XXVII: Un momento en las nubes y otro en el vacío

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Eric sacó todo lo que trajo de su mochila,
para el supuesto picnic que le dijo a su mamá que tendría ¿Cómo Liane podía ser tan estúpida? Es decir, afuera estaba helando ¿Quién en su sano juicio haría un picnic con ese clima? No. Verdaderamente las drogas estaban acabando con el poco cerebro que tenía, eso y quizás también el amor.

Dejó sobre la mesa varios sándwiches, la mitad de pavo y la otra de jamón de cerdo. Era evidente como la mesa se dividía entre lo que Kyle podía comer y lo que no. Por un lado comida extremadamente dulce y de origen de cerdo, mientras que por el otro comida más sana y nada proveniente de ese animal que estaba prohibido en la dieta del judío.

Kyle miró sorprendido todo lo que traía, estaba seguro que todo eso no se lo iban a poder acabar ese mismo día. Su boca salivó y oprimió sus labios tímidamente.

- ¿Por qué has traído tanto? ¿Qué? ¿Hoy es tu cumpleaños o algo así? -preguntó Kyle verdaderamente curioso por la razón de ese festín.

-No, mi cumpleaños es el primero de julio -respondió Eric mordiendo una dona - ¿No vas a comer?

-Sí.

Con un poco de timidez tomó uno de los sandwiches de pavo para dar la primera mordida y así saciar de una vez su hambre.

Era obvio que no era su cumpleaños. En primer lugar como por qué Eric vendría a celebrar su cumpleaños ahí, con él. Un día tan importante obviamente lo celebraría con su familia ¿No? Seguro harían una fiesta grande y la pasaría bien entre familiares y amigos. No tendría ningún sentido que viniera ahí a celebrar. Se sintió un poco iluso y tonto al llegar a suponer algo como eso.

-Te lo dije ¿No? Soy un amo bondadoso y benevolente. Deberías de ser más agradecido y más obediente conmigo -respondió Eric - ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Aunque Eric no tenía pensado confesarle la verdadera razón por la que hoy almorzaban así. No iba a decirle que era su forma de huir de casa y así poder estar lejos de sus locos familiares.

-El mío es el 26 de mayo -respondió ya más relajado y volviendo a entrar en confianza -y si puedes ser un poco amable, pero también eres un gordo idiota.

Continuaron conversando y comiendo hasta llenarse. Sobraron varias cosas, sobretodo de lo que era de la parte de Kyle, como: pan tostado, un poco de pasta, fruta, yogurth, sándwiches de queso, ensaladas, entre otros. Guardaron el resto de la comida para más tarde.

Kyle supuso que después de ese armonioso almuerzo continuaba el tormento, el castigo. Pero no. Eric sacó de su mochila el tablero de ajedrez que le regalaron en navidad, comenzó primero a presumir lo fino y bonito que era y después se pusieron a jugar. No podía parar de pensar en que el castaño se estaba burlando de él. Estaba disfrutando de torturarle. Tal vez ni si quiera existía un castigo como tal y solo estaba jugando.

Y sí, jugar con la mente del judío era parte de la venganza por haberse burlado de él.

El pelirrojo no conseguía concentrarse del todo en la partida de ajedrez, en más de una ocasión percibió la sonrisa burlona del castaño. Terminó perdiendo la primera partida y entonces Eric tras de festejar y anunciar lo magnífico que era invitó al judío a jugar una segunda partida, que también terminó perdiendo; y luego una tercera; y después una cuarta que perdió. Estaba frustrándose cada vez más, odiaba perder ¡Odiaba perder contra ese obeso nazi! Intentó en serio dejar de lado el tema del castigo, pero siempre terminaba volviendo a su cabeza.

- ¡Jaque mate!

- ¡Carajo, Cartman! -gritó Kyle enojado de perder por quinta vez.

- ¿Qué pasa, Kahl? ¿Estás jugando en serio? Nunca antes habías jugado tan mal -se burló Eric acomodando las piezas -. Juguemos una partida más.

La casa verde lima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora