XIX: Mi último regalo como Sankt Nikolaus

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Este capítulo se puede tomar un poco como de "relleno" tal vez, idk. Pero igual es importante para el desarrollo de Cartman :D




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El 24 de diciembre llegó. Fue una cena tradicional sencilla, se sirvió salchichas y Kartoffelsalat¹, y esperaron escuchando en la radio canciones navideñas a que sonaran las campanas, las cuales avisaban que había llegado el ChristKind².

Para Eric fue una noche incómoda. No había convivido con ellos durante días. Por suerte siguió los consejos de Marlene. Sin dudas hubiese sido más difícil presentarse sin primero haberse despejado.

Se dieron un incómodo abrazo familiar o al menos así lo sintió Eric. Para él fue asqueroso e hipócrita. Después alrededor de la media noche cada quien se retiró a descansar a su habitación. Antes de irse a dormir tomó su radio, hace tiempo que no lo hacía.

—El rey mago se reporta, cambio —dijo en voz baja y repitió hasta que el radio fue respondido.

— ¿Qué carajos quieres, culón? Estaba durmiendo —escuchó la voz ronca y somnolienta de Kyle.

—Perdón por despertarlo feo durmiente —respondió Eric con burla —, cambio.

—Si tan solo pudiera iría hasta donde estás y te partiría el culo en dos... Cambio —gruñó Kyle.

—Pero no puedes, na, na, na, na —se burló —. Bueno, solo quería decirte feliz navidad, cambio.

—Rey mago, no celebro navidad —Kyle soltó una pequeña risa —. Pero gracias, supongo, cambio.

—Bueno. Te dejo dormir entonces. Buenas noches, cambio —respondió Eric con una corta sonrisa al oír la risa distorsionada del otro.

—Buenas noches —respondió Kyle —. Fin de la conversación.

Así el judío volvió a intentar a conciliar el sueño y Eric se tiró en la cama a dormir. Ansioso porque mañana Sankt Nikolausle traería su último regalo. Le parecía ridículo que ese viejo gordo solo se limitara traer felicidad a los niños ¿Por qué no también a los adultos? Los adultos parecían siempre tener un palo enterrado en el culo, ellos también merecían uno que otro regalo una vez al año ¿No? Tal vez la idea de crecer ya no era tan buena ahora que lo pensaba con más detenimiento.

Como fuera, el día siguiente despertó con los rayos del sol y hace mucho tiempo que no saltaba de la cama con tanta emoción. Fue como si alguien reiniciara sus emociones o presionara el botón de: Modo feliz. Un gran contraste si se le compara al Eric de hace un par de días.

Se puso sus pantuflas y corrió a la sala, donde estaba el árbol navideño y grata fue su sorpresa al hallar debajo de este un par de cajas envueltas de papeles coloridos y una bonita bicicleta roja con un moño del mismo color.

Saltó con emoción, admirando la bicicleta. Hace meses le había pedido a su mamá que le comprara una, pero ella se lo negó. Sankt Nikolaus era simplemente genial.

Desenvolvió las otras dos cajas que llevaban su nombre y en una había un bonito tablero de ajedrez y en la otra había un tanque de guerra y una bolsita con figuras de acción, soldaditos.

— ¿Encontraste tus regalos, calabacín? —su mamá entró a la sala y fue a abrazarlo — ¿Te gustaron?

—Sí, la bicicleta es genial —asintió Eric con emoción — ¡Ya quiero usarla!

—Es bueno que tengas interés. Así podrás salir al pueblo cuando quieras —comentó el señor Tenorman también entrando a la sala y tomando asiento en el sofá —. Seguro Sankt Nikolaus le hace feliz saber que te gustaron sus últimos regalos.

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