Al día siguiente después del desayuno su mamá lo llevó al médico como acordaron. Fue un chequeo muy rápido en el que confirmaron que todo estaba bien. Un gran alivio porque eso significaba que ya no tendría que volver al hospital en un tiempo, odiaba esos sitios que apestaban a medicina y donde habían inyecciones. Odiaba las inyecciones. Pero por suerte no se topó con ninguna.
El otro lado positivo es que pasó un grato tiempo a solas con su madre y la escuchó hablar de sus típicas estupideces. Nunca antes les había tomado tanto aprecio como hoy.
Después entraron a una tienda para comprar algunas cosas que faltaban en la casa. Se alegró cuando su mamá le dijo que podía escoger los dulces que quisiera. Corrió al pasillo correspondiente y comenzó a escoger distintos paquetes: chocolates, bombones y sus chucherías favoritas. Luego pensó que comprar más helado también seríagenial y fue por una cubeta napolitano que echó dentro de su canasta.
Ya iba a buscar a su mamá cuando de pronto pasó por su cabeza el judío pelirrojo. Seguro que podría llevarle de esos mismos dulces, cargaba un montón, pero entonces recordó que dijo que no podía comer cosas dulces. Que desgraciada vida tenía, le tocó ser judío, pelirrojo y no poder comer dulces. Dios si castiga más de dos veces.
Merodeó por los pasillos husmeando hasta que llegó a la sección de frutas verduras. Como era otoño no había una gran variedad y las restricciones del mismo gobierno no ayudaban mucho. Tomó una manzana, una banana y uvas, y después volvió con su madre.
— ¿Frutas? —Liane arqueó una ceja curiosa.
Era extraño ver como en la canasta de su hijo había infinidad de comida chatarra y de pronto frutos saludables. Algo poco común.
—Ahm... Chef y Marlene me dijeron que comiera más saludable —mintió hábilmente.
—Me alegra que sigas sus consejos, calabacín —asintió su madre con orgullo acariciando los cabellos de su hijo.
Acabando con las compras volvieron al auto. Miraba por la ventana las calles del pueblo. Ciertamente era muy pacífico y pequeño, observaba ansioso deseando encontrar señal de otros niños pero en su mayoría eran personas mayores o algún que otro infante. Eso limitaba sus motivaciones de hacer amigos.
—Calabacín, por cierto estaba pensando que sería bueno que tuvieras escuela en casa —explicaba Liane mientras conducía —. Tienes muy buenas notas pero tus reportes de conducta son... Ah, dudo que quieran admitirte en la escuela de este pueblo ¿Qué opinas?
—Lo mejor sería no ir a la escuela, ni en casa ni en ningún otro lado —suspiró Eric con cansancio del solo pensar que tendría que estudiar.
—Sabes que esa no es una opción, calabacín.
Ciertamente no había más opciones. Tal vez con algo de presión lo aceptarían en la escuela y así podría conocer a más niños de su edad. Pero sonaba tentadora la opción de estudiar desde casa. No tendría que salir ni esforzarse. De hecho sonaba excelente. Podría descansar cada que quisiese.
Dicho esto mañana mismo empezaría con la escuela en casa.
Volvieron a su hogar. Estacionaron el auto y después entre los dos bajaron las bolsas. En un movimiento rápido metió la fruta y un paquete de caramelos dentro de su mochila. Y el resto lo cargó en las bolsas.
—Buen día, señora Cartman.
Los recibió la señora Leander, pero su aspecto los dejó perplejos a ambos. Tenía un claro puñetazo sobre su pómulo izquierdo.
—Señora Leander ¿Que ocurrió? —cuestionó Liane sorprendida y preocupada.
—Un contratiempo, nada grave —Marlene respondió secamente tomando las bolsas de las compras de las manos de Liane y se fue a rumbo a la cocina.
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La casa verde lima
Fanfiction[Los personajes no me pertenecen, este solo es un Fanfic de fan para fans con fines de entretenimiento] [El fanart de la portada esta vez si me pertenece, lo pueden encontrar en mi FB, mis redes sociales están en mi perfil] Eric Cartman es un niño...