Capitulo 33. Feria de fenómenos

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Hemos llegado a Londres hace apenas unas horas y antes de poder descansar ya tenía al doctor en casa, quizás debí decirle un poco más tarde lo de mi embarazo. Gracias al cielo el doctor dice que no cree que nada vaya mal, solo debo llevar una vida tranquila y comer bien.

Eso sí es un problema ya que mi querido esposo está empeñado en cebarme como si de ganado se tratara.

No se ha vuelto a poner cariñoso desde el beso en el carruaje, pensé que quizás el quisiese bueno... intimar, pero me he insinuado varias veces y se ha alejado. Supongo que algo debo de hacer mal, no quiero volver a pensar que no me desea. Eso me hará perder lo que tanto me ha costado ganar.

Después de comer salgo al jardín, desde allí comienzo a escuchar mucho jaleo. Me acerco hacia la vaya, me escondo tras unos setos y observó la escena sorprendida. Un hombre bajito, muy bajito lleva un cono de metal entre sus manos, cerca de su boca. Su voz resuena muy fuerte me parece extraordinario como puede hacer eso solo con un artilugio.

Detrás de él van varias personas más, todas ellas son de lo más variopintas. Hablan de un nuevo espectáculo. Anuncian que es la primera vez en Londres que se verá algo así.

Feria de fenómenos...

Pasó al interior de la casa y veo a Andrew sentado en un sillón con su batín puesto, el periódico en una mano y en la otra un puro. De verdad que poco me gusta que fume puros pero en fin es algo que está de moda en la sociedad londinense. Más bien entre los señores de cierta edad.

— No estas nada atractivo así...—

— Perdona?—

— Nada, me preguntaba si podríamos ir mañana a la feria de los fenómenos. Ya se que es pronto de nuestro regreso, pero no estoy cansada, mi salud es buena y mis pies están casi perfectos. Di que si! Por fi di que iremos...— respondo a Andrew acercardome hasta su posición.

— Si me lo pides así no me puedo negar, pero si noto que estás cansada o que el ambiente no es el adecuado nos marcharemos rápidamente de ese lugar.—

— Gracias, eres el mejor—

Dejo un beso sobre sus labios y el se aparta. Lo miro extrañada pero el me responde que está un poco resfriado y no me quiere contagiar. Que raro si no lo he escuchado toser. Quizás estoy siendo un poco paranoica.

Cojo un papel y comienzo a escribir una nota. Una vez que la tengo terminada la doblo y la meto en un sobre. Cuando estoy a punto de llamar al mensajero me doy cuenta de que Mariam está por decirlo de alguna manera desaparecida.

Sacó de nuevo la carta y la tiró a la chimenea, sé que hubiera disfrutado mucho al acompañarnos mañana a la feria. Rezo porque este donde esté, se encuentra sana y feliz. Ojalá pronto nos volvamos a ver.

En la noche Andrew no viene a dormir conmigo. De nuevo se excusa con su enfermedad para mí inexistente ya que no veo ningún síntoma en él. Creo que me oculta algo pero todavía no puede saber de que se trata.

Me despierto temprano y emocionada, alguien más debe de estarlo por qué no hago más que poner un pie en el suelo y las náuseas se hacen presentes. El doctor dijo que lo normal es que desaparecieran sobre el tercer mes pero se ve que yo soy un caso especial.

Hasta la tarde no iremos a ver el espectáculo por lo que me pasó la mañana leyendo y comiendo este hombre no es que me deje hacer mucho. Creo que deja de trabajar solo para comprobar que me encuentro bien, es bonito pero resulta un poco agobiante.

***

Un gran cartel nos señala la entrada hacia una carpa, entregamos los boletos y tomamos asiento.

Un señor con traje brillante y sombrero de copa sale al medio de la pista.

— Señores y señoras, niños y niñas venidos de todo Londres y alrededores, tengo el placer de presentar en primicia el Gran Circo de los fenómenos. A cada cual más extraño y singular...—

El primer hombre en salir es llamado como Hombre Pony, enseguida me doy cuenta de por qué camina a cuatro patas. Después aparece el Hombre Esqueleto, este señor es un poco desagradable es como ver huesos cubiertos solo de piel. Se le ve tan delicado que una sola brisa lo rompería en dos.

Las Hermanas de Cabeza de Alfiler, sus cabezas son casi diminutas comparadas con su cuerpo.están totalmente calvas a excepción de un pequeñito moño que les adorna la cabeza. También sale el Hombre más alto del mundo dos metros cincuenta cm. Y por último sale la Mujer Barbuda un hombre chiquitín como el que llevaba el artefacto ayer le tira de la barba para comprobar que es de verdad. Esto no me está gustando creo que ella está sufriendo.

Abandonamos ese lugar con cierta amargura creo que la mayoría de ellos no pueden elegir una vida normal y esta es la única manera de ganarse el sustento. No le he comentado a Andrew que no me ha gustado el espectáculo, para nada era lo que había imaginado. Creo que a él tampoco le ha gustado mucho ya que ha estado callado todo el tiempo, de vuelta a casa le sugiero parar en una cafetería. Pero él alega que ya he tenido demasiadas emociones por hoy.

Eso hace que me enfade un poco, cómo que demasiadas emociones? Si solo hemos ido a un espectáculo y he estado sentada todo el tiempo. Esta situación me está empezando a poner nerviosa, Andrew está demasiado sobreprotector y eso me agobia en sobremanera.

Después de cenar él se encierra en su despacho y yo subo al dormitorio, al ver que el tiempo pasa y Andrew no hace acto de presencia bajo a buscarlo. Me encuentro delante de la puerta de su despacho, dudo de si avisar de mi entrada o pasar directamente. Recuerdo como una vez me dijo que yo no necesitaba llamar, por lo que cojo la manija y abro la puerta.

— Qué pasa Anwen todavía sigues despierta? Te encuentras mal? Quieres que llame al doctor—

Es evidente que estoy despierta sino no estaría aquí. Voy a dejar esa parte de lado y voy a hacer lo que he venido a hacer.

— Qué es lo que te pasa? Apenas si te acercas a mí, rechazas mis besos y caricias. Estás distante y distraído sin contar que no me creo que estés enfermo. Andrew no me mientas, no juegues conmigo, porque no soy una niña estúpida—

A veces me sorprendo a mí misma de lo cambiada que estoy, pero todo este cambio se debe a él.

Andrew se acerca a mi, me acompaña hasta el sofá que tiene en su despacho y se sienta a mi lado.

— Está bien, siento haberte mentido. Pero no quiero hacerte daño y menos con el bebé que portas en tu interior. Me siento culpable por no haber podido impedir tu secuestro eso es algo que me atormenta. Si no hubiera llegado a tiempo...—

— Pero llegaste! Por favor no te culpes nosotras estamos bien. Pero queremos que papi también esté bien.— digo acariciando una de sus manos.

Él se abraza a mí y comienza a llorar, no hace falta decir nada. Entiendo como se ha debido sentir en mi ausencia. Y más con lo sobreprotector que es conmigo. Ahora solo necesita tiempo y mi apoyo incondicional.










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Estoy teniendo problemas para publicar capítulos. La app no me funciona bien últimamente. Así que pido paciencia.😘

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Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora