemos, Manobal—rozó su hombro a propósito y se fue muy contenta a la clase.

—¡Es una insufrible!

Apretó el puño hasta dejar en sus palmas marcas de media luna. Con gran voluntad relajó los músculos y respiró hondo.

Son solo tres días, yo puedo, con ese pensamiento se fue a la clase.

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Jisoo como de costumbre estuvo en su asiento en silencio, pero una sutil risita abandonó su boca al ver como Momo y Chaeyoung estaban con heridas en la cara y lo más seguro es que en el cuerpo también, pero están vivas y lo suficientemente bien como para presentarse a clases.

—Nada mal, Tzuyu—felicitó—, ya puedes controlarte mejor.

—Gracias, Jisoo—comentó relajada, pero sin dejar su característica rudeza de lado.

—No pensé verlas vivas, ¿qué se siente sobrevivir al Demonio Escarlata?—dijo Somi entre risas.

—¡Me duele todo el puto cuerpo, ni siquiera puedo cagar sin que me duela algo!—admitió Chaeyoung con el ojo cerrado por lo inflamado que estaba.

—Yo no puedo ni comer, me voló cuatro dientes—suspiró Momo con los hombros caídos—, y hoy tenía planeado comer cangrejo. Ahora tomaré sopa.

—A ver sonríe—dijo Jeongyeon sacándose una lagaña.

Momo sonrió y las carcajadas no se hicieron presentar, fueron muy ruidosas.

—¡Estás chimuela!—se mofó Jennie.

Jisoo escondió su risa en el libro y Jeongyeon le dio los cinco al demonio de la Ira por su excelente trabajo.

—¿Pero cómo es que no estas herida, Tzuyu?—preguntó Somi.

El demonio de la Envidia tenía un punto, a pesar de la apariencia nada intimidante de Chaeyoung y Momo eran fuertes, muy fuertes. Por algo pertenecían a las casas infernales y el hecho de que ambas no hayan lastimado a Tzuyu era poco probable.

Si no aprendes nada de la ira, no eres digno de liberarla.

Fue claro lo que quiso decir Tzuyu con la frase de su casa, ella poseía más experiencia en el combate que las otras dos.

—Además—añadió Tzuyu—, les dije que tenían prohibido curarse durante un día entero, mañana ya estarán como nuevas.

Los ángeles estuvieron atentos a la conversación y su capacidad cerebral se vio bloqueada ante el salvajismo de los demonios. Conversaban entre ellos con naturalidad, como si lo que hubieran hecho fuera lo más común del mundo y nada crudo.

—Silencio, vamos a empezar—dijo Yongsun entrando junto a Seulgi.

—¿Qué les pasó?—inquirió el arcángel que se parece a un oso.

Antes que las demonios le respondan ingresó Joohyun con Moonbyul.

—Queridas, están vivas, que buena noticia—Joohyun extendió la mano hacia Moonbyul.

—Te has ablandado, Tzuyu—le entregó un billete—, pero te felicito por contenerte.

—Gracias, princesa Moonbyul.

—¿En serio apostaron sobre la vida de sus demonios?—preguntó Yongsun incrédula.

—Sí, no le tomes importancia. Sigamos con la clase—Moonbyul minimizó lo sucedido—. Ayer acabamos hablar sobre La Casa de la Envidia, ahora nos toca sobre la Ira—dio un paso atrás.

—Queridos, esta casa está regida por la señora Behemot o Kim Taeyeon. El distintivo de esta casa es que produce feroces guerreros, y sus arcángeles no me dejaran mentir que eran implacables al momento de combatir—los arcángeles corroboraron lo dicho.

Rosé ahora entendía porque temían al demonio Tzuyu, es porque era una guerrera, una muy brutal. La clase siguió hasta que fue hora del receso, se fue junto con sus amigas hasta que notó que Jisoo tomó la dirección contraria al comedor, les dijo que en un ratito volvía y se fue de ahí, sus amigas sabían que ella ocultaba algo, pero aún así no preguntaron, y les agradeció por ello, porque ellas sabían que les pondría al tanto cuando llegue el momento.

Se mi amiga pronto, Jisoo. Que quiero contarles de ti, fue dando saltitos con alegría, ese pensando la hacía feliz.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora