Capitulo 9. Una visita inesperada

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Querida Anwen

Al fin consigo reunir el valor para escribir esta misiva. Son tantas las emociones que embargan este corazón que no sabría por donde comenzar.

Dolor, dolor por tu abandono y cobardía.

Miedo, miedo por creer que no te importo nada.

Vacío, vacío siento desde el día de tu partida.

Amor, amor porque nunca he dejado de sentirlo.

Doblo la carta y comienzo a llorar, siento tanto haberle causado todo esto, pero lo único que quise siempre para él fue que encontrará la felicidad y sentí miedo de no poder darsela.

Limpio las lágrimas de mi rostro y continuo leyendo.

Se que no puedo exigirte una explicación ya que nunca tuvimos una relación más allá de la amistad, aún así voy a ir. Quiero escuchar de tu boca cada una de las palabras que me escribiste.

No intentes huir otra vez porque para cuando llegue esta carta yo ya estaré de camino.

Atte. Andrew Duque de Winsor

Qué! No puede ser, no puedo partir en la noche, además no dispongo de cochero y ¿dónde iría? Creo que es hora de enfrentar mis sentimientos tirar una moneda al aire y esperar que la suerte por una vez me sea favorable.

Me preparo algo para cenar pero apenas si pruebo bocado, estoy demasiado nerviosa, dudo que pueda dormir mucho esta noche. ¿Por qué será tan obstinado? ¿Por qué simplemente no se olvidó de mi?

Me despierta Ana, vaya esto si que es raro es la primera vez que alguien tiene que despertarme, pero es normal ya que me quedaba dormida cerca del amanecer, es la primera vez en toda mi vida que me levanto pasadas las diez.

Me aseo y cojo un vestido de mi armario para no variar es negro ya que tengo que guardar luto a mi esposo por un año, no me gusta este color pero no es como si tuviera otra opción.

Bajo a desayunar, apenas si soy capaz de tomar una taza de café, espero que aparezca pronto o voy a morir por la incertidumbre.

Las horas transcurren y no hay ni rastro de Andrew, ¿y si le ha ocurrido algo por el camino? ¿Y si lo han asaltado? Dejo de pensar en ello en el momento en el que escucho el relincho de un caballo, me asomo por la ventana y veo como Andrew desmonta.

Sigue tan apuesto como recordaba, sino más. Me siento de nuevo y colocó la falda de mi vestido una y otra vez.

— Señora el Duque de Winsor ha llegado.— dice Ana visiblemente emocionada.

— Hágale pasar Ana, prepare unos bocadillos y té, por si el señor está hambriento.—

Suspiro y espero hasta que pase al pequeño salón. Fijo la mirada en la puerta y ahí está él, con su metro ochenta, su cuerpo musculado, sus preciosos ojos azules y su cabello castaño ondulado, porta barba de unos días, eso lo hace aún si cabe más atractivo.

Pasamos unos segundos en silencio, al final me armo de valor, me levanto para indicarle que puede sentarse cuando de repente soy abrazada. Estoy atrapada en un abrazo interminable, su calor me embarga y las lágrimas ruedan por mis mejillas.

El se separa un poco de mi lo incluye y con el dorso de su mano limpia las lágrimas de mi rostro. Me coge una mano y me lleva hasta el sillón, tomo asiento y él se sienta justo al lado de mí.

— ¿Cómo estas Anwen?—

— Bien, estoy bien.— eso es lo único que atino a decir.

— Por qué te fuiste, porqué me dejaste solo?—

— Yo lo siento tanto, no te merecés estar con alguien como yo, tu te mereces alguien mejor.— respondo con la voz entrecortada.

— Cuándo vas a darte cuenta de que mi corazón es tuyo, no deseo estar con otra mujer que no seas tú, no me importa lo que hable la gente, ni lo que diga esa estúpida sección de cotilleos. Estoy enamorado de ti desde el primer día en el que te vi, en el jardín de mi tío.— dice arrodillándose y cogiendo mis manos.

— Por favor levántate no es decoroso que un Duque se arrodille ante una dama, solo puede hacerlo a los pies del rey.— digo intentando que se levante.

— Mi lady no me voy a levantar solo necesito que respondas ¿me amas?—

— Que más da si te amo o no, no se trata de eso.—

— Responde, solo quiero escucharlo de tu boca.—

— Te amo, si te amo como nunca he amado a nadie y como nunca amare a nadie más—

— Eso es lo que necesitaba oír, en menos de diez meses tu luto habrá cesado, entonces será el momento de anunciar nuestro compromiso.—

Esas palabras me dejan clavada, pero si yo no lo he aceptado, no quiero que sufra por mi culpa. El parece darse cuenta de lo que pienso y antes de que yo hablé el vuelve a tomar la palabra.

— No tengas miedo, a mi lado nada malo te pasará y no te preocupes por cosas que aún no han pasado y no sabes si pasarán.— dice besando dulcemente mi mano.

Su solo contacto hace que mi piel se erice, en ese justo momento llega Ana con la comida Andrew se levanta y toma asiento en el sillón que está justo en frente de mi.

— Gracias Ana, puede irse a descansar un poco.— digo sonriendo, sonrisa que me devuelve.

Mientras observó en silencio a Andrew comer no puedo parar de pensar que se debe tratar de un sueño, en qué momento Dios se ha apiado de mi y me concedió la dicha de ser amada!

— Podemos dar un paseo Anwen, la tarde está agradable. Podemos pedirle alguien que nos acompañe.—

— Está bien, no necesitamos carabina se que me respetas además nadie pensará nada raro ya que eras el sobrino de mi esposo.—

Me ofrece su brazo y yo lo cojo gustosamente, silencio salimos hacia el exterior de la casa.

Paseamos por el jardín un buen rato hasta que mis pies comienzan a doler, Andrew me pone mala cara cuando se da cuenta de mi infortunio. Se que me está regalando con la mirada por no haberse lo dicho, pero se sentía tan bien pasear junto a él.

— ¿Cuántos días te quedarás?—pregunto curiosa, solo hace unas pocas horas que el a vuelto a mi vida y ya sonrió.

— Dos o tres a lo sumo, en cuanto tengas todo listo volveremos a Londres.—

— Andrew yo no voy a volver, al menos por el momento— respondo bajito.

El me dedica una mirada contrariada, sé que está enfadado pero todavía no estoy preparada para volver. No sé cuál será su siguiente paso pero es una decisión en firme.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora