Lady Adefesio

Capitulo 37. Yo te daré un hogar

Han pasado varios días, desde que el detective privado estuvo en casa, he procurado no pensar demasiado en la información recibida cosa que me está resultando imposible.

No me puedo imaginar por lo que habrá pasado Mariam, desahuciada por sus padres y abandonada en mitad del campo. Sola con un bebé y herida de muerte en el corazón, por un hombre que robó su corazón y su virtud. Tomo lo que quiso de ella y después la desechó.

Por mi culpa ella lo conoció, no supe ver o descubrir sus verdaderas intenciones, lo hizo muy bien el muy desgraciado! Le llenó los oídos de palabras bonitas y de promesas de amor. A ella que siempre fue objeto de burlas y de comparaciones. Una soñadora y romántica empedernida que soñaba con el caballero de brillante armadura. Uno que la salvará de esa vida de amargura, la llenará de felicidad y le diera una vida plena. En cambio qué es lo que ha conseguido? Estar sola y desahuciada por sus padres y por la sociedad.

Maldita sociedad! En la que un caballero no importa con cuántas damas yazca, pero una dama, no puede cometer un error, si lo comete toda la sociedad se le echa encima.

Tras mucho pensarlo decido escribir una carta a Mariam, no estaba segura de hacerlo pero es algo que necesito hacer. Ni siquiera importa si me responde, solo quiero que la lea y que sepa cuanto la estimo. Que no la juzgo, poco me importa lo que diga la gente, solo quiero que seas feliz y ser parte de su vida.

Cojo papel y un plumín, me siento en la mesa del despacho de Andrew y comienzo a escribir:

Querida Mariam:

Te escribo estas líneas para hacerte participe de mi felicidad, una felicidad que no es plena gracias a tu ausencia.

Recientemente he descubierto donde te ocultan, también sé que has tenido un bebé. Te informo que yo también he sido madre, en mi caso he tenido una niña, Elizabeth es de su nombre.

No me importa que seas madre soltera, tampoco me importa que cometieras una falta. Ya que yo no soy nadie para juzgar. El corazón es el que manda y tú decidiste con él. Siento que él desapareciera de tu vida y nos engañara todos.

También siento que tu familia te haya echado a un lado. Pero desde aquí te digo amiga, que yo no me voy a marchar. Te informo que en un mes iremos a visitarte. No importa si la casa es grande o pequeña, tampoco importan los lujos. No sientas complejo, cuando lleguemos lo único que quiero de ti! Lo único que te pido.

Es que me recibas con esa sonrisa que te caracteriza, que me abraces y no dejes de hablar en todo el tiempo.

No te puedes imaginar todo lo que te he echado de menos. Ayer, hoy, y mañana siempre serás mi mejor amiga.

También te ofrezco un hogar, ese que te han arrebatado. Si tú lo deseas el bebé y tú quedaréis bajo nuestra protección.

De todo corazón y siempre tuya tu amiga.

Anwen.

— Anwen, qué haces?— pregunta Andrew desde la puerta.

— Morirme! Eso hago... un día de estos me fallara el corazón. No puedes avisar de tu llegada—

— Qué graciosa está hoy mi esposa—dice acercándose a mí y rodeando mi cuerpo con sus brazos.

— Le escribía una carta a Mariam, después de pensarlo mucho he decidido brindarle nuestra protección, te parece bien?—

— Sabes que no podría negarte nada, pero no crees que eso es algo complicado. Lo primero ella es la que debe decidir, y por otra parte tampoco creo que desee volver a Londres—.

— Tienes razón, pero es que no sé qué más puedo hacer? Se me parte el corazón solo de pensar lo sola que debe de sentirse...—

— No está tan sola recuerda que ella también tiene un bebé. Seguro que ahora es su razón de vivir.—

— De nuevo tienes razón. Sabes podríamos llevar nosotros mismos la carta a la oficina de correos!—

— Me parece perfecto, voy a por la chaqueta, podemos partir ahora mismo si lo deseas—dice marchándose hacia la entrada. Antes de llegar se voltea, —qué desea mi esposa, un paseo a pie o en carruaje quizás?—

— Me gustaría pasear un rato—

— Perfecto, entonces.—

Caminamos por las calles de Londres a estas horas están abarrotadas, eso es algo a lo que todavía no me acostumbro. He vivido la mayor parte de mi vida encerrada y sola. Y ahora tanta multitud me asusta y me agobia en sobremanera.

— Andrew podemos parar en la iglesia donde nos casamos? Me gustaría poner unas velas y rezar un poco por Mariam y su bebé—

Andrew asiente y me ofrece de nuevo su brazo, no puedo negar la suerte que he tenido en la vida. Si mi padre no me hubiera regalado a su tío, nunca habría conocido a Andrew, mi vida habría sido tan distinta a la que es ahora.

Probablemente viviría en un convento o habría terminado con cualquier depravado, que me habría maltratado si cabe más que mis propios padres. Bueno padre y madrastra cabe aclarar.

Un rato después llegamos a la oficina de correos, hay bastante gente esperando y no queda mucho tiempo para la hora de cierre.

Me situó al final de fila, al menos tengo a trece personas delante. Siento que mi turno no va a llegar nunca. Lamentándolo mucho cerrarán antes de que yo pueda enviar la carta.

Andrew ve en mi rostro la desesperación, coge la carta y camina hacia la ventanilla. Pero que hace esta loco! No podemos pasarnos la fila solo por ser duques.

— Andrew, eso no está bien! No podemos aprovecharnos de nuestros privilegios, no es justo para esta pobre gente...—

— No sufras amor, no he hecho nada poco ético! Lo único que he hecho es comprar el puesto. Les he ofrecido una moneda a cada persona y todos han aceptado cederme el puesto amablemente. Cómo siga consintiéndote así, pronto caeremos en la ruina—responde Andrew sonriendo.

— Sabes que no importa si tenemos dinero o no, siempre podremos ir a la casa de campo, labrar la tierra y cuidar a los animales...—

— Mmm... lo tendré en cuenta, si las cosas nos van mal, pero tendrás que enseñarme  las labores del campo—dice Andrew comenzando a reír.