LI: Vengaza pegajosa con sabor a cereza

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Eric estaba recostado en el sofá de la sala de los Donovan esperó a que la casa estuviese en completo silencio, se mantuvo despierto y cuando parecía ser que todos estaban dormidos se levantó, abrió su mochila y de ésta sacó una cajita con gomas de mascar. Metió varios dentro de su boca, sabían a cereza, y con una sonrisa divertida regresó al cuarto de Clyde.

Abrió la puerta en silencio. Dentro las dos parejitas, Clyde y Bebe; David y Red, estaban dormidos. La última pareja sobre la alfombra con una sábana que mal los cubría y los otros dos descansando sobre la cama.

Entró con sumo silencio. Primero se acercó a Clyde y a Bebe. Escupió un par de chicles que mascaba y se los pegó en sus respectivas cabelleras, haciendo un desastre que sería difícil de quitar, aunque con el castaño fue más piadoso. Después fue hacia con Red y David, quienes también estaban en el quinto sueño. Repitió el mismo proceso, escupió unos cuantos chicles y pegó en esa cabellera pelirroja; se detuvo mirando con desprecio a David.

Hace un par de días tuvo otro de esos estúpidos sueños. Uno que le hizo planear esta pequeña venganza.

En dicho sueño estaba en lo que parecía ser una primaria. El pequeño Kyle de unos nueve años estaba en el baño lavando sus manos y poco después se unió un pequeño David.

Hey —el moreno hizo una burbuja con su goma de mascar.

No me hables —disintió Kyle molesto.

Kyle, no seas así —enjuagaba sus manos.

¿Qué no sea así? —cuestionó el niño de la ushanka verde indignado —Primero me ignoras, me insultas y me hablas mal solo para quedar bien con tu grupito y encajar con ellos; y cuando estás solo vienes e intentas llevarte bien conmigo ¡Vete a la mierda! —fue a secarse las manos.

David era un niño de descendencia mexicana nacido en Utah, Estados Unidos. Pero sus padres, unos excelentes ingenieros, recibieron una muy buena oferta de laboral en el país alemán. Por lo que se terminaron mudando cuando él tenía tan solo ocho años.

Por otros sueños que Cartman había tenido durante esos últimos meses notó que David en un inicio se llevaba bien con Kyle, al ser extranjero y un niño no comprendía bien porque el judío era tan discriminado por el resto. Pero si algo aprendió de ello es que mientras más amable fuera con él de forma abierta tendía a ser excluido por el resto. Eso sumando a su color de piel y el ser extranjero era un problema. Por lo que para integrarse y encajar con el resto "tuvo" que comenzar a menospreciar al pelirrojo, llegando en más de una ocasión a humillarlo.

Ky, perdón. Debes de entender que es muy difícil para mí poder integrarme. El idioma es tan difícil, el que sea un extranjero hace que sea un desastre —trataba de explicarse el moreno —. En realidad yo te quiero mucho, fuiste mi primer amigo y yo...

—Yi ti quiiri michi —arremedó Eric con fastidio — ¡Kahl, ya patéale el culo!

¡No me llames así! David, eres un convenienciero y estoy harto de eso. No necesito esa clase de amigos de mierda —señaló Kyle dispuesto a salirse del baño.

Sin embargo, un grupo de niños entraron corriendo, parecía que habían robado una lista de las niñas que clasificaba el atractivo de los chicos del más guapo al más feo. Esa multitud fue suficiente para hacer que David se callara y claro, lo ignorara, haciendo que el judío se enfadara por su hipocresía. Pero se terminó quedando en el baño por curiosidad.

¡Soy el número uno! —exclamó Clyde maravillado de ser el niño más guapo para las niñas de su curso.

Que suertudo, a mí me tocó ser el segundo —dijo Tolkien con una sonrisa, contento con su puesto y a la vez sorprendido de este, al igual que Kyle, recibía constante acoso por parte de sus compañeros por ser afrodescendiente.

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