8. Una decisión, un final

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Veintitrés de abril…

Ya era lunes y Peter debía empezar otra semana yendo a la preparatoria, mas esta vez decidió que no sería como las semanas pasadas que fue y hacía lo que debía pero su mente no estaba con las personas que le hablaban ni prestaba atención a las clases, y durante el receso se sentaba en la cafetería y solo escuchaba música.

Después de la primer semana sus amigos se acostumbraron al Peter silencioso, se acostumbraron a la presencia de Peter aunque parecía no estar realmente.

Este era su último año y ya se estaba terminando, él llevaba todas las materias al margen y con notas buenas, pero estas semanas sus notas bajaron.

Durante las vacaciones de primavera, se dedicó a hacer un ensaño para subir la nota del examen de ciencias, el profesor conocía su situación y le dio otra oportunidad.

Richard se la pasaba durmiendo o en bares así que no recibió ningún regaño de su parte, en el camino a Parmons se encontró con Mikeas y se fueron juntos, el chico trató de animarlo como pudo, pero no funcionó. Peter estaba apagado.

-Señor, Peterson, siento su pérdida- le dijo el profesor de historia en privado antes de entrar al salón, ya había pasado un tiempo pero el profesor estaba enfermo y no había asistido; él era un hombre de cincuenta años, era una persona muy simpática y animada, las clases con él nunca aburrían.

Peter se sentó en el último banco con su amigo y trató de prestarle atención a la clase, aunque se la pasó garabateando en el cuaderno en vez de tomar apuntes como hacía antes.

Cuando llegó el receso se fue a la cafetería y se quedó sentado en la mesa que compartía con Mikeas, su novia Irina, una chica pelirroja de cabello largo y ojos verdes; y el hermano mellizo de la chica, Iván.

Los tres hablaban sobre un partido que se jugó el día viernes pero a Peter no le importaba, incluso trataron de incluir al chico a la conversación pero él estaba ausente. Como siempre.

Pasó el resto de las clases del mismo modo, distante de la realidad.

A la hora de la salida Iván se ofreció a llevarlo en auto y él se negó, aunque enseguida se arrepintió porque Melisa lo estaba esperando.

-Peter, tenemos que hablar- le dijo, él no paró de caminar así que la chica lo acompañó.

-Estamos hablando.

-Sabes que siento mucho lo de tu madre, de verdad lo siento.

La chica no dijo nada más en todo el camino, a Peter se le hizo raro que Melisa no hablara pero no le disgustaba, no tenía ganas de hablar en ese instante ni nunca.

Sin darse cuenta ya estaba frente a su casa y Melisa seguía a su lado.
La fachada cambio, ahora las ventanas estaban sanas y el césped bien cortado, fue un detalle que se le escapó a Peter cuando salió de su casa. Quizás Richard sí hace algo después de todo.

-Ya pasamos tu casa- dijo caminando hacia la puerta principal.

Había tomado otro camino con la esperanza de que Melisa se fuera por el de siempre y estar solo, pero no funcionó.

-Ya sé, vengo a la tuya.

Ambos entraron a la casa y Peter se sorprendió cuando vio toda la casa limpia y ordenada, estaba un poco vacía ya que los adornos estaban rotos. Richard estaba tramando algo, era imposible que haga algo así por nada.

-Ven, vamos a mi habitación- dijo y la llevó al final del pasillo.

La chica se sentó en la cama y suspiró antes de hablar:

Guerra y Venganza [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora