Capitulo 8. Misa dominical y joven encantador

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Me levanto temprano, hoy debo asistir a misa, el pueblo está cerca pero no tanto como para ir paseando, así que como aquí dispongo de un viejo carruaje me servirá bastante bien, además de que uno de los mozos de la casa me hará de cochero.

Me miró en el espejo y no me reconozco en el reflejo que muestra el espejo, hay poco de la Anwen que fui, me convertí en una persona nueva, ya nada más puedo perder. Me han hecho tanto daño, me han causado tanto dolor que creo que ya no tengo ni corazón. No merezco ser amada ni amar.

Monto al carruaje y me dirijo hasta el pueblo, es un sitio bonito, de momento me resulta encantador, no es demasiado grande ni demasiado pequeño, es el típico pueblo ingles todos los sitios de esta famosa región de la campiña inglesa tienen casas construidas con rocas.

Todas las calles estan empedradas e hileras de casas junto al mar. Originalmente formaba parte de la Confederación de los Cinque Ports, cinco ciudades estratégicas importantes para el comercio y los fines militares en la época medieval

Un castillo se enmarca en lo más alto del pueblo, es conocido popularmente como Torre de Ypres, supongo que se construyó para protegerse de las frecuentes incursiones de los franceses, la iglesia de Santa María, de la época normanda, domina el pueblo también está a pocos minutos de la playa.

Llego cinco minutos antes, hay bastante gente así que decido sentarme en uno de los últimos bancos, aquí estoy segura de que pasaré desapercibida.

Escucho la omilia, el padre es muy amable, no grita y no se pone agresivo con los pecadores y el pecado. Una vez termina la misa me arrodillo y hablo con Dios, pierdo la noción del tiempo y no me doy cuenta de que el párroco quiere cerrar la iglesia hasta que se acerca a mi y me habla amablemente.

— Señorita es hora de cerrar la casa de Dios.—

—Señora más bien, gracias padre una omilia muy amena.—

— ¿No le acompaña su esposo?—

— No, el falleció recientemente.—digo con la voz entrecortada.

— Entonces usted debe de ser la duquesa viuda! Me gustaría que nos acompañará a mi sobrino y a mi en un pequeño almuerzo, nada ostentoso pero le aseguro que lo disfrutara.—

Estoy tentada a negarme, pero es un emisario de Dios en la tierra estaría mal negarme por lo que al final accedo y lo acompañó paseando hasta llegar a una pequeña casa enmarcada en el borde de un acantilado. Siempre pensé que los curas vivían cerca de las iglesias pero se ve que en este caso no es así.

Paso a la casa junto al padre, allí lo espera un joven no mucho mayor que yo, me saluda atropelladamente se ve que lo pongo nervioso pero no entiendo porque, otra vez todas las inseguridades y los miedos salen a flote. Estoy a punto de huir cuando me indican que el almuerzo va a ser servido en unos minutos.

—Señora siento lo de su esposo, no quisiera resultar atrevido pero no me gusta dar rodeos, cuando pase su duelo me gustaría invitarla a pasear si usted está de acuerdo.—

Esas palabras me dejan perpleja, para nada esperaba esto, ira detrás de mí fortuna una inexistente por cierto.

Sonrió y sigo comiendo, paso el almuerzo tranquila, el padre es agradable pero su sobrino me desconcierta, no deja de mirarme y eso me incomoda en cierta manera.

Cuando terminamos el almuerzo me despido de ellos y me marcho a casa, estoy realmente confundida con las intenciones de ese hombre, bueno quizás debería llamarle por su nombre, aunque si me refiero a el como Henry será como darle un lugar en mi vida. Vaya tonterías pienso, nunca nadie a sentido algo romántico hacia mi persona a excepción de Andrew. Quizás debería conocerlo un poco no creo que haya nada de malo en ello. En el amor no voy a pensar ya que mi corazón ya tiene dueño ¿pero no pasa nada por tener un amigo, o si?

Se acabó voy a dejar de pensar en ello, estoy haciendo una montaña de un grano de arena.

Una semana después...

— Señora aquí tiene la prensa, además también ha recibido dos cartas.—

— Gracias, déjalo sobre la mesa— respondo sin levantar la vista de mi bordado.

Después de un rato recojo todo lo que Ana me ha traído, miro las cartas una de ellas es de la arpía y la otra es de Andrew, mi corazón palpita nervioso.

Han pasado más de dos meses desde que me fui, ¿por qué me escribe ahora y no antes?

Abro la primera, ahora mismo no soy capaz de abrir la segunda

Tú solita te lo has buscado, gracias por no hacer nada! Tu sola te has hundido en el fango del cual nunca deberías haber salido.

Ah y por cierto nuestras deudas están saldadas gracias a tu indiferencia unas almas caritativas se han apoyado de nuestra situación...

Dejo de leer de inmediato, arrugó el papel y lo lanzó fuera de mi vista.

Cojo el periódico y lo abro por la sección de cotilleos, allí veo lo que más temía.

La Gaceta de Lady Cotilla

Curiositas y curiositos está semana os traigo noticias de nuestra Duquesa Viuda, comúnmente conocida como Lady Adefesio.

Pues nos ha llegado una carta a la redacción informando de los apuros económicos que están pasando sus padres, recordemos que la condesa es su madrasta.

En ella nos relatan con todo lujo de detalles que la señora se ha negado a ofrecer su ayuda y como si nada los ha dejado tirados.

No creen ustedes que a la Duquesa se le ha subido a la cabeza su título, que clase de hija deja tirados a unos padres abnegados.

Cambiando de tercio se rumorea que el nuevo Duque de Winsor puede estar comprometido con una Lady. De momento no daré más detalles pero de ser cierto será la boda del año.

Lágrimas brotan de mis ojos, como ha podido hacerme esto, si mi reputación ya estaba hundida ahora seré repudiada por todos y todas, ni siquiera puedo ir a la iglesia estoy segura de que ya habrán llegado los rumores.

Me prometí a misma ser fuerte pero esto es demasiado, que he hecho para merecer esto!

Paso la tarde llorando y compadeciéndome, me quedo dormida entre suspiros. Despierto y es de noche, no tengo la cena preparada y estoy sola ya que es el día libre de los empleados.

Al levantarme dejó caer el sobre de Andrew, enciendo una vela y abro la carta.

Ya tengo el corazón hecho añicos, así que lo mejor es abrir la carta y dejar de sufrir. O sufrir de golpe otra decepción.

Lady AdefesioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora