Epílogo

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Muchos años después.

Parecía que la guerra entre ángeles y demonios nunca ocurrió, que solo era un cuento para los niños porque nadie ni siquiera los humanos pueden imaginarse que estos seres sobrenaturales se enamoraron profundamente.

Dios al ver que el único lugar en donde los ángeles y demonios se reunían era la Tierra, creó un espacio en donde puedan vivir en armonía porque a pesar de ser el Todopoderoso no iba a permitir que los demonios entren al cielo ni los ángeles al infierno, era la ley.

—Corazón, ¿dónde está tu mamá—preguntó Jennie mientras limpiaba la carita de su hija.

—¡Mami, yo puedo sola, estoy grande!—habló una chiquilla de tan solo siete añitos con un puchero.

—¿Ah, sí? Pues no lo creo—la mujer le hizo un ataque de cosquillas.

—¡No m-mami, para!—la risa de la pequeña era muy fuerte.

—Siempre serás mi bebé—la besó en la cabeza—, aun no me respondes.

—Mamá está jugando con mis hermanos afuera—se comió el último bocado de manera apresurada—. Ya acabé, ¿puedo ir?

—Te acompaño.

Ambas salieron de su casa y vieron que Lisa estaba rodeada de sus niños: Leo, Lego, Louis, Luca y Love, sus niños peludos ya no tenían la misma energía que desde un principio, ahora eran adultos que se dedicaban más a dormir y a comer, aunque a veces les da el cuarto de hora, el ser divino entre sus manos sostenía a su hijo menor de cuatro años.

—Jennie, Yeji, vengan—Lisa las llamó—. Miren, Jin está todo baboso—se rio al ver la baba del pequeño.

En la vida el demonio de la Lujuria pensó en tener una familia y mucho menos con un ángel, aun recuerda el momento preciso de ello.

Lisa y Jennie se hallaban desnudas bajó las sábanas mientras el ser infernal apoyaba la cabeza en el hombro del ser divino, su ángel la dejó sumamente agotada.

—¿En qué piensas, Lili?—podía percibir las preocupaciones de su esposa.

—Yo quisiera tener hijos contigo...

Fue tanta la sorpresa de Jennie que levantó la cabeza para verla, ¿en serio dijo eso? ¿Ella quería tener hijos con ella?

—¡No llores, Nini! ¡Lo siento, no me hagas caso!—la envolvió en sus brazos.

—No, no, no, es que yo también quisiera tenerlos contigo—se aferró más a ella—. ¿De verdad quieres tener hijos conmigo?

—¡Por supuesto! Yo quiero tener una mini Jennie corriendo por la casa y refunfuñando por su juguete favorito—con los dedos hizo figuras en la pancita del demonio.

—¿Y sí no soy buena madre?—su voz se quebró.

—Lo serás, estoy segura de ello porque los niños te quieren más a ti que a mí—con la mano hizo que sus ojos se conectaran—. Siempre he pensado que serías una madre maravillosa.

—Gracias, amor—dijo para luego sonreír coqueta—. No sé como lo hagas, pero ahora te haces cargo Manobal, tú me alteraste el útero, tú haces el milagro—atacó ferozmente sus labios.

Lisa no tardó en responder al demandante beso de su mujer, se colocó encima y empezó otro round.

Después de algunas semanas Jennie notó que estaba embarazada, fue unos de los momentos más felices de sus vidas, Lisa realizó el milagro, literalmente.

Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora