Capítulo 43

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El ángel de batalla se preparó para ir a las clases, su ánimo fue mejor que el de los días anteriores. Cruzó el portal y fue dónde los gatitos con algo de temor por encontrarse con el demonio de la Lujuria más suspiró de alivio al no verla en el sitio.

Comenzó a darle de comer a sus animalitos mientras una sonrisa se asomó en el rostro al mirarlos alimentarse, sus niños eran muy buenos para su salud mental.

—Lisa.

Giró al instante al escuchar la voz que no pensó oír más, era Jennie, la dueña de sus pensamientos y tristezas. Estuvo tentada en correr hacia ella y besar sus labios transmitiendo lo mucho que le hacía falta, pero no lo hizo, no lo haría aun si se moría de ganas.

—¿Qué haces aquí, Jennie?—se distrajo con los mininos.

—Yo quiero hablar contigo.

—¿Ahora sí quieres hablar?—oyó las hojas secas crujir por los pasos de la pelinegra.

—Solo escúchame, ¿si, Lisa?—tomó una distancia prudente.

—¿Qué quieres?—la enfrentó.

—Lo que pasó el otro día, lo que dije no es cierto, yo no pienso de esa manera... o bueno, ya no—Jennie fue lo más sincera que pudo.

—¿Entonces qué piensas ahora?—le sostuvo la mirada.

—Qué tú eres un ser maravilloso Lisa, y que no debí jamás pensar de esa forma sobre ti, pero bueno, mi mente demoníaca no quiso ver más allá por el simple hecho de que eres un ángel y fue lo más estúpido que pude hacer—se aproximó un poquito más—. Yo en verdad... siento lo de ese día.

Fue la torpe manera de Jennie en disculparse porque era la primera vez que lo hacía y no sabía como realizarlo de una forma adecuada, pero esperó que el ángel le haya entendido, alzó la mano algo tímida porque no quería que Lisa la aparte, tocó su mejilla y no hubo ningún rechazo por parte del ser divino.

No tienes idea de cuánto extrañé tocarte.

—Yo... no puedo creerte, Jennie—se alejó.

—¿Pero por qué?—sintió un aguijonazo en el corazón—. Yo me disculpé.

—No Jennie, ¿cómo puedo estar segura que este no es uno de tus engaños? Tú... tú me lastimaste y aun me duele—el nudo en la garganta no le permitió hablar con fluidez—. No tienes idea de como me sentí.

Lisa en serio quería creer, quería caer, pero tenía miedo de que todo sea una farsa y su mente le repetía constantemente que Jennie es un demonio, lo demonios mienten.

Casi su determinación se va a la borda al sentir la calidez del ser infernal, su toque fue hechizante y con el poder de nublar sus sentidos, pero su dolor fue más grande y pudo romper aquél conjuro.

Jennie quiso decir algo, cualquiera cosa, pero su cerebro no se conectó con su lengua, fue incapaz de articular alguna oración. Las palabras de Lisa la desarmaron por completo y no hubo contramedidas para aquello.

—Es mejor que te vayas, Jennie—giró sobre sus talones y fue donde los gatitos.

—Yo... lo siento.

Jennie le dio la espalda a Lisa y se fue, ¿en serio creyó que el ángel la iba a perdonar? Su corazón se sintió sumamente pesado y con una notable desazón. Recordó las palabras que dijo ese día y deseó con toda su alma nunca haberlas dicho, pero no puede regresar el tiempo.

Pensó en que tal vez era mejor que ellas mantengan esa distancia y así sus sentimientos no iban a crecer más, pero, ¿es lo que ella realmente quería? ¿Quería dejar a Lisa atrás? Se detuvo.

¡Y una mierda, tú eres mi ángel y te voy a recuperar! ¡Ya sea por las buenas o por las... buenas!

Corrió hasta que sus piernas dolieron y ahí la vio, aun seguía en la casita de madera con el semblante decaído.

—¡Me gustas! ¡Lisa, en serio me gustas!—gritó con el corazón en la boca.

Lo que primero sintió Lisa fue su corazón latir frenético como si le fuera a dar un infarto, los ojos se abrieron a mas no poder, ¿acaso Jennie le había dicho que ella le gusta? ¿No era producto de su cruel imaginación?

—¡Sé que no me crees, así que dame una oportunidad!

Con una velocidad impresionante la mente de Lisa se descompuso, ¿en verdad le estaba pidiendo una oportunidad? Mejor aun, ¿debería darla? Sus temores se iban apoderando de ella con una alarmante peligrosidad.

—Solo necesito una oportunidad para demostrarte qué eres el ángel con quién quiero compartir mi infierno.

—Jennie, yo...—cerró los ojos.

—No digas nada, cariño. Solo escúchame, ¿bien?—se acercó y tomó la cara del ser divino entre sus manos—. ¿Puedes abrir tus hermosos ojitos color sol?—miró como acató su petición—. Tu mirada siempre me recordó al brillante sol, porque eso eres tú, un ser de luz que ilumina y alegra mi oscura existencia.

Las palabras de Jennie le colmaron de paz y de un inexplicable júbilo, sin querer una pequeña sonrisa se formó y la cual indicó al demonio de la Lujuria que estaba por buen camino.

—Sí tú estás dispuesta a pecar por mí, entonces yo me arrodillare ante Dios pidiendo misericordia y permiso para estar junto a ti—con los pulgares acarició la piel de Lisa.

Los colores se le subieron al ángel de batalla, no estaba acostumbrada a esos halagos de Jennie, solo a sus comentarios algo raros que no entendía del todo, pero este fue muy claro y fue el momento de dar su respuesta.

—Solo una oportunidad, Jennie—finalmente lo dijo.

—No necesito más, si aun después de lo que haga no quieres estar conmigo lo entenderé—con lentitud fue cerrando el espacio entre ellas.

Las inseguridades de Lisa no dejaron que los labios de Jennie hagan contacto con los suyos, pero en cambio la abrazó con fuerza transmitiendo todo lo que la había extrañado y eso fue suficiente para Jennie, su ángel la estaba abrazando de nuevo.

Haría todo lo que esté al alcance de su mano para recuperar la confianza de Lisa, aun si eso significa vender su alma al Diablo o su dignidad a Jisoo, lo que ocurra primero.

Eres mi pedazo de sol, Lisa.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora