Capitulo 15. Boda en la intimidad?

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Han pasado los días correspondientes para que se lleve a cabo la boda, Andrew al tener título de Duque tiene derecho a casarse en la Abadía de Westminster, pero le he implorando por qué el enlace se desarrolle en un lugar más íntimo.

Al final ha accedido a casarnos en St Dunstan-in-the-East es una iglesia parroquial de la Iglesia de Inglaterra en St Dunstan's Hill, a medio camino entre el Puente de Londres y la Torre de Londres, creo que es un sitio íntimo y romántico.

Andrew ha estado un poco pesado con el tema del padrino, siento que no necesito uno. Nunca se lo pediría a mi padre y menos ahora.

No los quiero en mi vida, agradezco que mi futuro esposo haya vetado la entrada a la ceremonia y al convite a la que un día fue mi familia. Ahora mi única familia es Andrew.

Llegó a la iglesia llevo un vestido blanco, decorado con unas pequeñas flores malvas bordadas, el pelo recogido y una pequeña tirará que adorna mi rostro, camino hacia el altar sola, todas las miradas están puestas en mi, siento que mis manos sudan y mis piernas parecen fallar, cierro los ojos y respiro profundo. Para cuando abro los ojos la sonrisa de Andrew me recibe.

Una hora más tarde salimos de la iglesia convertidos en marido y mujer. A su lado me siento segura, se que nada malo puede pasarme mientras el esté a mi lado.

La celebración es demasiado grande para mi gusto, hay mucha gente y veo que no conozco a nadie. Pero esto es algo por lo que tengo que pasar. Veo entre la multitud a Ana y a su esposo este carga un pequeño bulto entre sus brazos, me disculpo con las personas de mi alrededor y salgo a toda prisa hacia ellos.

— Estoy tan feliz de que hayan podido asistir a mi enlace—. Digo muy emocionada y feliz.

— Señora, gracias a usted por invitarnos, pero sentimos que este no es nuestro lugar, preferíamos ir a la zona de servicio—.

— Pero hoy ustedes son mis invitados, no están trabajando. Son iguales a los demás—.

— Aunque usted nos considere como iguales no lo somos. Está usted bellísima señora, aquí hay alguien que desea conocerla—. Dice Ana cambiando de tema y mostrándome a su bebé.

Paso un momento más con ellos, para después retirarse hacía la zona de servicio. Solo me siento cómoda con el servicio será que estoy tan acostumbrada a estar con ellos que para mí es algo natural, en cambio con las damas y los señores me siento demasiado incómoda.

Camino hacia Andrew está hablando con un grupo de señores, se que igual no es lo más apropiado, no es de buena dama inmiscuirse en temas de caballeros, pero es que no se con quién más estar en estos momentos.

— Mírala, aunque he de reconocer que no es la monstruosidad que se describe en el periódico, no le veo modales y te has dado cuenta de que se estaba relacionando con el servicio...—

Escucho como dos damas cuchichean, se tapan la cara con el abanico pero aún así soy capaz de escucharlas. Es que esto no va a terminar nunca.

Llegó a la altura de Andrew, esté me sonríe y me tiende la mano. Con su mano entrelazada con la mía, sigue hablando de política con un par de señores mayores, después de un buen rato siento que estoy cansanda, suelto su mano y me dirijo hasta una de las sillas, Andrew ni siquiera se ha dado cuenta de mi ausencia. Eso en cierto modo me apena, pero no lo voy a tomar en cuenta ya que se le veía muy entusiasmado defendiendo sus principios, unos principios que le inculcó su tío, es decir mi difunto esposo. Qué extraño pensar que ya no soy viuda, supongo que no tardaré en  acostumbrarme a mi nueva situación.

Desde mi situación puedo ver, como varias parejas bailan en el centro del jardín. También veo como hay sendos grupos, por un lado están las matronas, en otra esquina las damas en edad casadera que no dejan de sonreír y mirar a un grupo de hombres jóvenes. Los niños corretean de un lado para otro con las niñeras siguiendo sus pasos. Los caballeros de mayor edad están reunidos alrededor de una mesa fumando y bebiendo coñac.

— Enhorabuena por su boda, señora Anwen — dice una voz dulce y chillona a mi espalda, sacándome de mis pensamientos.

Me volteo y puedo ver a una joven no mucho mayor que yo, quizás un año o dos más. Es rubia de pelo ensortijado, mejillas regordetas y sonrosadas. Su cuerpo es fuerte en comparación al de otras damas, pero en esencia es muy bella.

— Gracias—. Respondo tímidamente.

— Señora, la puedo acompañar! he estado observandola y aunque es usted la novia no he visto que se relacione con nadie, a mí ya nadie me saca a bailar el año que viene seré oficialmente una solterona..., por cierto mi nombre es Mariam. — dice rápido y sin respirar, eso me hace gracia y sin poder evitarlo sonrió.

— Encantada Mariam—.

— Veo que no eres muy habladora, me permito la licencia de tutearte porque sé que seremos grandes amigas. Además no necesitas hablar yo puedo hablar por las dos. Jaja..— dice riendo metiéndose a la boca un pastelito.

Gracias a su compañía el día es más ameno, ella me ha estado explicando los dimes y diretes de todos los invitados. Ha prometido volver mañana a tomar el té conmigo. La verdad es que estoy contenta no sé si feliz, pero contenta si! Quizás ella vaya a ser mi primera amiga.

Poco a poco el día ha pasado, y la gente ya ha comenzado a abandonar la celebración. No se si ha sido el mejor día de mi vida o el más feliz! Porque solo me he sentido a gusto cuando Andrew ha estado a mi lado. Bueno y cuando he charlado con Lady Mariam también. Ojalá y podamos forjar una verdadera relación de amistad.

Andrew se ha quedado despidiendo a los últimos invitados y a mi me ha cogido la ama de llaves y una de las chicas del servicio y me han acompañado al dormitorio. Allí me han dado un baño y me ha puesto un camisón de encajes.

Estoy nerviosa no lo puedo ocultar, la primera vez que me casé no pasó nada. Pero estoy segura de que está noche si va a pasar. Se que Andrew me desea, eso me lo ha dicho en una infinidad de ocasiones y he probado sus besos, unos besos que no son para nada castos.

Escucho como se abre la puerta, recuerdo lo que se me dijo que debía hacer la primera vez que contraje matrimonio.

Corro hacia la cama, me tumbo y me levanto el camisón hasta la cintura.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora