LXVI: "Jaque

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Esa madrugada fue capaz de oír todo o bueno, casi todo, la gran mayoría de cosas.

Se despertó cuando Eric se levantó de la cama y lo empujó. En un principio no le importó mucho, así como despertó buscó dormirse de nuevo. Pero escuchar unos altos murmullos provenientes del baño se lo impidieron. Supuso que Eric estaría hablando con Kyle y así era, hablaban acerca de que finalmente el fantasma pelirrojo terminó el libro que leía.

Se habían impuesto dos días máximos para confesarle la verdad a aquél fantasma. Pero hace cuatro días, tras escucharlos aquella vez que él fue al baño, mirar a través de la puerta entreabierta como ambos se abrazaban y mimaban en el suelo de la casa verde lima, Kenny no se sintió con el corazón suficiente para exigirle a Eric que cumpliera con lo propuesto. Dejó que Kyle terminara de leer el libro, pasaron cuatro días, y llegamos a esta fría madrugada. Eric lloraba en el baño tras finalizar la conversación con el fantasma judío. Oír ese llanto que el más robusto se esforzaba por volver mudo partía de mil formas a Kenny.

Varios minutos más tarde Eric volvió del baño y se acostó a su lado. Claro que el inmortal fingió estar dormido para no incomodarlo. Pero no pudo conciliar el sueño. Se sentía hastiado y afligido. Adolorido por su mejor amigo. No obstante, reconocía que necesitaba terminar de una buena vez con todo esto. Su mayor terror era que el castaño fuera a cometer alguna estupidez y perderlo. No quería y tampoco iba a arriesgarse.

A las seis de la mañana se levantó, en silencio, se puso su abrigo anaranjado y se peinó con rapidez para después cubrir su cabello dorado con la capucha. Bien enlistado salió del cuarto sin hacer ningún ruido y tomó rumbo, primero, hacia el pueblo, más precisamente a la tienda. Compró un par de cosillas y luego se encaminó finalmente a la casa verde lima.

Por el cielo pudo intuir que ya eran aproximadamente las siete de la mañana. Ingresó a esa morada de pintura verde desgastada y abandonada. Lo hizo en orden y silencio. Estos días aprendió varias cosas acerca del principal fantasma que habitaba en esta casa: era muy asustadizo cuando ingresaban con violencia. Suponía que probablemente tendría que ver con su muerte. Lo mejor era llevar las cosas calmadas. Tratar con un fantasma violento era una idea más que peligrosa.

Además también merecía respeto. Todos lo muertos y vivos lo merecían. Era partidario de esa idea.

Pasó al comedor, abrió el paquete de galletas que compró antes de venir aquí y procedió a desayunar. Pasó aproximadamente una hora de este modo, en silencio, jugando con Tokyo, quien insistía en subirse a la mesa; hasta que escuchó unos claros pasos provenientes de las escaleras que no tardaron en llegar al comedor.

— ¿Eh? —Kyle tallaba sus ojos aún algo soñoliento, iba en dirección al baño hasta que se percató de la presencia del rubio en el comedor, haciéndole regresar — ¿Qué? ¿Qué carajos haces aquí a esta hora? —exclamó dando un pequeño brinco del susto.

—Buen día, Kyle —sonrió Kenny divertido con la expresión del fantasma rojo.

Primero continuó yendo al baño para lavar su cara y peinarse o un intento de ello. Después regresó tomando un par de magdalenas integrales y dos cajitas de leche que dejó sobre la mesa para desayunar.

—Gracias. Olvidé que no puedes comer azúcar, de lo contrario hubiera traído otro tipo de galletas —señaló Kenny recibiendo una magdalena integral y la leche.

—No hay problema —respondió Kyle un tanto cortante — ¿Y a qué has venido?

Kenny por supuesto que había notado la negatividad que Kyle mostraba ante a él. No era bien recibido. Supuso que quizás el pelirrojo se sentía amenazado de alguna forma con su presencia, al final Kenny no era una persona "normal" y estando muerto Kyle pensaba que era razonable que el pudiera percibirlo inconscientemente.

La casa verde lima Donde viven las historias. Descúbrelo ahora