Desde esa tarde las cosas entre Mariam y yo no volvieron a ser iguales. En vez de alejarnos esa situación y ese nuevo secreto nos volvió inseparables.Andrew bromeaba con la idea de que al final lo dejaría para estar solamente al lado de Mariam, que bobada él era mi amado esposo y ella mi mejor amiga.
Si que era verdad que a su lado compartía confidencias y muchas tardes de risas. Dios al final había obrado un milagro no necesitaba tener muchas amigas con una fiel y leal me bastaba.
La mañana de nuestra partida hacia la casa de campo, pensé que estaría llena de lágrimas por parte de su familia. Pero en vez de entristecerse estaban más que felices por deshacerse de ella por varias semanas.
En fin aveces tu familia no es precisamente lo que debería de ser, yo ya lo había vivido en mis propias carnes y ella también. Quizás eso nos hizo unirnos mucho más.
El viaje en carruaje se me hizo un poco pesado. Tenía unas ganas horribles de dormir pero Mariam estaba tan excitada que no dejo de hablar en todo el camino. Andrew simplemente me cogía la mano y me dejaba sonrisas reconfortantes.
La propiedad era muy bonita, detrás de la casa había un gran bosque que me resultaba un poco tenebroso la verdad. En el instante en el que lo vi, decidí que no me internaría en él y menos lo haría yo sola por nada del mundo iría a ese lugar.
***
La señora de la casa nos da la bienvenida, una bienvenida muy efusiva podría decirse. Ya que no se acostumbra en una dama de la alta sociedad tantas muestras de cariño.
Aunque es extraño eso me hace sentir bien, nos acompañan hasta nuestras habitaciones la de Mariam está justo al lado de la mía y una vez estamos por entrar veo que la de Lord Stevens está pegada a la habitación de Mariam.
Eso me hace fruncir el ceño, no creo que sea muy decoroso poner tan cerca a este hombre. Pero no puedo decir nada a la anfitriona pero si se lo voy a comentar a Andrew, ella está bajo nuestra protección al fin de al cabo y debería hacer algo. Espero que lo cambien de habitación al menos.
Me despido de Mariam hasta más tarde, ella está cansanda y desea tomar una siesta hasta la hora de la cena.
Cada una pasamos a nuestra habitación para deshacer el equipaje y asearnos. Y en su caso también dormir un rato. En el justo momento en el que abro los baúles Andrew hace acto de presencia. Se acerca a mí deja un beso sobre mi mano y comienza a ayudarme.
Se siente tan bien, es tan amable y bueno. Normalmente los hombres no ayudan a las mujeres en estas cosas, más bien en casi nada. Pero Andrew es diferente. Nunca me ha visto como un ser inferior el me ve como un igual. Aunque por desgracia solo lo puede hacer en casa.
— Andrew no crees que no es adecuado que Lord Stevens este alojado justo al lado de Lady Mariam...—.
— No veo nada de malo en ello, Lord Stevens sabrá comportarse como un caballero —.
— Difiero contigo, has visto como la mira! Es como si quisiera comérsela con la mirada —. Respondo sacando varias camisas de Andrew y dejándolas sobre la cama.
— Jajajaja... y no te has fijado en como te miro yo acaso! —dice abrazándome por la espalda y dejando unos besos sobre mi cuello.
Esos besos me hacen estremecer todavía no me acostumbro a esas muestras de cariño. Desde que nos hemos casado apenas hemos tenido intimidad varias veces. Andrew trabaja hasta muy tarde y cuando llega a la cama yo ya estoy dormida. Cosa que me hace sentir un poquito mal, sé que no estoy cumpliendo con mi deber de esposa. Pero es que es tan difícil esperarle despierta!
— No es lo mismo nosotros estamos casados, ellos recién empiezan el cortejo —respondo saliendo de la ensoñación que me produce este hombre.
— Anwen, eres tan inocente y dulce a veces. No eres capaz de ver la maldad en la gente. Yo siempre te he mirado igual. Pero mi amor era más grande que las ganas de poseerte. Sabía que si me sobrepasaba te asustarías. Así que decidí esperar a estar casados y a que tú estuvieras preparada —.
— Y tú crees que Stevens respetará igual a Mariam? No soportaría que alguien le hiciera sufrir. Ya sabes cómo es su familia y cómo es la gente de Londres —.
— Dile a esa cabecita tuya que deje de pensar tanto, veamos como se desarrollan los acontecimientos. Dejemos que sean felices y que se conozcan. Además creo que Mariam es una mujer muy centrada —.
Asiento con la cabeza y le dejo una sonrisa, en un pequeño rato hemos terminado de colocar toda la ropa. Andrew ha bajado a la planta de abajo y me ha pedido que me deprisa en arreglarme. Según él tiene una sorpresa preparada para mí.
El hijo un vestido verde, cojo el sombrero y bajo las escaleras hasta el vestíbulo. Allí parado está mi caballero de brillante armadura. Andrew me recibe con una sonrisa y me ofrece su brazo, cosa que acepto de inmediato.
Salimos al jardín pero de un momento a otro estamos internandonos en el bosque. Ese bosque que me produce escalofríos.
— Andrew no sé si quiero ir por aquí este lugar me produce escalofríos—.
— No tengas miedo, aquí no hay nada a lo que debes temer. Además lo que vas a ver te va a encantar—.
Sonrío y lo acompaño no muy convencida, pero se le ve tan ilusionado que no quiero ser yo la que rompa el momento por mis estúpidos miedos.
No tardamos mucho tiempo en llegar al claro del bosque, es un lugar precioso la luz se cuela entre las copas de los árboles, haciendo caer sobre el suelo cientos de destestellos. Es algo mágico.
— Son piedras de espejo de lobo, cuando la luz las ilumina estás reflectan la luz — me explica Andrew.
— Gracias es un lugar precioso —.
Comienzo a escuchar el cántico de unos niños, miró hacia los lados pero no veo nada. Me separo un poco de Andrew y comienzo a caminar. Pierdo la noción del tiempo no se el tiempo que llevo caminando detrás de las voces de esos niños.
De de repente las voces cesan, de nuevo miro hacia todos lados. No veo a ningún niño pero en cambio estoy en lo que parece un cementerio. Hay niebla que sube desde el suelo.
Las tumbas que sobresalen del suelo, las lápidas inquietantes, las figuras de ángeles decapitados, la vegetación que envuelve la escena, incluido el polvo que se agolpa sobre algunos lugares, pasajes inquietantes que comunican los nichos y las tumbas. Un escenario envolvente que pone mis vellos de punta.
Veo como una figura con la cabeza cubierta de acerca lentamente hacia mi posición, lleva un hábito negro y una cruz colgada. Creo que es un monje.
— Señor me he perdido me puede indicar el camino hacia la casa... — Dios mío he olvidado el nombre de los propietarios y el de la propiedad. Soy un verdadero desastre.
El monje no dice nada, no levanta la cabeza del suelo, por lo que no puedo ver su rostro,solo me señala con su mano pálida la dirección.
— Anwen, que haces aquí sola? Te había perdido, no debes alejarte. Podrías perderte! — dice Andrew a mi espalda.
Me volteo para ver a Andrew y le respondo:
— Lo siento escuché el cántico de unos niños y sin pensarlo los seguí. Luego este clérigo me estaba indicando el camino de regreso hacia la casa —.
— Qué estás diciendo Anwen aquí no hay nadie. Estamos tú y yo solos —
— No mira si está aquí al lado —. Vuelvo mi cabeza y el clérigo a desaparecido, camino un poco en busca de ese señor pero no lo consigo ver.
— Será mejor volver a las casa, debes de estar cansada por eso has imaginado lo de los niños y lo del clérigo —. Responde Andrew cogiendo preocupado mi mano.
No creo haber imaginado nada, creo que todo a sido real pero no sé cómo puedo explicárselo.
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Lady Adefesio
DragosteAnwen queda huérfana de madre, después de unos meses su padre decide casarse de nuevo para darle una madre a su adorada pequeña. Pero no será una madre lo que encuentre precisamente la pequeña Anwen sino más bien un verdugo, ella se encargará de ens...