Capitulo 29. Amigas y aliadas

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Me despierto por el movimiento y el traqueteo de lo que parece ser una carreta. Estamos dentro de una jaula como si de animales se tratara. Somos unas seis mujeres bueno no sé si decir seis por qué creo que una de ellas apenas ronda los catorce años.

Una lona cubre la carreta, para no ser vistas por ojos curiosos, todas estamos atadas y llevamos también la boca tapada para no poder pedir ayuda. El traqueteo no me está sentando demasiado bien. Mi cuerpo pide expulsar lo poco que contiene que no debe de ser mucho ya que desde que salí de casa no he vuelto a tomar bocado y sin contar que ya vomité en el camino.

Andrew no debe saber todavía nada sobre mi ausencia. Hasta mañana no estaba previsto que el llegara a la casa de campo. Maldigo la hora en que se me ocurrió pasar unos días allí.

Aunque por otra parte, está señora ya me acechaba creo que fue ella la de las notas amenazadoras.

Después de lo que parece una eternidad la carreta para, Aaron descubre la lona de la jaula dejando entrar la luz y el aire fresco en su interior. También nos quita las mordazas a través de las rejas, estamos en medio del campo, aquí nadie nos podrá escuchar pedir ayuda.

Y parecía tonto el señor! Dios me perdone por blasmefar, pero a estas alturas comienzo a dudar de su existencia o tal vez yo no soy de su agrado por que toda mi vida está llena de desgracias, si olvidamos la parte en la que aparece Andrew.

Estoy segura de que se pondría tan feliz de saber que portó un hijo suyo en mi interior y a este paso bondi quiera lo sabrá nunca.

Vuelvo a la realidad cuando delante de mi boca hay un gran cucharón de madera lleno de agua, Aaron lo acerca a mi boca. Y es tanta la sed que tengo que no pienso si puede contener alguna sustancia dañina.

La carreta se pone de nuevo en marcha, pero por poco tiempo ya que unos metros después aparece una casa y un granero, como suponía encierran la carreta en el granero y a nosotras con ella.

Lo único que nos dan es una pieza de fruta y un trozo de pan para cada una. También nos dan algunas mantas para pasar la noche.

La mujer más jóven comienza a llorar de nuevo, me acerco a ella y trato de consolarla. Gracias al cielo que al menos nos han desatado.

— Cómo te llamas? Yo me llamo Anwen— pregunto intentando tranquilizarla.

— Christine, sabes dónde nos llevan? O que van a hacer con nosotras? Mi abuelita debe de estar muy preocupada, además me necesita ya que está enferma—

Esas palabras me parten el corazón, esa pobre señora debe estar muy triste y angustiada. Me cuenta que no vive muy lejos de mi casa de campo. Creo que no debe de estar a más de una milla de distancia o al menos es lo que logro entender. También me cuenta que en unas semanas cumplirá catorce años y que sus padres murieron de unas fiebres.

Poco a poco cada una de ellas van contando sus historias, llegó a la conclusión de que todas son de clases bajas, en su mayoría son campesinas y no tienen más de dieciocho años.

Su color de pelo, su tono de piel y sus ojos son diferentes lo único que tienen en común es que todas ellas son huérfanas y con poca familia.

Esto me hace pensar que así es más difícil dar con ellas, cuántos menos familiares tengan menos las buscarán.

No estoy muy segura de que va esto, pero lo puedo imaginar, esa mujer dijo que me vendería y que no me faltarían hombres. Llegó a la conclusión de que debemos ir a un prostíbulo.

Ahora tengo que pensar en cómo podemos escapar de todo esto, no quiero que nadie me toque y menos que puedan dañar a mi bebé.

Les pregunto si tienen alguna idea y una de ellas me sugiere que podemos hacernos amigas de Aaron, quizás y solo quizás si lo tratamos con cariño pueda ayudarnos. O también podemos engañarlo esa es otra opción.

Solo espero que al lugar que vamos aún no esté cerca, para armar este plan bien necesitamos al menos tres días más.

Espero que sea suficiente para poder escapar y darle tiempo a Andrew para buscarme. Estoy segura de que él no me dejara sola, me lo prometió...

Necesito hacer pis, y no soy capaz de hacerlo aquí encerrada, además el olor que hay aquí dentro ya es notable.

— Aaron, Aaron por favor...—

Comienzo a llamarlo, al poco tiempo el viene hacia la jaula, deben de haberle golpeado recientemente porque no recuerdo que arrastrará los pies, solo cojeaba de la pierna izquierda.

— Queee— responde en lo que parece un gruñido y alargando mucho la e.

— Veo que estás herido si me sacas de la jaula yo puedo curar tus heridas, además necesito hacer mis necesidades—

Veo como duda y se mueve sobre el sitio, al final decide sacarme pero se asegura de que no me marcharé poniendo en mis tobillos unas cadenas muy pesadas. Ahora sí quisiera escapar sería caso imposible apenas si puedo levantar los pies del suelo.

Hago mis necesidades y vuelvo a su lado. Le sonrió y comienzo a hablar:

— Si traes agua tibia y algún trapo limpio limpiare y vendare tus heridas así te dolerán menos—

El asiente con la cabeza y se marcha hacía la casa.

— Anwen corre sacanos de aquí!— comienzan a decir varias de las chicas a la vez—

— Todavía no es seguro, si lo hago echaremos a perder todo el plan—

— Si no abres le partiremos el cuello a tu amiguita— dice cogiendo por el cuello y asfixiando a Christine.

Me acerco al cerrojo y lo abro tres de las chicas salen a la carrera, dejándonos atrás a Christine, a Luci y a mi a los pies de los caballos.

Veo como Aarón llega a la carrera está muy enfadado y alterado.

— Tuuu! Me has engañado han escapado eres malaaa— dice cogiendome de un puñado y metiéndome de nuevo en la jaula.

Estúpidas! Gracias a ellas todo lo que había logrado se ha esfumado. No creo que lleguen demasiado lejos en mitad de la nada y a oscuras. Ellas solas han firmado su sentencia de muerte y con eso la nuestra.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora