LXXXII: No menosprecies lo que sientes

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Sus parpados se levantaron con pesar. La luz solar que se colaba de entre las cortinas blancas lo cegó momentáneamente. Tras dar una bocanada de aire sintió una enorme satisfacción. Pero al tallarse los ojos vislumbró en sus recuerdos lo que acababa de suceder antes de caer desmayado, siendo así atacado por una terrible jaqueca, un dolor de cabeza tan grande que le provocó nauseas e imposibilitó poder levantarse. Solo fue capaz de producir unos sutiles alaridos de dolor que él mismo trató de contener.

— ¡Kyle! —Kenny se acercó rápidamente hacia él, confirmando su estado.

— ¿K-Kenny? —cuestionó el fantasma pelirrojo con dificultad, hundiéndose entre las almohadas y manteniendo sus ojos cerrados para soportar mejor el dolor.

—Tranquilo, todo está bien, relájate —decía el inmortal con voz taciturna, peinando sus rizos rojos a modo de consuelo —. Está bien, no te sobres fuerces, todo está bien. Lo único que necesitas saber es que te desmayaste mientras tratábamos de encontrar una forma para ayudarte a descansar en paz, no te presiones —explicó con rapidez —. Puedes lastimarte si tratas de recordar más.

Con ayuda de esas palabras, siguiendo sus indicaciones y voz afable, suspiró buscando calma, dejando de pensar y buscar las causas de su desmayo; aunque segundos antes las había encontrado. Pero como bien dijo Kenny, pensar de más podría serle dañino, por lo que lo dejó por la paz y no dio más vueltas en su cabeza.

Gradualmente el dolor fue bajando. Se sentía agotado, enfermo, débil, el respirar lo sentía pesado. No luchó contra eso, no luchó contra el dolor. Dejó que Kenny acariciara su cabello a modo de consuelo, permaneciendo quieto en la colchoneta, arropado por varias mantas y almohadas. Se sentía helado y fatigado.

— ¿Tienes agua? Tengo sed —consiguió formular la pregunta, su boca estaba seca.

—Ah... —Kenny detuvo sus caricias —Sí, en un momento te traigo un vaso.

— ¿Y Eric?... ¿Y Stan?

—Fueron al pueblo a comprar, nos quedaremos esta noche aquí. Pero hacían falta provisiones —explicaba levantándose para ir por el vaso —. También de una vez fueron a avisar desde la casa de Stan que Eric se quedaría en una pijamada y Stan avisaría que iría a una pijamada en casa de Eric.

— ¿Eric se animó a dejarte solo conmigo después de eso? Woah...

—Fue difícil, pero él necesitaba salir a por algo de aire junto a Stan —decía Kenny deteniéndose en el marco de la puerta —. Entonces ¿Si pudiste recordar la plática que tuvimos antes de que te desmayaras?

—Sí... Pero como dijiste trato de no pensar mucho en ello.

—Es una buena señal entonces. No tardo.

El inmortal se marchó de la habitación, bajó por un vaso de agua en la cocina y se apresuró a volver para entregarlo. Le ayudó al pelirrojo a sentarse para que pudiera beber. Se tomó el vaso completo, refrescándose y apaciguando la resequedad de su boca. No sació su sed completa, pero le apenaba pedirle al rubio que bajara de nuevo por otro vaso de agua.

Se recostó y fue arropado de nuevo.

—Perdón... Fui muy rudo contigo hace rato... —se disculpaba Kenny, angustiado.

—Está bien... Eres el único que tiene el corazón para hacerlo, los otros dos serían incapaces. Necesito de alguien fuerte, como tú —respondió Kyle con pesadumbre —. Ni Eric ni Stan podrían hacerlo... Tardaría años en poder descansar en paz si tú no estuvieras. Eres un gran amigo, gracias.

—Ufff... Me quitas algo de culpabilidad, supongo que alguien debe de hacer el trabajo sucio —suspiró Kenny fingiendo que limpiaba su frente.

Kyle le sonrió y Kenny regresó la sonrisa.

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