Capitulo 24. Un lugar poco decoroso

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El carruaje no tarda en llegar al parque, me bajo con ayuda del cochero y me quedo en la entrada. El sol está en lo más alto por lo que es justo el medio día.

Pasan unos minutos y veo a Mariam venir apresurada. Lo hace sola y eso hace que sienta preocupación, no he traído acompañante pensando en que ella lo haría. Se que ya soy una mujer casada pero aún así no está bien visto que una mujer ande sola por las calles de Londres. Vale que estaré acompañada de Mariam pero no sé si es correcto que vayamos solas las dos.

Hoy lleva un vestido azul celeste que hace juego con el color de sus ojos, sus mejillas están sonrosadas por la carrera que acaba de dar. Y como siempre luce una dulce sonrisa.

Seguro que no ha visto el estúpido periódico. Se agarra a mi brazo y me arrastra literalmente a través del parque. No digo nada solo voy a su lado. Un tiempo después hemos dejado el parque y caminamos por unas calles poco transitadas. Creo que es la primera vez que vengo por esta zona.

Estos deben ser los barrios bajos de los que hablan las chicas del servicio, hay alguna que otra mujer con vestidos muy llamativos y demasiado escotados. También llevan demasiado maquillaje y al pasar cerca de ellas nos gritan cosas obscenas. No sé cómo sentirme en estos momentos, si avergonzada o molesta?

— Mariam, no estoy segura de querer acompañarte. No creo que este sea un buen lugar para nosotras, además creo que Andrew se enfadaría conmigo si supiera dónde estoy — .

— No tienes de que preocuparte, ya casi hemos llegado. Descubrí este sitio gracias a una de las chicas que trabajaba en mi casa —.

En ese justo instante paramos delante de lo que parece un establecimiento, bueno no de cómo llamarlo, quizás una taberna.

Mariam me agarra fuertemente la mano y me introduce en ese lugar. Es un sitio oscuro y algo lúgubre. Hay varias mesas colocadas cerca de la pared y una gran barra de madera donde hay varios hombres tomando lo que parecen pintas de cerveza.

No me gusta el olor, es algo difícil de describir... No se orines, alcohol, sudor y comida tal vez. Es una mezcla  extraña y empalagosa que entra por la nariz y se queda fijada allí.

Tomamos asiento en la última mesa, la que está más retirada de la gente. Un señor calvo, desaliñado y con un parche en un ojo se acerca a nosotras.

— Qué desean tomar unas damas tan refinadas? —.

— Walter, soy Mariam no me reconoces? —.

—  Hacia mucho que no nos visitabas! Creíamos que te habías olvidado de estos pobres desgraciados. Chicos mirar quién ha vuelto! — dice gritando ese señor.

Al instante un grupo de personas se acercan hasta la mesa y saludan efusivamente a Mariam. Esto me deja desconcertada, prefiero no decir nada y observar con atención.

— Mariam dime que nos deleitaras con tu dulce voz? — dice un hombre joven con el pelo largo sobre la cara.

—  Si, claro que lo haré pero antes comeremos, esto famélica. Jajajaja — .

—  Ahora mismo te traerán la especialidad de la casa —. Dice el señor al que Mariam llamo Walter.

Todos siguen conversando con Mariam animadamente, se ve que se conocen bien y se tienen confianza por la manera en la que se tratan se diría que se conocen desde hace tiempo.

Nos sirven unos platos de carne asada, la pruebo y no soy capaz de reconocer el sabor, está buena pero no sé de qué animal se trata. Mariam me mira sonriendo y me dice:

— No preguntes sera lo mejor, tú solo disfruta de la comida y del ambiente, esto no se ve todos los días —.

Terminamos la comida y Marian se levanta de la mesa, el chico del pelo largo saca un violín y comienza a tocar, otro de los hombres tiene en las manos una flauta o un clarinete y toca la misma melodía.

Lo que sucede después hace que casi me desmaye de la impresión.

Mariam se sube en una mesa y se quita la falda dejando  sus piernas a la vista de todos. De un momento a otro comienza a cantar una canción que jamás había escuchado, todos en el lugar la jalean y la aplauden.

No puedo negar que tiene una voz perfecta pero no sé si el baile y el vestuario son decorosos.

Canta varias canciones, cuando termina baja de la mesa y vuelve a colocar la falda de su vestido. Walter se acerca y le da un sobre. Ella sonríe y se despide de todos.

Salimos a la calle y no dice nada, estoy tentada a preguntar qué es lo que acaba de pasar hace un momento, cuando un hombre poco agradable saca una navaja y nos amenaza con ella.

Este es mi último día de vida y lo he pasado en un lugar como este!

Nos pide todo lo que tenemos de valor, y la verdad es que no es mucho por mi parte, solo llevo la alianza de casada y unas libras. No sé si será suficiente para este desalmado.

— No te vamos a dar nada! Por qué no te pierdes a algún lugar donde nadie te pueda ver la cara de sapo que tienes? —dice Mariam con soberbia y mucha seguridad.

Creo que acaba de firmar nuestra sentencia de muerte, sería más fácil haberle entregado todo. Quizás así nos hubiese dejado marchar sin ningún rasguño.

— Creo que no eres muy lista, o me das todo lo que llevas o te mando para el otro barrio ahora mismo. Gorda asquerosa!— dice escupiendo sus palabras, pero escupiendo de verdad, sus babas salen disparadas de su boca dejando a la vista una dentadura podrida.

Mariam se acerca a ese hombre y de la nada coge su brazo, se lo retuerce y lo somete el arma cae al suelo y le da una patada. El hombre no deja de insultarla y decirle que le ha partido el brazo.

Después de eso el sale corriendo maldiciendo.

— Mariam, qué es lo que acaba de pasar? No sé si estoy soñando o es real lo que acabo de ver? — pregunto incrédula y en shock por lo que acabo de presenciar.

— Llevo viniendo aquí desde los dieciocho años, con lo que gano por cantar compro algo de comida para mí y otra poca que donó a los pobres. Walter me enseñó a defenderme de la gente como la que acabas de ver... Hacia unos meses que no venía, ya que mi madre comenzó a sospechar de mis salidas y en esencia eso es todo. En ese lugar nadie me juzga, solo disfrutan de mi espectáculo y nadie me trata mal. Espero que no me juzgues mal por eso— .dice Mariam con lágrimas en los ojos.

— No te juzgo y claro que guardaré tu secreto. No creo que esté mal lo que haces aunque eso de enseñar tanto tu cuerpo no sé si está bien? Pero si a ti no te importa a mí tampoco — respondo abrazando a mi amiga.

— Volvamos al parque y te contaré todo sobre lo acontecido con Lord Stevens, también te daré la respuesta sobre tu proposición —.

—  Y por qué no ahora? —.

— Me gusta hacerme de rogar un poco. Jajajaja —.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora