Capitulo 11. Mariam, vosotros sois mi fuerza

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Gracias al cielo que ayer se marchó el petulante de Harry, y pensar que llegue a estar enamorada de él!

Creo que no sabía lo que era el amor, solo me dejaba endulzar el oído con las cosas bonitas que él me decía. Nunca mantuvimos una conversación de verdad. Todo se basaba en los colores de mis vestidos. Todos tenían que combinar con el color de sus ojos. Y en si su atuendo era bello. Eso era todo.

Ahora me doy cuenta de que Harry no sabe amar, solo se ama a si mismo. Tenía la vaga esperanza de que estuviera interesado en conocer a su hijo. No sé pensé  que quizás debajo de ese cuerpo de hielo podía latir un corazón de verdad.

Pero de nuevo estaba equivocada, a mi hijo no le hará falta ese hombre en su vida. Eso lo prometo por mi vida misma!

Camino hacia el mercado como todas las mañanas, mañana se celebra en el pueblo una feria de ganado, según Arthur el pueblo estará rebosante de gente. Y según dice él cuanta más gente más dinerillo en el bolsillo...

Compro todo lo necesario y vuelvo hacia la taberna. Aunque es invierno la mañana está soleada.

— Hacía donde va la dama más bella de toda Inglaterra.— dice una voz a mi espalda.

— Eres un adulador Jonathan Middleton.—

— No lo voy a negar, estoy locamente enamorado de ti Mariam... Un momento aun no se tu apellido?—

— Eso no es importante. Prefiero llamarme Mariam a secas, quizás algún día sea Mariam Middleton...—

— Lo dices en serio, no estas bromeando?—

— Jhonatan aún no me lo has pedido, y antes de hacerlo debes de pedirle permiso al señor Arthur.—

— No dudes que lo haré. Puedo acompañarte?—

— No tienes trabajo?—

— Si, pero la taberna me pilla de camino—

— Se que no es cierto, pero estoy encantada de que seas mi acompañante— respondo sonriendo.

— Mariam, no te he visto en varios días, no habrás estado enferma? Porque recuerdas que además de tu prometido soy el doctor del pueblo, verdad?—

— Prometido?—

— Déjame una horas y será oficial—

— Hay algo que debo contarte Jonathan, hace unos días estuvo aquí el padre de Gael... me pidió matrimonio y bueno hasta ayer por la tarde no se marchó del pueblo. No me apetecía nada encontrarmelo de nuevo, por eso no he salido de casa hasta hoy.—

— Y qué le respondiste?—dice con el ceño fruncido.

— Jhonatan, en serio! Qué crees que le respondí? Que no, claro está!— respondo un tanto molesta por sus dudas.

— Lo siento, por un momento me he sentido celoso, quizás aún lo amas y eso...—

— No sigas, creo que nunca lo he querido. Simplemente él llamó mi atención y fue el primer hombre que se interesó en mí de una manera romántica.—

Llegamos hasta la puerta de la taberna, por raro que parezca Jonathan no sigue su camino, sino que pasa detrás de mí al interior del local.

Busca a Arthur y le pide tener una conversación a solas, por lo que yo me paso a la cocina con Ingrid y Gael.

— Qué traman esos dos?—

— Creo que Jhonatan le va a pedir mi mano a Arthur...—

— Lo dices totalmente en serio, esa sería la mejor noticia del mundo. Nosotros emparentados con un doctor y no con uno cualquiera sino con uno con pedigrí!—

— Ingrid, parece que hablas de un perro... jajajaja—

— Yo me entiendo—dice sonriendo y cogiendo una jarra de vino.

Sale de la cocina y se dirige hasta la mesa donde están sentados, coge la jarra y le sirve dos vasos de vino.

Mira que es cotilla, bueno al menos sabre de que están hablando. Ella si que tiene valor.

Una vez que vuelve Ingrid a la cocina me acerco nerviosa hacia ella.

— De qué hablaban? Cuéntame Ingrid, muero por saberlo...—

— Mmm... creo que debes salir y averiguarlo por ti misma.—responde guiñándome un ojo y dejándome una sonrisa pícara.

A veces pienso, que Dios se apiadó de mí, y que en mi desgracia me concedió a la madre que nunca tuve. Porque aquella que me dio la vida no se merece ese nombre.

Camino hacia la mesa donde están los dos hombres de mi vida, bueno el tercero está en la cocina. Llego hasta ellos y me siento en una banqueta.

— Se puede saber de qué hablaban estos caballeros?— pregunto con una sonrisa burlona.

— Jonathan me ha pedido tu mano, y hasta me ha ofrecido darme una dote por ti. Cuando es el padre de la novia el que debe ofrecer algo al prometido, pero este hombre es un cabezota, lo único que hemos podido acordar es que si tú dices que sí! él nos atenderá de manera gratuita.—

— Qué respondes Mariam, quieres casarte conmigo?— pregunta Jonathan hincando la rodilla en el suelo y cogiendo mi mano.

— Si, si que quiero— respondo y comienzo a llorar.

— Si llegó a saber que mi propuesta te haría llorar no lo habría hecho—

— No digas tonterías, eso ed que estoy emocionada, bobo.—

— Bueno me marcho querida, debo prepararlo todo, avisar a la abuela, hablar con el párroco, y comprar todo lo necesario para la celebración...—

Después de esas palabras coge una de mis manos deja un beso en el dorso, y sale corriendo sin dejar que de mi boca salga una palabra.

— Pero a este hombre que le pasa?—

— Nada querida, solo que os casáis en dos días!—

— Como que dos días? Es demasiado apresurado. Ni siquiera creo que consiga mi partida de nacimiento tan rápido...—

— Yo creo que sí, un hombre enamorado no ve límites ni tiene barreras.—

— Pero ni siquiera tengo un vestido para la ceremonia?—

— De eso me encargo yo, Arthur te quedas al cargo y no dejes solo a Gael, si le pasa algo te mato!— dice Ingrid sacándome arrastras de la taberna.

Llegamos en menos de cinco minutos a la casa, allí me toma medidas y no me dice más nada. Bueno una cosa si me dice que vuelva a la taberna con Arthur, no se fía de él lo más mínimo.

****

Definitivamente Ingrid es la madre que siempre debí tener, ha arreglado su vestido de novia y me lo ha regalado.

Es lo más bonito que nunca nadie a hecho por mí, me hubiera gustado que Anwen estuviera en un día tan especial... pero con las prisas de este hombre no he podido escribirle una carta invitándola, además tampoco hubiera sido posible ya que el cartero no viene hasta el mes que viene.

Llegó a la iglesia del brazo de Arthur, todo está adornado con flores blancas, apenas si hay unas diez personas en el interior. Muchas de ellas siguen pensando que no merezco que alguien me ame por haber tenido un hijo ya.

Ese poco me importa, porque voy a unirme para el resto de mi vida con el hombre más bueno y más apuesto de toda Inglaterra.

Da igual si tenemos dinero o no, dan igual los vestidos y las joyas. Lo único que me importa es que Jonathan y Gael son ahora mi familia. Y siempre lo serán.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora