La casa verde lima

XCI: La última cena

¡Hola, gente! Por fin pude traerles este capítulo. Una disculpa por las demoras. Estuve mal de salud y por fortuna estoy recuperada.

Nuevamente es un capítulo largo, era necesario que quedara todo junto.

Este capítulo fue escrito e inspirado en Burning Pile de Mother Mother. Como amo a esa banda. Sus canciones se ajustan a la perfección <<<3

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—Oh, muchacho, no sé cómo agradecértelo... Cuídate mucho, Eric —dijo Chef, mientras abrazaba el robusto cuerpecito del muchacho de ojos bicolor.

Como olvidar la primera vez que vio a ese niño rechoncho asomarse a la cocina y luego salir corriendo despavorido por haber visto por primera vez en su vida a un hombre afrodescendiente. Ahora lo abrazaba con fuerza y un inmenso cariño. Era como el hijo que nunca tuvo, y para Eric el padre que soñó. Sin duda el tiempo que pasó junto a él fue tan grato, lo extrañaría mucho.

—Ustedes también cuídense. En cuanto lleguen a su destino y consigan un teléfono marquen este número. Es de mi amigo Butters. Digan las palabras clave escritas ahí mismo, y por supuesto mencionen que va dirigido a mí. Él se contactará conmigo. También si necesitan dinero o si surge algún inconveniente no duden en llamarme a través de él.

—Así será, muchas gracias por su ayuda, joven Eric. Solo prometa que no se meterá en más problemas —pidió Marlene recibiendo el abrazo del castaño.

—Perdón, pero los problemas ya los llevo en la sangre. Lo que sí puedo jurar es que jamás me van a atrapar —dijo Eric con una risa socarrona —. Es mejor que ya se vayan, antes de que alguien más los vea.

Los ex sirvientes de la residencia Tenorman asintieron. Marlene levantó la tapicería de la camioneta y Chef, con evidentes complicaciones por su tamaño, se metió en ese sitio para ocultarse.

—Cielos, espero que Irlanda valga la pena —dijo Chef entre risas nerviosas, mientras la tapicería era devuelta a su lugar para esconderlo —. Adiós, Eric.

—Adiós, Chef.

Toda señal de Chef fue oculta con la tapicería. Era arriesgado viajar así, pero era la única manera por el momento de huir sin ser vistos hasta frontera sur con Suiza; de ahí serían llevados en un camión de carga a Italia, donde serían recogidos por cómplices de la resistencia en un buque que los trasladaría por el mediterráneo hasta España, donde tendrían que cruzar otro país en conflicto para tomar un segundo buque de carga que finalmente les haría el favor de llegar hasta Irlanda.

Europa parecía ser un continente completamente minado por donde pisasen. Dependiendo de la situación y panorama que apreciaran en Irlanda buscarían o no por sus propios medios cómo huir a América.

—No haga demasiadas travesuras —Marlene arrancó el carro.

—Lo tendré en mente —dijo Eric juguetonamente —. Adiós, Marlene.

—Nos vemos, joven Eric. Gracias y cuídese.

La rubia subió la ventana del asiento del piloto y con su falsa identidad manejó el coche con destino a la frontera con Suiza.

Alrededor de las 5:00 hrs. del 23 de enero de 1944, Eric vio marcharse a ese par de sirvientes en busca de su arrebatada libertad, alejarse más posible de los territorios de este monstruoso régimen nazi que los quería erradicados. Dolía dejar esas tierras, su patria al final de cuentas, aun si las máximas autoridades los repudiaran ellos nacieron ahí, pertenecían ahí por más que eso quisiera negarlo el Führer, era todo lo que conocían y hoy lo perdían a cambio de buscar su libertad.