Capitulo 28. En la oscuridad

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Llevamos dos meses ya en Londres y le he pedido a Andrew viajar unos días a mi casa de campo. Hace mucho tiempo que no veo a Ana y a su bebé. También quiero ver qué todo está en orden.

Aunque la verdadera razón es que quiero escapar unos días de esta sociedad asfixiante.

Andrew me ha permitido partir sola y en unos días el me acompañará también, le he escrito una nota a Mariam pero no he obtenido respuesta por lo que ahora mismo me encamino hacia su casa. En unas horas parto hacia el campo y me encantaría que me pudiese acompañar.

Llegó hasta su casa y para mí sorpresa su madre me recibe con el ceño fruncido. Le pido por favor hablar con Mariam y ella me responde que no conoce a ninguna mujer con ese nombre. Pero que le pasa a esta mujer! De verdad que no está bien de la cabeza. Cuando voy a replicar aparece su esposo.

Me explica que su esposa no se encuentra muy bien de salud y que Mariam estará al menos seis meses fuera de Londres él también me explica que una hermana suya ha caído enferma y que Mariam se ha ofrecido gustosa a cuidarla.

Me marcho de la casa con serías dudas, lo primero Mariam me habría informado de su partida, segundo creí  haberla escuchado decir que su padre era hijo único por lo que no entiendo nada. Tampoco me creo que su madre este enferma, no tenia mala cara y menos parecía padecer algún dolor.

Vuelvo a casa y mi equipaje ya está en el carruaje, paso al interior para despedirme de Andrew pero este no se encuentra en casa, en su lugar encuentro una nota deseandome un buen viaje y recordándome su amor. Siento  qye no me podré despedir de él pero al menos lo veré en unos días.

Me subo al carruaje y me encaminó hacia mi casita, un olor dulzón inunda el interior, el sueño se apodera de mi y en pocos segundos me quedo profundamente dormida.

Me despiertan unas náuseas horribles, pido al cochero que detenga el carruaje pero este parece no escucharme.

Golpeó más fuerte, si no para pronto vomitaré dentro del vehículo.

— Cochero, cochero... detenga el carruaje—

No escucho respuesta alguna, asomo la cabeza por la ventana y veo la silueta de dos hombres delante, ellos están hablando pero no sé han percatado de mi presencia en la ventana.

— Parece que no has puesto bastante éter porque la duquesita se ha despertado ya. Eso nos dará problemas!—

— No temas, estamos a punto de llegar— responde el segundo hombre.

No sé cómo lo hago pero vómito todo lo que alberga mi estómago y ellos no parecen darse cuenta. Introduzco de nuevo mi cuerpo en el carruaje.

Creo que estoy en problemas, ninguna de las dos voces masculinas eran la de mi cochero, por lo que entiendo que algo le ha pasado y esos dos hombres me han secuestrado. Pero por qué? Quizás quieran dinero o se trate de otra cosa? Estoy aterrada pero me toca ser fuerte. No puedo permitir que ellos ganen. Si lo hacen yo perderé la felicidad que tanto me ha costado conseguir.

El carruaje se detiene puedo ver qué estamos delante de una gran casa de estilo victoriano. No puedo ver mucho más ya que el olor vuelve a invadir de nuevo mis cosas nasales y mis ojos se cierran sin remedio.

Escucho gritos, también escucho los llantos de alguien. Abro los ojos pero todo está oscuro. No sé dónde estoy, tampoco se de quién proviene ese llanto desesperado.

Estoy tirada sobre el suelo, lo se porque está frío y húmedo. Me levanto y con los brazos estendidos avanzó en la oscuridad. Pocos pasos después me topo con una pared, cambio de dirección y de nuevo otra pared. Estoy en una habitación o eso creo es pequeña y no cuenta con ninguna ventana.

— Dónde estamos? Por qué lloras? Estas bien?— pregunto pegada en la pared de donde proviene el llanto.

— Yo... yo no lo sé. Tampoco sé el tiempo que llevo aquí. Creo que un día o dos. Solo se que dos hombres me cogieron en el huerto de mi casa y ellos...— dice enteré sollozos.

En ese justo momento el chirrido de una puerta de metal me hace retroceder, una luz se filtra y consigue cegarme, soy agarrada y arrastrada por un mosntruo. Bueno no lo es, pero es un ser gigante con la cara deformada y una cojera bastante notoria.

Ese ser responde al nombre de Aarón me deja en un despacho atada a una silla. Se su nombre porqué una voz femenina sentada en un sillón de cuero le pide que nos deje solas.

— Ese estúpido periódico no te hace justicia! En verdad eres linda y atractiva, creo que me pagarán bien por ti...—

Qué le pagarán por mi? Acaso cree soy de su propiedad. Donde demonios estoy y en qué estoy metida. La señora que acaba de hablar parece tener unos treinta años es pelirroja y de curvas muy marcadas.

— Perdone señora, creo que esto se trata de un error...—

Ella no me deja terminar de hablar pone sus dedos sobre mi boca y comienza a hablar:

— No se trata de ningún error querida, tu estás aquí porque yo lo he querido, ese estúpido viaje retraso un poco mis planes. Pero ahora Andrew pagará por haberme rechazado —.

— Yo no tengo nada que ver con eso, por favor déjeme ir. No diré nada  se lo juro señora—

— Jajajaja... Tu tienes la culpa, el te eligió a ti frente a mí. Así que si tú desapareces el volverá a mi lado. Y no insistas mañana partirás junto a las demás. Allí a donde vas no te faltarán hombres querida. Pero antes debemos comprobar que no estes dañada y menos enferma sino eso te restará valor y no me gusta perder dinero—

De nuevo la puerta se abre y ese ser me lleva arrastras por un largo y estrecho pasillo, intento soltarme pero su agarre es muy fuerte, me tumba en una cama y me ata de pies y manos. Un hombre mayor con olor a alcohol y la ropa manchada con restos de sangre comienza a examinarme.

Su contacto me produce náuseas, levanta mi vestido y mira en mi intimidad. Intento detenerlo pero no consigo nada. Mis gritos son amortiguados por las gruesas paredes, mientras las lágrimas recorren mi rostro.

Cuando termina de examinarme se dirige hacia la puerta, allí le espera la misma señora de antes escucho como le dice que en mi vientre crece vida. Ella comienza a reír y le comenta que quizás doblen la cantidad. Hay unos tipos de hombres que prefieren a las mujeres en estado de buena esperanza...

De nuevo en la oscuridad, las lágrimas ruedan por mis mejillas. Recuerdo a la dama blanca y sus palabras. Ahora se a lo que se refería. Se que debo cuidar y proteger a la niña que crece en mi interior. Pero para eso lo primero que debo hacer es escapar.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora