Capitulo 12. Gael & Beth, propiciando un encuentro

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Narra Mariam

Han pasado ya varios días desde que Gael y yo nos reunimos, gracias al cielo él me ha podido perdonar y hasta llegar a entender.

Nunca en toda mi vida podría haber ni siquiera imaginado que la vida me daría de nuevo una oportunidad para recobrar la relación con mi hijo. Pero aquí estoy, no le debo explicaciones a nadie y mi muerte fingida nunca existió, ahora se quedó en solo un rumor.

Estoy felizmente casada con un buen hombre, amable, cariñoso y trabajador. Así que simplemente pa vida me sonríe.

Acabo de recibir una carta del mensajero, miro el remitente y veo que es de Gael, no entiendo a que viene lo de mandarme un mensaje su nos vimos ayer y vivimos prácticamente al lado. Pero cualquier cosa viniendo de este muchacho, es un adicto al trabajo, está empeñado en darle lo mejor a Beth, pero a qué precio... espero que recapacite y pase más tiempo con ella, se que se aman profundamente.

Rasgo el borde del sobre y saco el papel doblado de su interior.

Querida mamá...

Hay me ha llamado mamá! Que boba como debería llamarme entonces si soy su madre, pero es que estoy tan emocionada, vuelvo a mirar el papel y continuo leyendo:

Ya se que nos vimos ayer, pero no podía pasar más tiempo sin decirte algo. Necesito que te reúnas en la dirección que te dejo abajo. Hoy a las cuatro. Es la hora del té y como se que te encanta no hay lugar mejor que este en todo Londres.

Me he tomado la libertad de invitar a mi abuelo, es decir tu padre...

Ya no quiero seguir leyendo, no necesito reabrir heridas del pasado, guardo la carta en mi bolsillo y me siento junto a la ventana.

Miro el reloj y veo como son las cuatro menos diez, las dudas y los nervios comienzan a invadir mi cuerpo.

Qué clase de persona sería si no predicase con mi ejemplo. Uno no muy bueno supongo... Me levanto y voy a por mi abrigo y mi sombrero.

Salgo a la calle y vuelvo a mirar la nota, veo que la dirección no queda lejos de aquí, así que no necesito del cochero. Solo espero no llegar demasiado tarde. Llegó a la entrada de la cafetería al intentar entrar veo como un hombre mayor abandona el lugar con la cabeza baja.

Mientras se aleja de la cafetería un sentimiento de congoja llena mi cuerpo, creo que ese hombre es mi padre. Sin pensarlo lo llamo, la primera vez no reacciona pero a la segunda llamada, se para y se gira hacia mi posición.

Veo que estos años no lo han tratado demasiado bien, puedo ver en sus facciones que no es el único que ha sufrido. Cuando llega hasta mi altura hago lo impensable me abrazo a él y comienzo a llorar.

Me siento como esa niña que un día fuí, esa que tenía una desdicha y su padre consolaba y la hacia reír.

Él no dice nada, se mantiene en silencio con los ojos empañados por la emoción. Me cojo de su brazo y paso hasta la cafetería, nos sentamos en una de las mesas, pero está vez no me importa estar cerca del cristal, no me quiero esconder, la antigua Mariam, se habría tomado un té con leche y limón en la última mesa, esa que está más escondida de las miradas de la gente. Pero a la nueva ya no le importan los cotilleos de cuatro viejas amargadas y menos lo que una sección de periódico pueda decir sobre mi.

Una señora muy agradable nos sirve dos tazas de té y un plato con pastelitos de chocolate.

- Son tus favoritos, aún lo recuerdo... Nunca querías comerlos por lo que fuera a decir tu madre después, pero yo siempre te guardaba varios y te los subía al dormitorio-

- Lo recuerdo como si fuera ayer, papá-

- Es tan bonito escuchar esa palabra de tus labios-

- Bueno, he venido aquí con el corazón en la manos y la mente abierta, así que ahora es turno de hablar-

- Yo... yo...- dice comenzando a sollozar, eso me parte el alma pero necesito escuchar para poder perdonar.

Después de más de una hora de disculpas, de llantos y lamentaciones. He llegado a la conclusión de que él es tan víctima como lo soy yo.

Nunca supo plantarle cara a esa mujer, ella y sus estúpidos ideales de belleza, ella y sus prejuicios... en fin al menos ahora se ha dado cuenta o más bien le ha plantado cara y la ha puesto en su lugar.

Me he ido de la cafetería con una sensación de felicidad, ahora estoy en paz conmigo misma. Todos los cabos están atados, es hora de que Mariam entierre a Lady Pastelitos para siempre y comience a ser simplemente Lady Mariam.

Mañana será el día indicado Anwen me ha pedido que la acompañe a la iglesia y después a una pequeña reunión social, allí veré si soy capaz de dejar todos mis miedos e inseguridades en el sitio que se merecen.

Estoy segura de que lo conseguiré, ya lo he hecho antes fuera de Londres. Es hora de hacerlo tanbien aquí. Me merezco ser feliz y es lo que voy a ser.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora