La casa verde lima

XXI: No quiero que Alemania gane la guerra

⚠️ DISCLAIMER ⚠️

En este capítulo hay una escena de intento de suicidio y pensamientos de índole suicidas.
Consideren su propia salud mental antes de leer (leer bajo su propia responsabilidad y se recomienda discreción).

El suicidio es un tema serio. Nunca duden en buscar ayuda y estar atentos a sus personas más cercanas.

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Eric estaba por asomarse a la segunda habitación del segundo piso, donde entró Kyle con un atizador de chimenea, para ver qué diablos estaba planeando ese judío cuando escuchó el fuerte y estruendoso sonido de cristales quebrándose.

No perdió más el tiempo y entró con miedo a la habitación, un miedo que no le permitía huir y tampoco desajenarse de la situación que se presentaba. 

Kyle había roto la ventana de ese cuarto donde solo había la base de una cama sin colchón quebrada a la mitad y ahora cristales dispersos por el piso. Aventó el atizador por cualquier lado y tomó uno de los trozos grandes de cristal que había en el suelo.

Cuando Eric lo vio juntar el cristal retrocedió un par de pasos hacia atrás por instinto, colocando su mano sobre la funda de su navaja, listo para defenderse en caso de que el judío intentara matarlo con el cristal. Se maldecía internamente de mil formas diferentes por haberse planteado la idea de confiar en ese maldito judío engañoso, pensaba que por fin estaba mostrando su verdadera naturaleza sucia, ruin...

Pero entonces notó, observó, como el guante amarillo que le dio alguna vez y que sostenía el cristal comenzaba a teñirse de rojo, en pocos segundos la palma del guante dejó de ser amarillo y del cristal escurría una tinta roja.

—Kyle... —lo llamó con sus labios temblorosos y entonces vio como el judío dirigía el cristal hacia su propio cuello — ¡Kyle! ¿Qué mierda estás haciendo? ¡Suelta ese cristal!

— ¡Antes de que esos hijos de perras me atrapen me voy a matar! ¡No les daré el maldito gusto de llevarme a un ghetto o a un campo de concentración! —gritó Kyle sin vacilar en ningún momento y con una mirada segura de sus palabras mientras apuntaba hacia su garganta— ¡Prefiero morir, prefiero matarme aquí mismo antes de que ustedes, asquerosos nazis, pongan un solo dedo sobre de mí! ¡Nadie me va a sacar de esta jodida casa a menos que yo lo permita y si lo van a hacer será mi cadáver!

Eric sintió como si hubiese una mano dentro de él y exprimiera sus entrañas. Unas nauseas amargas y repulsivas se hicieron presentes en su esófago. Ahora su pecho estaba comprimido y cada palabra que salía de la boca de Kyle le provocaba terror, sin mencionar que sus oscuros ojos esmeraldas se mostraban decididos, gélidos y seguros. No había una sola pizca vacile.

Caminó hacia Kyle lentamente tratando de mediar con él, tratando de ignorar la agobiante sangre que goteaba de su mano. Eric sentía sus labios secos, al igual que el interior de su boca y sus pies parecían cargar un pesado grillete. Nunca antes había experimentado un miedo y estrés igual. Era un miedo distinto al que sintió la vez que el señor Tenorman le pegó a su mamá o a él mismo, este se sentía como si caminara sobre una delgada capa de hielo y en el momento en él que pisara mal lo quebraría, provocando que ambos terminaran hundidos en un helado y siniestro lago del cual jamás podrían salir.

—Kyle, por favor baja ese cristal... No hagas nada de lo que te puedas... —decía Eric con dificultad, con una voz suave, pero temblorosa.

— ¿Arrepentir? ¡Muerto no tendré nada de lo que arrepentirme! ¡Así que ya ve de una puta vez por esa gente de la Gestapo! ¿O qué? ¿Estando muerto la idea ya no te parece divertida, maldito saco de manteca? ¿Querías verme arrastrándome? ¿Rogándote? ¿Lamiéndote las bolas a ti y a esos asquerosos nazis? ¡No! ¡Antes muerto, Cartman! ¡Jamás volveré a estar solo! ¡Moriré y punto! —gritaba Kyle igual de aterrado al ver a Eric acercándose y presionando con más fuerza el cristal.