2. La muerte es una sombra

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Peter se despertó a las seis de la mañana aunque era domingo, se vistió y se despidió de su madre antes de salir a correr por el vecindario.

Siempre que no estaba en el instituto salía a la calle, nunca le gustó pasar tiempo en su casa porque Richard iba y venía, pero desde que su madre enfermó volvía del instituto y no salía más.

Ahora era una excepción, Richard volvió el treinta de marzo por la tarde y se la pasaba todo el día en la casa, no ocurriría nada si salía por unas horas.

Tenía sus auriculares puestos pero no le prestaba mucha atención a las canciones que se reproducían.

"-Tenemos que contactarnos con Sheila y William- dijo Melisa-, cuando estemos con ellos buscamos a Stevenson y solucionamos todo.

-No, si él nos dejó aquí es porque no le interesamos.

-Peter, no creo que las cosas sean así.

-Sí, Melisa, son así. Primero nos busca y dice un montón de mentiras para después dejarnos como si fuéramos basura.

-Debe tener una razón- los ojos de la chica se llenan de lágrimas pero no las derramó.

-Si tú quieres creer eso hazlo, pero yo no; ya perdí todo por nada.

-Peter…

-Esto se acabó para mí. Adiós, Melisa.”

Mientras corría llegó al cementerio, no sabía por cuánto tiempo corrió pero supuso que fue mucho para que se encontrara en ese lugar.

Por un momento pensó en entrar para averiguar si estaba allí la tumba de Connor pero sacó la idea de su cabeza porque era imposible.

También sacó a Connor de su cabeza, no quería sufrir y evadía cada cosa que le recordara a él. No era fácil, cada noche se despertaba llorando y lleno de sudor, su recuerdo le dolía más de lo que podía soportar.

Estaba cansado así que sólo caminó a su casa.

-¡Hey, Peter!- saludó un chico de pelo rojo teñido, alto, y de ojos negros. Mikeas.

El mismo cruzó la calle y se encontró con Peter.

-Hola- saludó sin ánimos.

-¿Qué fue eso?- soltó una risa-, bueno no importa, ¿quieres venir a mi casa a tomar algo y pasar el rato?

-No gracias- trató de seguir su camino pero el de ojos oscuros le bloqueó el paso-. No tengo ganas, Mika, otro día.

El chico lo miró con el ceño fruncido y dijo algo pero Peter no lo escuchó, se puso sus auriculares nuevamente entonces Mikeas se apartó del camino.

Cuando estaba a unas casas de distancia de la suya empezó a correr porque vio que una ambulancia retiraba en cuerpo de alguien dentro de una bolsa negra.

Peter no comprendía lo que pasaba o no quería hacerlo.

Cuando estaba más cerca pudo ver a Richard sentado en las escaleras de afuera de la casa, el adulto estaba llorando y antes de que los enfermeros suban al cuerpo a la ambulancia Peter irrumpió desesperado, trató de abrir esa bolsa para ver quién estaba dentro. Los enfermeros lo sujetaron hasta que llegó Richard y alejó al rubio para que la ambulancia se fuera.

El chico entró a la casa a la fuerza y comenzó a llorar en silencio, Richard arrojó un jarrón contra la pared y empezó a romper todo lo que estaba a su alcance, las botellas de alcohol que estaban en la barra, las sillas y los libros, rompió y tiró muchas cosas pero no lloró más.

-¡¿Qué mierda ves?!- le gritó a Peter, el chico se encogió por el miedo y se fue a su habitación.

Cerró la puerta con seguro y no contuvo más su llanto; él no era como Richard, él no rompía las cosas cuando estaba triste, él se libraba del dolor emocional a su manera.

Perdió a su mamá, no a la mujer que lo dio a luz, pero perdió a la mujer que hizo todo lo que pudo para defenderlo de los monstruos y aunque ellos vivieron con uno no dejó de defenderlo en los ataques que veía.

El chico se quedó dormido en el piso de su habitación en posición fetal. Dormir era otro escape de la realidad, o de su dolor.

Esta vez se durmió pero el dolor aún lo seguía en su sueño.

“-¿Qué fue lo que pasó?- le preguntó Yassi.

Este la ignoró y avanzó para poder abrazarla, ella no le negó el abrazo, no se sentía como uno real pero era lo que Peter quería.

-Mi mamá murió- soltó entre sollozos-, ella ya no está y todavía la necesito.

-Ella está mucho mejor ahora, Peter.

-Pero la necesito- su voz se quebró.
-Yo sé, corazón, y lo siento tanto, si pudiera acompañarte fuera de aquí lo haría”

El sonido de su celular lo despertó, se puso de pie y vio que Melisa lo estaba llamando; no tenía ganas de hablar con nadie así que puso el celular en silencio y se metió a bañar.

Estuvo un largo rato en la ducha y cuando salió volvió a dormir.

Peter no comió nada durante el día y se la pasó durmiendo, no salió de su habitación y no habló con nadie.

No iría al entierro de su madre, no tenía las fuerzas necesarias y tampoco contaba con el apoyo que necesitaba en ese momento.

[…]

Al llegar la mañana del día siguiente, salió de su habitación y Richard no estaba, entró al cuarto de su madre para confirmar que ella en verdad se fue y partió al cementerio.

Cuando llegó no fue difícil encontrar su tumba porque vio a Richard, cuando el adulto lo vio secó sus lágrimas y se fue.

Peter no llevaba flores porque a su mamá no le gustaban; su tumba no tenía flores, eso era algo bueno porque significa que la gente sí la conocía, además habían cactus y algunas piedras muy hermosas. Tal como le hubiese gustado.

-Hola, mami- dijo y se puso de cuclillas-, ayer cuando me despedí nunca pensé que jamás te volvería a ver.

Su voz se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Mami, siento mucho si alguna vez te traté mal, siento tanto las veces que te mentí- lágrimas empezaron a caer por sus mejillas-. Perdón por no ser el hijo que querías… hice todo lo que pude.

Peter se quedó un rato viendo la tumba de su madre, se secó las lágrimas y se puso de pie para irse a su casa otra vez.

Al salir del cementerio dio un último vistazo y podría jurar que vio a alguien desaparecer de entre las tumbas.

Guerra y Venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora