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Nos pasamos lo que quedaba de la tarde y parte de la noche viendo películas. Descubrí que a Minho le encanta Coraline y la puerta secreta, me confesó que es su película animada favorita.

Quisiera decir que le presté atención a las películas, pero no. Minho es tan perfecto, su perfil es hermoso, sus labios me tienen en una cuerda floja, sus muslos... Mejor no toco ese tema. Es muy hermoso físicamente y su personalidad es lo mejor.

—¿Sabés que película deberíamos ver?—me dijo de repente, cuando salí de mi propio universo pero dí cuenta que ya se había terminado la película que estábamos viendo.

—¿Cuál?

—No se aceptan devoluciones.

—Noooo, me niego rotundamente.

—Hannnn ¿Por qué?

—Esa película es sumamente triste, no.—creo que Minho había perdido la razón, ¿Por qué de repente estábamos pasando de terminar la saga de los juegos del hambre a ver esa película súper triste? No puede ser.

—Vamos, por favor.

—Esta bien, te voy a matar.

—Si me matas tu vida se convertiría en la más aburrida de todas, te darían un premio Guinness por tener la vida más aburrida y triste de todas.

—Hablas mucho... ¿Tienes botón de apagado?—le pregunté divertido para después comenzar a darle cosquillas mientras “buscaba” ese botón de apagado.

Si hay algo que amo en esta vida es la risa de Minho, al principio es algo fuerte y después como que se relaja y la termina en un “ahhh” súper raro, pero súper tierno. Minho puede ser algo intimidante y da la impresión de ser un cascarrabias, un viejo, un pesado, un odioso, un aburrido, un... Muchas cosas más jajajaja, pero me dí cuenta que no es así, cuando te toma confianza es todo lo contrario.

—Han ¡Me voy a hacer pipí! Para.

—Si no lo hago... ¿Qué?

No sé cómo pero de repente Minho estaba arriba de mí, con sus piernas separadas cada una a un lado de mi cadera y mis brazos estaban siendo aprisionados por un brazo de Minho mientras su mano que estaba libre comenzó a darme pasajes en mi cabello.

—No quieres saber.

—¿Quién dijo? Está mal solo suponer.

—Creo que tienes razón, ¿Pero sabes algo Jisung? No me importa lo que está mal o lo que está bien—de repente me soltó y regresó a la posición que tenía antes cuando estábamos viendo las películas. —El primero que llore pierde y debe complacerle los caprichos al otro por una semana y no tiene opción de negarse, ¿Aceptas o te da miedo?

—Que infantil eres... Acepto.

No tenía pensado perder pero la tendría difícil.

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—Muévete Jisung, aprende a perder de vez en cuando. 

Si, perdí. ¡Minho no tiene corazón! No derramó ni una sola lágrima, ¿Yo? No pude dejar de llorar como por una hora.

Ahora nos encontrábamos en un parque de diversiones, habían muchos juegos con premios muy lindos... Había visto un oso de peluche más grande que yo. Cómo perdí debía cumplir todos los caprichos de Minho, me está haciendo subir a todos las atracciones que hay.

—Minho si me subo a una atracción más voy a vomitar todo lo que he comido en el año.

—Que asco Han.

—Hablo en serio—dije afirmandome de su brazo, sentía que iba a desmayarme, no sirvo para esto.

—Esta bien. Quiero ir a los juegos, quiero muchos de esos peluches, son hermosos.

—Pero si a ti no te gustan los peluches.

—¿Tú qué sabes? Silencio, vamos.

Dos horas después estábamos entrando a mi habitación llenos de peluches, Minho nos puso a jugar en casi todos los juegos y hasta que no ganaramos un peluche no nos podíamos ir de ahí.

Aunque fue un poco estresante fue divertido, Minho se veía como un niño de 5 años. Pude notar que la estaba pasando muy bien, daba pequeños saltos hacia mi cuando ganabamos.

—Eres un codicioso, ni siquiera te gustan los peluches y hay más de 30 aquí—tomé un pequeño peluche blanco con cara de malo, era un conejito muy hermoso, de todos ese era mi favorito. Tengo un amor por los peluches pequeños no tan sano jajaja.

—No me llames así. Ya es tarde debo irme, la pasé muy bien estos dos días Han, gracias por todo. Mañana nos vemos en la escuela.

Me sonrió y se dirigió a la puerta de mi habitación como si nada.

—Minho, creo que se te olvida algo.

—¿Qué?—de verdad que aveces es estúpido.

—Hello, los peluches—dije mientras lo miraba con una expresión de obviedad.

—Oh sí, no me gustan. Lo hice por ti. Adiós Jisung.

Y se fue así como si nada, sin darme la oportunidad de responder porque cerró la puerta a la velocidad de la luz.

¿Qué nos sucedió?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora