Capitulo 18. Nunca más estarás sola

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Después de leer esa estúpida sección me sentí más identificada con Mariam de lo que creía, yo también había sido gordita como ella, y sabía cómo se sentía que te ridicilurizaran y te humillaran por ello. La única diferencia entre ella y yo era que a ella nunca la habían maltratado al menos físicamente.

Su padre la amaba y la consentía en secreto. En cambio su madre le hacía pasar hambre y en la encorsetada hasta casi perder el conocimiento por la falta de aire. Ahora comprendía por qué le costaba respirar.

Mientras estuvo en casa le afloje el corsé, para que estuviese más cómoda, ella me contó que su madre pretendía llamar la atención de los caballeros con la voluptuosidad de sus pechos. No sólo conseguía reducir unos centímetros de su vientre con esa prenda sino que también resaltaba su pecho.

Había pasado tres temporadas buscando marido, no es que ella lo deseará pero estaba en edad casadera y era lo más normal. En ninguna de las temporadas había tenido suerte, su padre le dejó escoger al que sería si marido, gracias al cielo que esa vez sí que se pudo imponer frente a su madre porque para su desgracia solo se habían interesado en ella viudos demasiado viejos y algún que otro libertino que lo único que deseaba era una aventura más.

La próxima temporada sería la última para ella ya su padre le había advertido que está vez aceptaría la primera propuesta de matrimonio que recibiera. Sino lo hacía tendría dos opciones un matrimonio concertado por sus padres o ser internada en un convento. A esta última opción se negaba en rotundo, no por que dudará de su fe a Dios. Sino que las normas y el voto de silencio de los conventos la meterían en muchos problemas y castigos.

Durante la tarde no solo fue ella la que hablo, yo también lo hice bastante, a su lado me sentía cómoda para hacerlo. Por primera vez no tenía miedo a ser juzgada, ni rechazada.

El momento tenso de la tarde fue cuando ella me preguntó qué es lo que pasaba entre un hombre y una mujer en la intimidad. Dudaba sinceramente que ella llegará a experimentar nada parecido. No era atractiva a los ojos de los hombres y al ser soltera nadie le contaba lo que ocurría en la intimidad.

Me contó que había una pequeña librería donde vendían libros románticos y algunos de ellos narraban escenas eróticas. No comprendí bien lo que esa palabra podría significar aunque me daba una ligera idea.

No le conté nada, evidentemente. Aunque me sentía cómoda con ella, no le tenía tanta confianza para hablar de esos temas. Además no es como si yo fuera Lady Experiencia! Solo había estado una vez con un hombre. En cambio si que le prometí acompañarla a la librería en la mañana siguiente.

No sabía si debía contarle a Andrew sobre mi charla con mi nueva y única amiga. Tenía miedo a que me regañara por acompañar a Mariam a comprar literatura de ese tipo. Al final decidí omitir detalles, al fin de al cabo no era mentir pero tampoco era decirle toda la verdad.

Esa noche no tuvimos intimidad, las dudas e inseguridades volvieron a surgir en mí. Pero nada más lejos de la realidad, él si deseaba estar conmigo el problema es que mi zona íntima aún debía de sanar, por la mañana cuando me levante vi sangre en las sábanas por lo tanto deduje que de ahí venía mi dolor. El debía de haber roto algo en mi interior. Así que durante unos días más no pasaría nada entre nosotros, solo besos y caricias. También dijo algo de conocer nuestros cuerpos mejor pero ya no me lo quiso explicar. Dejó un beso sobre mi frente y se quedó totalmente dormido.

— Andrew he quedado con Mariam para ir a la librería te parece bien?—

— Sabes que no tienes que pedir permiso, puedes ir a donde desees. Pero me gusta que me consultes así puedo estar tranquilo—

Termino de desayunar, tomo mi bolso y cojo mi sombrero. Me dirijo hacia la casa de Lady Mariam acompañada por una de las chicas del servicio.

Cuando llegó a su casa ella ya me está esperando en la puerta, me hubiese gustado pasar y saludar a sus padres, ya que ellos estaban invitados a mi boda y no se quién son.

— Anwen estoy tan emocionada! Es como si estuviéramos haciendo algo prohibido—

—  Si lo dices así, suena como si estuviéramos cometiendo un delito—

—  Es la primera vez que voy a hacer algo así, estoy tan feliz de que me acompañes—

Yo también estoy feliz de tener una amiga, es verdad que tengo a Andrew pero creo que también necesitaba estar con alguien de mi sexo y de mi edad.

Caminamos por las calles de Londres, a estas horas ya hay demasiada gente, por eso me gusta más la vida en el campo, me cuesta tanto acostumbrarme al ruido, los olores, el ajetreo...

Creo que también tiene algo que ver el haber estado encerrada en casa durante tantos años.

Mariam no deja de hablar ni un segundo, me resulta tan graciosa que no dejo de sonreírle. Un tiempo después llegamos a la librería, la dueña resulta ser una mujer muy agradable, nos cuenta que llego hace tan solo un año desde Francia y todavía le está costando acostumbrarse al clima y al humor inglés.

Nos dice que en Francia son más abiertos y liberales. Esas palabras hacen mella en el corazón de Mariam, se la ve más entusiasmada si cabe.

Buscamos los libros Mariam coge uno y yo también lo hago. Me produce curiosidad y yo también quiero leer lo que se narra en este tipo de literatura.

La señora nos sonríe con picardía al cobrarnos los libros. Agradezco al cielo que se trate de una mujer y más de que sea tan abierta de mente. Estoy segura de que ella no nos va a juzgar.

Después de comprar las novelas, nos dirigimos a un café. Nos sentamos en una mesa poco visible más bien parece que estamos escondidas, pero es que Mariam no se siente cómoda en este tipo de sitios. Así que a mí no me importa estar sentadas al final del establecimiento.

Le he pedido ir a mí casa pero ella se ha negado ha dicho que está bien. No hemos pedido nada de comer y la verdad es que se que está hambrienta su barriga a rugido un par de veces. He tenido una idea!

Le he propuesto pagar yo está vez y ella en nuestra próxima salida. También le he dicho que me espere fuera porque se sentirá más cómoda fuera de este lugar. Ella ha aceptado encantada.

Antes de pagar he pedido media docena de pastelitos y unas pastas para llevar. Me las han envuelto en un paquete tan bonito que da pena deshacerlo. Espero que esté feliz año ver mi sorpresa.

Todavía no es demasiado tarde así que decidió ir a un parque y tomar un poco de aire, no hay uno demasiado lejos de aquí, por lo que no tardamos en llegar. Busco un lugar apartado de los ojos curiosos de la gente.

Nos sentamos en un banco y desenvuelvo el paquete. Ella me mira sorprendida y de nuevo vuelve a quedarse sin voz.

— Aquí nadie te ve. No te puedes morir de hambre por lo que un grupo de estúpidos piensen de ti —

— Si no adelgazo no seré capaz de encontrar marido — respondo apenada.

— Si tú futuro marido no ve lo bonita que ya eres por dentro y por fuera. Será que no te merece. Y además si te quedas soltera siempre podrás viajar a Francia y quién sabe si allí no encuentres la felicidad —.

— Tienes razón — dice cogiendo un pastelito y comenzando a reír.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora