VIII: ¿Antes de "que"?

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Estaban sentados en la tercera habitación del segundo piso de la casa verde lima, oculta en el denso bosque y a las orillas de un lago.

Eric comía caramelos y Kyle guardó las uvas para después y prefirió cambiarlas por la manzana.

Kyle habló como antes por su diabetes tenía una alimentación muy cuidadosa, saludable. Sin embargo ¿Antes de qué? Esa era la pregunta que Eric planteaba en su cabeza para saber que fue lo que ocurrió en la casa verde lima.

— ¿Antes de que? —cuestionó Eric.

— ¿De que qué? —también cuestionó Kyle confundido para después darle una mordida a su manzana.

—Eso es lo que me pregunto, judío estúpido —suspiró exasperado —. Dices que cuidabas tu alimentación "antes" ¿Antes de que?

—Oh... —musitó Kyle encogiendo sus hombros con disgusto —. Bueno, antes de que los estúpidos nazis nos quitaran los suministros de alimentos y medicinas, y nos obligaran a llevar esos brazaletes —respondió con firmeza y enojo —. Antes de eso.

Eric suspiró con estrés porque esa no era la respuesta que quería. Sí, tal vez su pregunta fue muy ambigua en cuanto a tiempo ¡Pero era obvio lo que preguntaba! ¿No? Tampoco se necesitaba ser un genio para captarlo.

— ¿Y cómo carajo llegaste aquí? —explotó soltando su verdadera pregunta.

—Mierda... —murmuró el pelirrojo para sí masticando la manzana con ansiedad al tener que rememorar —. Una amiga de mi papá le contó acerca de los ghettos y los terribles que son... Y que además los nazis planeaban algo todavía más horrible que eso —narraba Kyle con un sentimiento de angustia —. Por eso decidimos escapar antes de que nos obligaran a mudarnos a un ghetto. Nadie en el pueblo quiso ayudarnos a excepción de... De alguien. Él fue quien propuso que nos ocultáramos aquí.

— ¿Quién?

—Alguien. No voy a echarlo de cabeza.

— ¿Es quién te traía comida antes?

—Si...

No, de ninguna manera iba a echarlo de cabeza. Arriesgó mucho en ayudarlos como para pronunciar su nombre frente a un nazi. Se llevaría su nombre a la tumba, no lo revelaría. Todos los días pensaba en él, preocupado de que lo hayan atrapado y que por eso no volviese. Sin embargo, tenía la esperanza de no haya sido así. Que siguiera vivo. Prefería mil veces que se haya cansado de él a que lo hayan atrapado. Por más desgarrador que fuese ese sentimiento.

Además ahora estaba ese niño gordo salido de la nada que le traía comida. Era un riesgo, pero prefería mil veces que lo atrapasen a él que al otro.

— ¿Y qué pasó con... Tus padres?

Finalmente preguntó Eric y después hubo un profundo y helado silencio.

Kyle paró de comer y fijó su vista perdida hacia una esquina de la habitación disociando y encogiendo su pecho con una sensación espeluznante que recorría su cuerpo de pies a cabeza con solo recordar a sus papás.

— ¿Kahl...? —lo llamó Eric con voz baja al verlo tan callado y percibiendo ese repentino cambio en el ambiente — Ka...

—Se los llevaron.

—Kahl...

—Se los llevaron. Un día llegaron solados y se los llevaron —reveló Kyle con un hilo de voz y desbordando de sus ojos un par de lágrimas siendo cortante y queriendo ahorrarse detalles innecesarios —. Mi mamá me empujó y escondió en el sótano... Por eso no me hallaron.

Hace unos minutos Eric ansiaba poder enterarse de todos los detalles, sabía que era una historia de miedo. Pero nunca creyó que fuese tan tenebrosa. La aguda voz del pelirrojo que se cortaba por la falta de aire provocado por el llanto. Era mucho más aterradora que la voz grave que fingía Chef al narrar la historia de la casa verde lima.

No supo exactamente cómo reaccionar ¿Decirle que lo sentía? Era estúpido, eso era obvio ¿Quién no lo sentiría?

Abrazarlo tal vez era otra opción, pero no se sentía nada cómodo con la idea, es decir, era un judío ¿Podía sentir lástima por un judío? Ahora mismo no se parecía para nada a esos monstruos que retrataban en las JH, al contrario justo ahora frente de él había un niño que abrazaba sus rodillas y refugiaba su rostro pálido entre las mismas, ocultando inútilmente su llanto, pues sus lúgubres sollozos eran más que suficientes para evidenciarlo.

Iba a colocar su mano sobre su espalda para palmearla a manera de consolación. Pero...

— ¡Los odio! ¡Los odio a todos ustedes! ¡De verdad los odio, malditos de nazis! ¡A todos ustedes, hijos de puta!

Gritó Kyle levantándose para salir del cuarto y encerrarse en el baño de la segunda planta.

Hubo silencio.

Eric se quedó ahí sentando cerca de unos veinte minutos en espera de que volviera el judío. Pero al no haber señales de él fue al baño y tocó la puerta dos veces. No hubo respuesta. Iba a insistir una tercera vez cuando por el rabillo de su ojo notó una pequeña "sombra" y acto seguido la puerta de la tercera habitación se azotó.

Pudo ser el viento quizás, pero eso no evitó que sudara frío y como por suerte ya llevaba colgada su mochila salió corriendo de la casa, casi tropezándose en los escalones. ¿Había sido eso un fantasma? Ni puta idea y Eric no se iba a quedar a corroborar si lo era o no.

Volvió a su casa y subió rápidamente a su alcoba para encerrarse.

Esta vez no fue capaz de formar a sus peluches. Estaba demasiado confundido para hacerlo. Por un lado estaba enojado de que Kyle haya reaccionado así. Él no tenía la culpa de lo que le pasó a sus padres, pero de igual forma Kyle se lo reprochó como si hubiese mandado él mismo a esos soldados a aquella noche. Podía comprender su situación, pero podía tolerar que le haya gritado todas esas cosas cuando estos dos últimos días literalmente le ayudó a no morir de hambre.

Quizás el Führer tenía razón. Los judíos eran unos malagradecidos, Kyle lo era. Quiso victimizarse y manipularlo con sus poderes judíos ¡Si, eso era! Por suerte él fue más listo.

¿El Führer estaría orgullo de él?

Pero... No era estúpido. Eric podía ser muchas cosas, pero también era muy listo. Tal vez Kyle tenía razón, tal vez los verdaderos monstruos eran ellos, los nazis. Kyle estaba solo, abandonado como esa casa ¿Habría ocurrido algo más esa noche que se llevaron a sus padres? Ojalá no, ya era suficiente saber que él se quedó solo. No sabía si lo que sentía era manipulación o mera empatía. Sin embargo, aun si fuera la segunda opción no podría darle la razón, sería aceptar una dolorosa sentencia que no estaba dispuesto a cargar. Aún con todas esas contradicciones en su cabeza.

¿El Führer seguiría orgulloso de él?

La noche transcurrió sin ningún preámbulo. Tomó un relajante baño y entonces se preguntó sí Kyle se bañaría. Él no olía mal, la casa olía mal. Dijo que en el piso de abajo había agua y que además había un lago en la parte trasera así que probablemente por eso no olía a desamparado. Aunque sus ropas si se notaran algo sucias. Tal vez sería bueno llevarle algo de jabón. Seguro que no tendría.

Se fue a dormir hundiéndose en la comodidad de su cama, abrigándose del frío. En ese pueblo montañés había mucho frío, más que en Múnich. Y de nuevo su mente se transportó al judío ¿El tendría frío? Seguro que si, esa casa no tenía calefacción y las ventanas estaban quebradas, debía de hacer un frío que te cagas. Pero paró esos pensamientos y se cuestionó por qué carajos pensaba tanto en él ¡Seguro ese judío estaba usando su magia judía! ¡Lo quería manipular para que le trajera jabón y mantas!

"¡Pues que se joda, Kahl!", Pensó.








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