La comida con el párroco y su sobrino fue un poquito tensa, he de decir que deben de estar molestos ante la llegada de Andrew.Aún así no ha cesado en sus intenciones de cortejarme lo que indudablemente ha puesto celoso y de muy mal humor a Andrew. No entiendo de su interés ya que nunca he sido considerada una beldad y tampoco poseo una fortuna, tengo una asignación de por vida y esta casa. Igual para él es suficiente, el único problema es que no sé cómo decirle que no estoy interesada en él y que mi corazón pertenece a otro.
Si lo hiciera pondría en evidencia la relación que mantenemos Andrew y yo, tampoco es como que hays una relación, solo ha habido un beso... Hasta que no pase el periodo de luto no podremos ser nada más que amigos. Eso no lo puedo obviar, se lo debo a mi esposo.
Hoy es el día de su partida, no está nada convencido de marcharse y dejarme sola, después de ver como el sobrino del párroco no hace nada más que coquetearme. Tampoco le gusta que esté aquí sola, aunque le he dicho más de cien veces que cuento con servicio masculino a mi cargo, no parece quedarse satisfecho.
También se ha propuesto limpiar mi nombre en Londres y desenmascarar a mi madrastra y a mi padre. Lo siento por mis hermanos aún son pequeños pero no es algo que yo haya decidido. Andrew es un cabezota y no descansara hasta haberme hecho justicia.
La casa se sentira tan sola y tan fría sin él. Aún no se ha marchado y ya lo estoy echando de menos.
La hora de la despedida es la más amarga, nos hacemos cientos de promesas, nos abrazamos y nos damos un dulce beso.
En unos meses regresaré a Londres y está vez será como su prometida, tengo que ser fuerte y superar mis inseguridades.
***
Los meses han ido pasando y al fin a llegado el día de mi partida, todavía tengo miedo y estoy nerviosa pero por una vez tengo que ser fuerte. El amor de Andrew es sincero y el mío también.
Lo mejor es irme últimamente el sobrino del párroco está muy pesado, al principio era soportable, pero desde hace poco sus visitas constantes y sus obsequios me tienen un poco cansada. Si le digo la verdad esto se pondriá peor, se sentirá humillado y seriá capaz de esparcir cualquier rumor sobre mi.
Terminan de empacar los últimos baúles y salimos en dirección hacía Londres, a partir de mañana podré dejar de utilizar el negro, también será mi cumpleaños y eso me aterra mucho la verdad, no quiero perderle a él también, si esto pasará no lo soportaría.
El camino está siendo demasiado largo y pesado me confortan al menos los bellos paisajes.
Durante todo este tiempo no he querido leer esta maldita sección de cotilleos, eso me estaba haciendo daño, me creaba más inseguridades si caben. Así que lo que tenga que ser será. Una vez que llegue a Londres veré a lo que me tengo que enfrentar.
Llegó pasadas las diez, supongo que Andrew ya debe estar acostado o quizás no. El sabía de mi llegada así que no se porque me pregunto estás cosas.
El carruaje para en la entrada de la casa, las calles están vacías a estas horas por lo que estoy más tranquila dentro de lo que cabe en estos momentos. Camino hacia la entrada antes de llamar la puerta esta se abre, el ama de llaves me recibe con una gran sonrisa, me acerco más a ella y la abrazo, abrazo que devuelve afectuosamente ella fue siempre buena y dulce conmigo.
— Señora estamos tan felices por su regreso, su dormitorio ya está preparado, también tiene preparada la cena, el señor no ha querido cenar hasta que usted llegase, así que refresquese un poco y baje al comedor.—dice amablemente.
— Gracias. — respondo y me encaminó hacia las escaleras, hasta que me doy cuenta de que no se cuál es mi habitación, me volteo y pregunto.
La respuesta me deja parada, la habitación es la misma que compartía con mi esposo, debo de hablar con Andrew no voy a permitir que me deje a mi la habitación más amplia y más cómoda de toda la casa, está ya no es mi casa es la suya.
La tristeza me embarga al entrar en el dormitorio, recuerdo las charlas con mi esposo, las risas y sus buenos consejos, me parece tan triste pensar que nunca más lo volveré a ver, se me encoge el corazón y una lágrima recorre mi rostro.
El y yo no nos amamos nunca, pero lo nuestro no era peor por eso, sentíamos un cariño y una admiración mutua. Eso realmente me hizo feliz.
Después de refrescar mi rostro un poco bajo hasta el comedor, allí está sentado Andrew, nada más verme se levanta apresuradamente de la silla lo que hace que está se tambalee, eso me produce una sonrisa.
Se acerca a mí, besa mi mano y me ayuda galantemente a tomar asiento. No estoy acostumbrada a estas atenciones lo que hacen que el rubor suba a mi rostro tan rápido que no puedo ocultarlo.
— Estás bien Anwen, si tienes calor puedo apagar la chimenea.—
— No todo está bien, es que estoy un poquito cansada por el viaje.—
Que mala soy mintiendo, no sabía que decirle y dije cualquier cosa menos la verdad.
Paso la cena en silencio tan solo escuchando los chismes de la sociedad londinense por decirlo de alguna manera.
Después de la cena me siento tan cansada que aunque deseo seguir más tiempo con Andrew mis ojos no lo resisten. Antes de disculparme le pregunto:
— Andrew, no puedo quedarme en mi antiguo dormitorio por derecho te pertenece, puedo dormir en cualquier otro.—
— No sigas con esas bobadas, ese es tu dormitorio y algún día será también el mío pero por el momento que no será mucho, tu te quedarás ahí y yo en otro. No hay discusión en eso.—
Cuando me responde así me deja sin argumentos, que diría entonces, me enfada mucho cuando lo hace, eso me frustra más de lo que me gusta reconocer.
Me despido de él y subo a mi dormitorio, me quito el vestido y me pongo el camisón, suelto mi pelo y lo cepillo necesito dejarlo suelto me duele el cuero cabelludo de llevarlo recogido tanto tiempo.
Me acerco a la ventana y suspiro mientras veo salir el humo de las chimeneas. Seré capaz de aguantar la tormenta que está por venir? seré lo suficientemente fuerte? y sobre todo seré capaz de no defraudar a Andrew?
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Lady Adefesio
RomanceAnwen queda huérfana de madre, después de unos meses su padre decide casarse de nuevo para darle una madre a su adorada pequeña. Pero no será una madre lo que encuentre precisamente la pequeña Anwen sino más bien un verdugo, ella se encargará de ens...