Capítulo 54

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Jisoo se miró una vez más al espejo solo para concluir que lucía perfectamente hermosa. Salió de su casa sin prisa y se dirigió al colegio. Caminó sin prestar atención a su alrededor que resultaba ser el mismo todos los días, miradas queriendo poseerla y otras anhelando ser como ella, lo típico.

Llegó al lugar y se encaminó al portal en donde salen los ángeles, esperó paciente que su tartamuda salga mientras aprovechó ese tiempo para leer y hacer caso omiso al órgano palpitante que amenaza con salir de su caja torácica aun si eso le provoca la inminente muerte, en otros tiempos eso le sonaría encantador, pero ahora la muerte no era bienvenida a su vida puesto que ahora no le pertenecía, su vida tiene nombre, Park Roseanne.

Los ángeles salían del luminoso portal y no faltó las miradas indiscretas preguntándose que hace ella ahí, pero muy pronto lo sabrían, era una manera fácil de indicar que perdieron contra ella, contra un demonio porque sin duda les arrebató un tesoro inconmensurable y que no planea devolver nunca.

Oyó voces conocidas y apartó la vista del libro, ahí estaba ella. Su hermosa tartamuda riendo con su grupo de amigas seguramente de algo bobo y angelical que no le hallaría la gracia aun si su vida dependiera de ello.

Ambas cruzaron miradas y fue asquerosamente mágico, Jisoo no pudo evitar sonreír con sinceridad lo cual era algo inusual en un demonio, esa sonrisa angelical era suya y fue suficiente para que su pecho se hinche con orgullo.

—¡Jisoo!—fue corriendo abrazarla.

Ella la recibió gustosa y la envolvió con sus brazos, era consciente de las miradas que se cernían sobre ellas y sonrió de lado, eso no le bastaba, debía dejar en claro que ahora Rosé no estaba disponible. Se retiró un poco y la besó mientras sus manos se posicionaron en la cintura, se escuchó varios jadeos de asombró.

—¿Dormiste bien?—la tomó de la mano entrecruzando sus dedos y la guío al salón entre murmullos.

—Sí—afirmó sonriente—. Hank s-se durmió m-muy m-muy profundo, e-es hermoso, g-gracias Jisoo—agradeció apegándose más a ella.

—Lo sé, yo misma lo escogí—el lobezno que eligió era el más hermoso de la camada.

Fueron caminando sin prisa al salón de clases con aparente fama ya que en ningún momento se dejaron de escuchar susurros, pero que Rosé ignoró o mejor dicho ni se percató al estar toda su atención puesta en Jisoo.

Jamás pensó que el demonio de la Soberbia fuera a esperarla en el portal y mucho que le agarré la mano de esa forma. La felicidad que sentía parecía tan irreal que estuvo tentada a pellizcar sus mejillas, pero eso le dolería y no le gusta sentir dolor, además, no fue necesario hacerlo al recibir los cálidos labios de Jisoo, sus alitas también le confirmaron que no estaba soñando.

Llegaron al salón de clases y fueron a sus asientos aun con las manos unidas. El ser infernal escuchaba con atención lo que Rosé decía que era todo y nada al mismo tiempo, alzó su cabeza con altivez a los que las miraban.

—Tomen asiento, es momento de empezar la clase—dijo Seulgi—. El tema de hoy es la penúltima Virtud Celestial de la Templanza, la gracia que rige esta virtud es Jeon Jungkook.

La clase siguió con aparentemente normalidad porque aun Jisoo era capaz de sentir las miradas de ambos bandos a excepción de su grupo demoníaco qué ni siquiera regresaron a verla al seguir con sus asuntos. Y bueno el grupo de amigas de su tartamuda solo se sorprendieron cuando la besó enfrente de ellas, pero no hicieron mayor escándalo o tal vez el ser divino las puso al tanto, quién sabe.

Abandonaron el salón de clases al sonar la campana y nuevamente sujetó la mano de Rosé y se dirigió al comedor, pero fueron interrumpidas por un grupo de demonios.

—¿Es verdad?—preguntó uno de ellos.

—Como comprenderás no soy adivina, no habló en código—lo vio desde arriba hacia abajo.

—¿Es verdad que fuiste al Noveno Círculo por ella, un ángel?—señaló a Rosé.

Por suerte, ese es un dato que su tartamuda ya sabía al explicarle ese día en la playa el motivo de sus heridas. Cabe destacar que la regañó de una forma muy tierna y angelical, ni siquiera podía considerarlo como tal, pero con ese gesto le demostró que tenía carácter, carácter suavemente angelical, pero al fin y al cabo carácter.

—Sí—colocó al ángel atrás suyo en forma de protección.

Llegaron el resto del grupo de Jisoo y Rosé. Los demonios se pusieron alerta ya que la última vez Rosé terminó en un almacén llorando.

—¿Es verdad que si les damos algo del Noveno Círculo conseguiremos el corazón de los ángeles?—preguntó un chico demonio con ojos esperanzados.

Ángeles y demonios se quedaron perplejos ante la pregunta. Jisoo no le interesaba los motivos por los cuáles sus... amigas les regalaron aquellos obsequios a las amigas de su enamorada y sinceramente le daba igual, aunque lo intuía, nada se escapa de sus analíticos ojos, así que hablaría por ella.

—Sí, es verdad—ella hizo todo eso por el ser divino y estaba muy orgullosa de ello.

Los ángeles se sonrojaron hasta más no poder, no hondaron más el asunto de las razones por las cuales los demonios les regalaron esos animalitos. Pero ahora con la declaración de Jisoo generó que su corazón consiga una arritmia algo peligrosa.

Ellas voltearon a ver a los demonios y solo consiguieron una sonrisa sin una gota de timidez a excepción de Nayeon, ella recibió un bostezo por parte de Jeongyeon.

—¡Te dije, tienes oportunidad!—uno le dio una palmada al chico demonio en la espalda.

Jisoo vio al chico y entendió a donde iba el asunto, por algún extraño motivo surgió una exquisita necesidad de advertirle que él no era ella, nadie está a su altura y mucho menos ellos.

—El Noveno Círculo está reservado para las elites, ustedes no son dignos de enfrentarse a él—recibió un suave apretón por parte de Rosé con un puchero, fue su manera de decirle que lo arregle al observar como el semblante de ellos decayó—. Pero les sugiero el Séptimo Círculo por lo menos tendrán a lo mucho cinco por ciento de probabilidad en sobrevivir.

Los demonios no se mostraron tan convencidos por las palabras del demonio de la Soberbia.

—Si no me creen tan solo pregunten al calzón flojo de Jennie—la señaló—, ella ya conquistó a un ángel con un obsequio del Séptimo Círculo.

—¡Cállate, tú estúpida narcisista! ¡No encontré lo que buscaba!—saltó el demonio de la Lujuria con la cara totalmente roja.

­—¿Calzón flojo? ¿A qué se refiere, Jennie?—preguntó Lisa con la cabeza ladeada.

Las risas no se hicieron esperar por parte de los demonios y se burlaron de Jennie hasta que les dolió el estómago, sus risas inundaron el pasillo.

—¿Es verdad?—esta vez la pregunta fue dirigida a Jennie.

—Sí, lo es—respondió rápido para irse pronto de ahí, ya tuvo suficiente con las idiotas de sus amigas.

—¡Entiendo, nos vemos!

Se fueron corriendo con una alegría impropia del infierno, ya que esa alegría no se debía a las torturas ni castigos a los pecadores, sino por los ángeles.

Entre los demonios ahora corría el rumor que sí conseguías un obsequio del Noveno Círculo o del Séptimo Círculo conseguirás el amor puro de los ángeles, aquello se transformó en una proeza que solo los más dignos fueron capaces de completar y que continuó hasta el final de los tiempos.

Lastimosamente, no todos sobrevivieron y vivieron junto al ángel que amaban.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora