Capítulo 7

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Lisa se hallaba en su casa preparando un poco de leche con chocolate. Trató de distraerse y no pensar en los eventos pasados de la anterior semana, no podía creer que los demonios pudieran sacarla de casillas tan fácilmente, ¿no se supone que al ser ángeles poseen un plus en paciencia? Pues parece que no, porque todo se iba a la borda cuando Kim Jennie era parte de la ecuación, había algo en esa demonio que le molestaba más de lo normal, supuso que fue por la primera impresión que fue horrible.

Terminó de preparar la chocolatada y lo puso en un tarrito color rosa. Salió de su casa y se dirigió al hogar de su pequeña Foodsé. Ingresó sin tocar y vio a su mejor amiga desparramada en la cama babeando en la almohada, le causó mucha ternura.

—Hey, Rosé, es hora de levantarse—su mano le brindó suaves caricias en el cabello.

—Mmm...

—Vamos, pequeña Foodsé, no quieres ver como las princesas infernales se enojan.

En un santiamén estuvo despierta, Rosé les tenía mucho miedo, pero por lo menos era una buena herramienta para hacerle levantar temprano.

—Báñate rápido o vamos a llegar tarde.

La pelirosa no respondió, ahorita estaba en piloto automático, se ducho veloz y fueron al portal. Caminaron en los pasillos con familiaridad, accedieron a la clase y fueron a sentarse junto a sus amigas quienes no dudaron en saludarlas.

—Lisa, tengo hambre—infló sus mejillas.

—Lo sé, por eso preparé esto en la mañana, toma—le extendió el tarrito rosa.

—¡Gracias!—le dio un sorbo—. Está muy rico.

Tomó feliz su chocolatada mientras sus alitas se movían con suavidad. Lisa gesticuló una sonrisa mientras con su mano derecha le dio palmaditas en la cabeza.

Jennie al ver esa escena rodó los ojos y puso una mueca de asco, le enfermaba las muestras de cariño de los ángeles porque sin duda ningún demonio haría lo que ellas hicieron, jamás, nunca.

Viró su cabeza y mejor se concentró en Jisoo, a veces, solo a veces deseaba ser como la mayor e ignorar todo a su alrededor, porque ella era así y lo demostró en el comedor al retirarse de ahí por la ruidosa disputa entre los ángeles y demonios, todo se debía a que interrumpían su sagrada lectura.

—Jennie si sigues viéndome sin decir nada voy a pensar que te gusto—habló Jisoo pasando la página.

—Lo único que me gusta de ti es tu lengua—manifestó pícara.

—Jennie, me halagas, pero no me obligues a verte y descubrir que es lo que ocultas.

La coqueta sonrisa se esfumó, pero no dijo nada e hizo lo mejor para ella, dejar de ver a Jisoo. Odiaba ser un libro abierto para la mayor porque con tan solo un vistazo ya lograba descifrar sus pensamientos y eso no le gustaba, los ojos de Jisoo son peligrosos, siempre lo han sido.

Arrugó la nariz al percibir otra vez ese meloso aroma que se introducía en su ser, sonrió al recordar la cara molesta de los ángeles en el comedor, en especial la expresión de Manobal, pero no podían culparlos, en su sangre había una especie de tradición en sacar de quicio a los seres divinos del Todopoderoso. Una vez más todos los presentes comprobaron que la convivencia era imposible, en especial con la estirada de Manobal, ¿cómo se le ocurre decir que ella, uno de los demonios más hermosos le provoca lástima? Sus ojos de seguro tienen cáncer para decir semejante blasfemia.

Ángel idiota.

—Muy bien queridos, tomen asiento. Ya vamos a empezar y Jisoo—Joohyun la llamó.

—¿Si?

—Vamos hablar de tu casa, así que espero que en esta clase pongas atención y dejes de lado tu libro, querida—por la manera y el tono que lo dijo Joohyun fue más bien una orden—. Aunque sería mejor que todos los demonios pongan atención—un escalofrío recorrió la columna de todos los seres infernales.

Rosé se interesó por lo dicho por su profesora y más cuando nombraron al demonio que siempre se la pasa en su mundo leyendo, todos los ángeles se percataron que Jisoo era un tanto diferente a los de su raza, ella los ignoraba y ya, no había más.

—Seulgi, querida, espero y sepas de que casa soy o me ofenderé muchísimo—elevó las comisuras de los labios con una pizca sádica.

—Perteneces a La Casa de la Lujuria—respondió muy segura.

—Excelente querida, combatir contra ti no fue en vano—sonrió en línea recta—Ahora...—se vio interrumpida por la presencia de Yongsun y Moonbyul que con la cabeza dijeron que continúe—. Como iba diciendo, ahora esta pregunta que haré va dirigida a los ángeles, ¿que se les viene a la mente cuando digo lujuria?

Los ángeles se vieron entre sí, ellos conocían la respuesta, pero su profesora no les daba la suficiente confianza como para decirla sin sentirse intimidados por su fría mirada. Nayeon primero respiró y alzó la mano sin titubear.

—Adelante, querida.

—Se refiere a los pecados capitales—afirmó, no fue una pregunta porque ella estaba segura de la respuesta.

—Correcto, querida, me alegra saber que hay ángeles que no son ignorantes—la mayoría de los seres divinos se ofendieron—. Hay siete pecados capitales, por ende, habrá siete casas infernales que son: Soberbia, Lujuria, Envidia, Ira, Pereza, Gula y Avaricia. Y hoy vamos hablar sobre la primera casa infernal, La Casa de la Soberbia o también conocida como Orgullo. Considero prudente que la señora de la casa habla de ella, querida Moonbyul tu turno.

Joohyun se hizo a un lado y dejó que la princesa de la Soberbia de un paso al frente, la presencia que imponía aquella mujer era imponente y más cuando su mirada expresaba superioridad dirigida a cada uno de los presentes, se sintieron pequeños.

Así que Jisoo pertenece a La Casa de la Soberbia, Rosé se enfocó en la explicación de su profesora, quería saber si la forma de ser de Jisoo era porque era proveniente de esa casa o simplemente era su personalidad de ignorar cada ser viviente en su entorno, con discreción volteó a verla y ocultó una risilla con su mano al notar como inflaba el pecho con orgullo al escuchar hablar de su casa, ahora con certeza comprobó que sin duda pertenecía a la Soberbia.

—¿Estas bien, Rosé? ¿Sientes náuseas?

—No te preocupes Lisa, estoy bien—le sonrió.

—Bueno, cualquier cosa me avisas.

La pelirosa asintió, casi la descubren. Mejor apartó la mirada antes de que Lisa le haga otra pregunta y no sepa como responder, pero por el momento se dedicaría a escuchar cada una de las palabras de la profesora Moonbyul.

¿Será que en el cielo hay un libro que hable de La Casa de la Soberbia? Cuando acaben las clases se encargaría de averiguarlo, podría saber mas de Jisoo y, eso sin duda, le sacó una sonrisa.


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Milagrosamente PecaminosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora