Epílogo

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Enero del 2019…

Azael estaba esperando en el auto a que Stevenson volviera con Peter, porque lo habían internado en el hospital psiquiátrico hace ocho semanas después de que recayera en las autolesiones.

Era la primera vez que lo veía en todo ese tiempo ya que su hermano mayor se negaba a verlo en los días de visita, solo hablaban por teléfono cuando se lo permitían.

Se veía feliz mientras se acercaban al auto, eso lo hizo sonreír a él también.

-Hola, Azael- saludó Peter abriendo la puerta trasera para despeinarle el cabello y darle un abrazo pequeño.

-Listo que me vas a despeinar- bromeó.

-Si nunca te peinas- se subió del lado del acompañante y el auto se alejó de aquel hospital.

-Hoy sí.

-Es que tiene una cita- explicó Stevenson.

-¿Cita? Tienes catorce años y los cumpliste hace seis días. Ay, la juventud de hoy en día- bromeó.

-No es una cita, tengo que ir a la casa de una amiga porque se encontró perritos en la calle y yo los voy a poner en adopción.

-Vas a llenar la casa de perros y eso que acá hay uno, pero al menos este sabe manejar.

-Uy, sí que gracioso- dijo Stevenson con una sonrisa en el rostro porque le encantaba estar con sus hijos-. Yo pensé que los perezosos no hablaban.

Siguieron molestándose por el resto del camino y estaba bien porque estaban felices y juntos. Azael quería mantener esa felicidad a toda costa así que no los iba a preocupar con sus sueños.

No les iba a decir que hace tres semanas empezó a soñar con Adira y no eran recuerdos. Parecían ser actuales.

Decidió mantener ese secreto para sí mismo durante el tiempo que sea necesario. Si se tenía que llevar el secreto a la tumba, lo haría.

Además, Adira estaba lejos y no les podía hacer daño. Ya no, nunca más.

Guerra y Venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora