II: "Venganza" explosiva

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Como ví más apoyo de lo que esperé en un principio les traigo un capítulo este fin de semana.

El lunes no tengo clases, así que veré si tengo chance y subo otro.

Que lo disfruten <3

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El día jueves 4 de noviembre de 1941 fue un día pesado, lo dedicó al máximo para acabar con los últimos detalles de sus planes. Se fue dormir tarde y la noche pasó tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos el despertador sonó y un dulce aroma a panqueques envolvió su nariz.

Ya era 5 de noviembre: día de la ejecución de la venganza.

Estaba cansado, ayer había estado trabajando en duro para terminar de conseguir sus último detalles, tuvo que incluso meterse un sitios poco aptos para un niño. Pero la vengan era suficiente para "motivarlo"... Hoy era el día.

Se estiró enérgico y su vista ya estaba mejor, con los estúpidos anteojos debería de estabilizarse un poco más ¿No? Para algo debían de servir esas mierdas. Por fortuna el oftalmólogo se los desengrapó el día anterior así que ya tenía más libertad de ponérselos cuando le diera la gana.

Se metió a bañar y visitó con un uniforme limpio: pantaloncillos cortos marrones y una camisa tipo polo beige y una corbata rojita. Se miró en el espejo peinándose con elegancia y confirmando que pesar de todos esos ridículos insultos él seguía siendo atractivo, aún con esos hematomas en su rostro, los cuales su madre vio al bajar a desayunar pegando un grito en el cielo.

El día de ayer su Liane estuvo bajo los efectos de ciertas sustancias ilícitas, y por lo mismo no se percató del aspecto de su hijo como tampoco de todo lo que estuvo haciendo para cometer su dulce venganza.

Le explicó lo sucedido mientras devoraba esos panqueques bañados en miel y acompañados con helado de vainilla. A pesar de lo negligente que podría ser su madre ella si que sabía consentirlo bien. Liane le untó un ungüento en sus heridas mientras que con voz maternal le pedía que se comportara mejor. Si seguía con ese comportamiento tan nefasto lo terminarían corriendo del campamento así como también lo expulsaron de la escuela por iniciar su propia religión con los estudiantes. En realidad en las JH no solían llegar al extremo de la expulsión, preferían recurrir a castigos severos antes que perder a un valioso y futuro recluta de su esplendoroso ejército. Pero claro que también existían un límite en los castigos y degradaciones.

Por eso poco le importaba. Si, era conocido por su terrible conducta, pero también por su ingenio y liderazgo nato. Lo sabía porque varios instructores se lo comentaron sutilmente y bueno, Eric era demasiado perspicaz para reconocer su propio valor en el campamento.

—Terroncito de azúcar.

—Dime, mah —se ataba los cordones de sus zapatos antes de marcharse.

—Bueno... Hoy llega temprano. Tengo una excelente noticia que quiero compartirte en la cena... De hecho hoy tendremos dos invitados especiales y quiero que estés presentable —explicaba Liane con un poco de nervios pero al mismo tiempo en un tono optimista.

— ¿Quiénes son...? ¿Son clientes? —preguntó Eric arqueando una ceja y sin poder disimular su voz temblorosa.

—No, cielo. Son unos... Unos amigos ¿De acuerdo? Ya los verás cuando vengas, es una sorpresa —respondió su madre colgándole la mochila sobre sus hombros —. Ve con cuidado.

"Amigos" entonces si eran hombres, más no clientes o familiares. Caminó ensimismado en ello hasta llegar el campamento, tachando en su mente los posibles misteriosos invitados de la cena de hoy. Eran tan poca información que no era capaz de descifrar quiénes serían.

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