XLIV: ¡Si yo quisiera podría acabar con el regimen N...!

1.3K 224 172
                                    


—Tienes que comer.

—No tengo hambre...

Eric arrastraba a Kyle por las escaleras para llevarlo al comedor.

El pelirrojo continuaba decaído y ahora se sumaba el hecho de que terminó haciendo una confesión muy profunda, sincera sobre sus sentimientos, y solo recibió como respuesta una absurda y boba pregunta: "¿Ya comiste?". Había caído bajo las encantadoras palabras que Eric le estaba dedicando en la tina, los abrazos y los tiernos besos. Su mente se desconectó, quedó totalmente vulnerable, bajó todas sus defensas y cayó flechado directo en una zanja, en una sucia trinchera. Se sintió usado, burlado ¡Eric se había estado burlando de él!

— ¡Si no bajas por ti mismo te voy a cargar! —exclamó Eric desesperado.

— ¡No me toques, imbécil!

Pero Eric se bloqueó. En realidad su intención no era burlarse. No supo que responder. No esperó que el judío de pronto se sincerara y confesara sus sentimientos por él. Eric también lo quería, pero esto no estaba dentro de sus planes confesarse ni recibir una confesión de esa magnitud. Además no podía creerlo, estaba escéptico de haber oído salir esas palabras de la boca del pelirrojo ¿Kyle lo quería? Lo dudaba ¿Por qué? Bueno ¿Cómo Kyle podría quererlo? No, no podía ser. Seguramente el judío tenía ya tanta hambre que estaba delirando y dijo esas cosas tan absurdas. Eso pasaba porque no se había alimentado bien.

Pero ahora Kyle se encontraba herido ¿Había sido rechazado? ¿Qué manera era esa de rechazarle? Hubiese sido menos doloroso que le dijera un no más el insulto de su preferencia a que ignorara sus palabras, a que se burlara. Se sentía ridiculizado, bobo ¿Eric estaba jugando con él? ¿Entonces todas esas palabras, abrazos y besos eran mentiras? ¿Juegos?

— ¡Suéltame, gordo hijo de puta! -?—exclamó pataleando para que Eric lo bajara tras cargarlo como un saco de papas.

— ¡No te muevas, idiota o nos vamos a....! ¡Ah!

Estando entre el quinto o sexto escalón se resbaló, rodaron y cayeron en el piso de la primera planta.

— ¿Cómo putas se te ocurre cargarme? —se quejó Kyle adolorido por la caída y levantándose en seguida de encima del castaño.

— ¡Podría haberte cargado sino te retorcieras como una babosa a la que le están echando sal! —exclamó Eric también adolorido por la caída y levantándose.

_ ¡Te dije que no quería que me tocaras, gordo descerebrado! —gritó Kyle con enojo.

—Como sea, vamos a comer antes de que te desmayes por falta de alimento —Eric masajeó sus propios hombros y después tiró de la mano del pelirrojo.

Se relajó al ver que Kyle ya lo estaba insultando otra vez. Era una buena señal. En sus ojos llorosos ya se estaba vislumbrando su habitual chispa. Pero el judío después de eso no peleó más y no puso más resistencia, se dejó llevar al comedor. Como dijimos aún estaba afligido y aparte con el corazón roto. En realidad no tenía fuerzas para luchar y se sentía agotado. En estos momentos le encantaría poder desaparecer del universo.

Incómodo y cabizbajo tomó asiento en el comedor. Eric le acercó en un plato un par de sándwiches, fruta picada y rebanadas de queso. Comenzó con la fruta, pero más que comerla la estaba picando con el tenedor. Con trabajo podía tragar, sentía como si su garganta estuviese cerrada y su estómago se achicara en su interior. No tenía hambre, no quería nada. Quería volver a su tina y encerrarse, por alguna razón se sentía protegido ahí; en cambio, en el comedor y con la compañía de Eric se sentía vulnerable, juzgado y no quería ver a la persona que acababa de rechazarle de la manera más grosera que se le pudo ocurrir. Estaba furioso con él y consigo mismo para haberse permitido creer en aquella ilusión.

La casa verde lima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora