Capitulo 32. Mi caballero de brillante armadura

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Esto no puede ser real, debo de estar soñando. Me levanto de la cama y comienzo a andar todo lo rápido que puedo que no es mucho a decir verdad.

Andrew también camina hacia mí. Y a decir verdad apenas he caminado unos pasos cuando Andrew ya me tiene entre sus brazos. Mis lágrimas comienzan a brotar como si de un mar agitado se tratara.

No soy consciente hasta unos minutos después de que Christine y Luci han abandonado la habitación.

Andrew me ayuda a llegar hasta la cama y se sienta a mi lado.

— Lo siento...—

— No tienes porque pedir perdón. Yo no te culpo, fue esa maldita la que urdió todo este plan...—

— Pero...—

— Pero nada— dice poniendo un dedo sobre mis labios para hacerme callar.

— Ahora todo está bien, necesitas descansar ya hablaremos por la mañana—

Me cuesta un poco dormir, no puede dejar de mirarlo. Tengo miedo a que no sea real y despertar en una pesadilla.

— Despierta dormilona, desayuna algo rápido porque en media hora partiremos hacia la casa de campo—

— Y qué pasa con ella? Y si descubre que no me han vendido? Y las chicas que pasará con ellas?—

— Dile a tu cabecita que deje de pensar tanto, todo está solucionado. No sufras más, después te lo contaré todo—.

Asiento con la cabeza, me levanto me aseo y comienzo a desayunar. Y como dijo Andrew media hora después estos de nuevo en un carruaje. Está vez las ventanas no están tapadas cosa que agradezco gratamente.

Me acurrucó cerca de Andrew e intento disfrutar del paisaje.

— Con tan solo un día de tu marcha la policía me hizo llamar a comisaría. Ellos habían descubierto quien era la autora de las notas. Desde ese momento supe que te había pasado algo... Llegamos a la casa de campo y como sospechaba tu no habías llegado.
La policía y yo fuimos a la casa de esa señora, he decir que la policía tiene unos métodos muy peculiares pero eficaces para sacar información. Después de dos horas confesó todo su plan. Reía a carcajadas mientras se la llevaban detenida, creo que pensó que nunca te encontraría y por poco se hace realidad.

En un golpe de suerte encontramos a su hermano cuando regresaba a casa, a él no hizo falta decirle nada. En pocos minutos nos contó lo que había pasado contigo y hacia donde te llevaban. También nos explico que tuvo que matar a tres chicas en el camino, ellas habían intentado escapar. Sabía que si lo hacía su hermana lo castigaría.
Cuando llegue a la subasta no pude hacer nada por tus amigas ya que las había comprado una señora antes, pero de algún modo las iba a salvar. Tuve un golpe de suerte al encontrarlas vestidas de hombre. Tuve que llevármelas a la fuerza y tras varias horas ellas creyeron en mi versión. Contigo fue más fácil gracias a Dios, hubiese pagado mi fortuna entera con tal de tenerte a mi lado. Por suerte no me costaste mucho— dice sonriendo.

— Ah, entonces ahora eres mi dueño y señor— respondo con sarcasmo.

— Eres mía, desde el momento que dijiste si quiero en el altar—

— Soy tuya desde la primera mirada que me dedicaste— digo sonrojada.

***

Después de un día de viaje, llegamos hasta una pequeña aldea, paramos en medio de la plaza y bajamos. También se bajan del segundo carruaje Christine y Luci.

Luci parece nerviosa pero no deja de sonreír, sale corriendo hasta lo que parece ser la panadería y de allí sale un hombre cubierto de harina que la balancea en el aire. Ese debe de ser su prometido.

Pasamos el resto del día con la familia de Luci, ellos están muy agradecidos por lo que hemos hecho, yo la verdad es que no creo haber hecho mucho. Es  gracias a Andrew que está aquí de nuevo.

Pasamos la noche en una vieja posada. No está demasiado limpia pero poco me importa, lo único que quiero ahora mismo es tener cerca a Andrew.

En la mañana temprano nos despedimos de Luci. Le doy mi dirección y le pido que me escriba. También le ofrezco nuestra casa en Londres para que pasen la luna de miel. Así al fin podrá conocer Londres y yo podré disfrutar unos días de su compañía.

En la tarde llegamos hasta una pequeña granja. Paramos en el camino. Christine sale disparada del carruaje, una señora muy mayor sale hasta la puerta de la casa y llora desconsolada.

Después de calmar a la abuela de Christine, esta nos prepara la cena, se la ve avergonzada porque sus platos son sencillos. Andrew le regaña y le dice que no importa la comida, lo que de verdad importa es la intención.

No es más rico quien más tiene sino el que menos necesita

La señora le sonríe agradecida, a la hora de dormir nos ofrece su cama, cosa que declinamos de inmediato. A su edad y enferma no está para dormir en el suelo, le pedimos unas mantas y nos tumbamos cerca del hogar.

Esta vez me marcho mucho más triste que la vez anterior. Christine y yo hemos creado un vínculo muy bonito. Ella es mi niña, mi protegida... Por lo que he prometido mandar a un doctor lo antes posible, correr con los gastos médicos y dar una educación a Christine. En menos de un mes deben estar en Londres, se quedarán en la pequeña casa de invitados que tenemos en el jardín.

Todo lo que he ofrecido  a Sido sin permiso de Andrew, creía que se enfadaría conmigo pero no fue así me sonrió y me apretó la mano muy fuerte.

— Y ahora a dónde quiere ir mi esposa? A la casa de campo o a Londres?—

— Volvamos a casa, ya iremos en unos meses a la casa de campo ahora necesito ver al doctor— respondo sonriendo.

— Es verdad! Como he podido ser tan estúpido, he olvidado que tus manos y tus pies están muy dañados, debí de buscar atención médica nada más sacarte de ese lugar...—

— Shhh...— está vez soy yo la que supongo dos dedos sobre sus labios haciéndole callar.

— Los pies y las manos están sanando, necesito ver a un doctor porque...—

Cojo su mano y la coloco en mi pequeño vientre.

— No puede ser... Tú? Tu vas a darme un hijo!—.

— Más bien hija— respondo sonriendo.

— No sabes lo feliz que me haces Anwen—  dice para después besarme  hasta dejarme casi sin aliento.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora