Un grupo de estudiantes y aprendices forcejeaba entre ellos para escoger los mejores sitios, también estallaban las discusiones entre estos enemigos tradicionales.Al instante todo este barullo cesó, un gran dragón rojo apareció sobre el escenario. Igual que entró salió del escenario, unos minutos después comenzó la representación. Los actores crearon un reino feliz, un rey bondadoso y a su bella hija. Luego llegó la invasión del terrible dragón. Un hombre del público salto al escenario con un vigor de acróbata y atacó a los actores. Devastó el reino. El dragón pidió tributo y el pueblo sacrificó ganado para el dragón...
Ahora mismo me encontraba un poco perdida no sabía si el señor de antes era otro actor o un espontáneo, Andrew me cogió la mano y me devolvió una sonrisa eso hizo que el rubor se instalará rápidamente en mis mejillas.
Finalmente, como ya no había más corderos ni vacas, tuvieron que elegir entre los habitantes del reino y le tocó en suerte a la hija del rey.
La gente del lugar comenzó a silbar cuando los hombres del rey ataron a la princesa una estaca. La verdad es que estaba muy interesante la representación.
De repente el dragón saltó al escenario y se plantó delante de un caballero que custodiaba a la princesa. Dio tres pasos gigantescos hacia él, levantó una garra e hizo un extraño y diabólico sonido Fffffzzz. Ffffzz. Entonces el caballero maldijo al dragón que ya estaba a su lado.
Sobre él se abatió una hilera de garras plateadas y el caballero las paró con la espada, entonces el dragón levantó la otra garra. El caballero escuchó de nuevo ese sonido y sintió que su cabeza se ladeaba, su cuerpo la siguió mientras era impedido al suelo. Un fino hilo de sangre empezó a brotarle del pómulo.
Cuando la historia estaba en su punto más interesante, una pelea se desarrollo una pelea a nuestra espalda eso hizo que Andrew me sacara de aquel lugar a toda prisa.
Nuestro carruaje no estaba listo ya que la representación no terminaría hasta una hora después por lo que Andrew decidió volver caminando hacia la casa.
— Andrew, no puedo caminar más necesito descansar un poco—.
— Lo siento, Anwen. Pero este no es un lugar seguro, debes intentarlo un poco mas—.
Notaba como mis pies estaban palpitantes, también notaba mis pies mojados... Tan solo esperaba que fuera sangre lo que les cubría. Continuamos caminando media hora más.
Me pare y me senté en el primer banco que vi, Andrew me dedico una mirada de disgusto. Pero hasta aquí había llegado mi limite.
Sin siquiera ser consciente, fui levantanda y llevada en brazos por el que era mi prometido. De nuevo el rubor llegó a mi rostro, pero no solo eso...
— Bajame, Andrew esto no es nada decoroso de seguro mañana saldré en esta estúpida columna de cotilleos—.
— No me importa lo que opinen los demás. Además estamos a tan solo dos calles de llegar—.
Me acurruqué en su pecho y cerré los ojos, no se den que momento me debí de quedar dormida. Sólo recuerdo despertar en mi cama.
Me levanté y vi que aún llevaba la ropa puesta a excepción del sombrero y las zapatillas. Mis pies estaban vendados, toque la campanilla y el ama de llaves tardó un rato en llegar.
No fui consciente de la hora hasta que vi a la señora con la ropa de dormir.
— Siento molestarle, debí mirar antes la hora. No pensé que fuese tan tarde—.
— No sé preocupe señora, estoy aquí para servirle—.
La pobre me ayudó a quitarme el vestido, y aunque tenía hambre no se lo dije preferí bajar yo misma hasta la cocina y preparar algo.
Me coloque la bata y con cuidado descendi hasta el piso inferior. Pase a la cobija con una vela en la mano, nunca espere encontrarme de frente con Andrew por lo que di un grito y dejé la vela caer al suelo derramando la cera caliente sobre las vendas de mis pies.
— Estás bien, Anwen? —.
— Sí—.
Mi respuesta no debía de convercerle porque enseguida me alzó y me sentó sobre la mesa. Sentía como mi corazón iba a saltar de mi pecho de un momento a otro. No podía comprender como solo con un mero contacto de él, mi cuerpo perdía el control.
Me descubrió los pies y los vendo de nuevo, traté de decirle que no hacía falta que yo misma podía hacerlo, pero en mis palabras nunca salieron de mi boca. Me quedé muda y paralizada.
— No te muevas te prepararé un vaso de leche y te traeré algo de bizcocho para acompañarlo—.
El se sentó a mi lado y me acompaño en silencio, aunque con poca luz podía ver sus ojos clavados en mi cuerpo, escrutando cada centímetro de mi piel y aunque al principio me resultó incómodo después no me pareció tan mal y no dije nada. No veía maldad en sus ojos, tampoco notaba disgusto. Por lo que supuse que no le era desagradable.
— Te parece bien que fijemos la fecha de la boda para dentro de dos semanas—. Dijo sin vacilar ni un segundo.
Estas palabras tan repentinas causaron que la leche que tomaba en ese momento se fuera por otro lado, causando así un ataque de tos en mi persona.
Una vez calmada, fui capaz de articular palabra.
— No cree que es demasiado pronto—.
— Creo que nos tenemos confianza Anwen, por lo que no veo razón en tanta formalidad en nuestro trato, por otra parte creo que ya hemos esperado el tiempo suficiente—.
— Pero apenas si cumplí el duelo por su... por tu tío, que dirá la gente?—.
— Poco me importa la opinión de cuatro cacatúas andantes—.
Esas palabras me hicieron sonreír, cada día Andrew me sorprendía más, poco tenía que ver la impresión que me dio la primera vez que lo vi.
— Está bien nos casaremos cuando usted, quiero decir cuando tú dispongas—.
Me levanté de la mesa y recogí el vaso y el plato que había usado. Me dirigí hacia la pila y los dejé allí.
Unos brazos fuertes me rodearon, mi corazón de nuevo estaba desbocado.
Andrew me volteo dejándome ver sus ojos brillantes y su labios mojados acercándose a los míos...
ESTÁS LEYENDO
Lady Adefesio
RomansAnwen queda huérfana de madre, después de unos meses su padre decide casarse de nuevo para darle una madre a su adorada pequeña. Pero no será una madre lo que encuentre precisamente la pequeña Anwen sino más bien un verdugo, ella se encargará de ens...