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Me desperté de un brinco. Sentí que había dormido por al menos dos días seguidos, miré la hora en el reloj que tenía en mi muñeca... Ya eran 8:00 de la noche.

—¿Estás bien? ¿Tuviste una pesadilla?

—No tuve una pesadilla. No sé por qué me desperté de esta manera, pero estoy bien... ¡Hey! ¿Tu qué haces aquí? —apenas me voy dando cuenta de que Minho está aquí. No veía mis audífonos y Leebit se había caído de la cama.

Minho se levantó de la cama, encendió la luz y regresó a mi lado.

—Estaba saliendo del gimnasio con Changbin y al ver mi celular me di cuenta de que no me habías enviado ni si quiera un sticker. —habló Minho mientras se daba un pequeño masaje en el cuello con su mano derecha —Te llamé 3 veces y no me respondiste así que vine hasta acá, ví que estabas dormido y me acosté también.

—Oh si. Llegué muy cansado así que me acosté a dormir.

—Me imaginé. Te estaba llamando porque quería saber si me podía quedar hoy también aquí —dijo Minho mientras se le formaba una sonrisa —lo cuál es gracioso porque mirá dónde estoy y cómo.

—¿Esa es mi ropa? —estaba casi seguro de que ese pantalón de pijama era mío.

—Descubriste América. No traje ropa así que lo tomé prestado.

—Te queda bien pero creo que te quedaría mejor una camiseta, estás medio desnudo.

—¿No lo dices en serio, verdad? Punto número 1: Esto no es estar medio desnudo. Punto número 2: Así es más cómodo dormir. Y punto número 3: Me veo genial sin camiseta... Y sin nada en general.

—Tu siempre con tus cosas locas jajaja.

—Han... ¿Por qué estabas llorando?

—¿Qué dices? Yo no estaba llorando —me estaba poniendo nervioso, espero que Minho no se dé cuenta.

—Tus mejillas están rojas, me estás mintiendo.

—Te estoy diciendo la verdad Lee know.

—Bien. —Minho se levantó de la cama y se fue al baño. ¿Y si está molesto? Ay no. No puedo contarle, no puedo. Han ni se te ocurra decirle algo a Minho, no puedes.

Me levanté y me dirigí a la puerta del baño. La llave del lavamanos estaba abierta. Minho no le había puesto seguro así que me tomé el atrevimiento de entrar, él se estaba terminando de lavar los dientes.

Me quedé detrás de él, los dos estábamos frente al espejo así que podía ver sus gestos por medio de este.

—¿Estás enojado? —le pregunté. Mientras esperaba una respuesta no podía evitar morder las paredes de mi boca ni mis labios.

—No estoy molesto Han.

—¿Y entonces? Tu nunca me respondes o me hablas de esa manera.

—Han respóndeme algo y quiero que seas sincero, ¿Me tienes miedo? —habló Minho. Ya había terminado de lavarse los dientes pero se quedó donde estaba. Tenía sus manos sobre el borde del lavamanos, me estaba dando la espalda pero él me veía por el espejo.

—¿De qué hablas? Estoy confundido.

—Eso Han ¿Tienes miedo de mi? ¿Tienes miedo de que te haga algo? —¿Cómo le explico a Minho que vivo todos los días con miedo de que se vaya y me deje solo?

—¿Te volviste loco? Por supuesto que no, ¿Cómo podría tenerte miedo?

—¿Y entonces? Eso me haces percibir. Sé que no es obligatorio que me cuentes todo, pero no me cuentas nada Han. Cuando llegué te ví ahí, durmiendo. Tus lágrimas dejaron una marca en la cobija, tus ojos estaban hinchados y aún tenías una lágrima en una de tus mejillas... ¿Me vas a seguir diciendo que no estabas llorando?

—Minho yo...

—No Han. —Minho se volteó haciendo que quedaramos cara a cara —Sé que te están pasando cosas, sé que no estás bien. Seguramente estoy siendo un hipócrita al reclamarte por eso cuando yo tampoco te he contado mucho sobre mí pero... Creo que tú estás peor.

No podía hablar, sentía que mi boca estaba sellada. Minho me miraba a los ojos.

—Me preocupo por ti Han y lo sabes. Y en casos como estos me haces sentir que te doy miedo. ¿Por qué no quieres contarme? —Minho apoyó su espalda en el lavamanos y me tomó de las manos, él las acariciaba suavemente. —Solo quiero ayudarte, quiero saber qué es lo que te tiene así, quiero saber qué es eso que está robando ese hermoso brillo que tienen tus ojos. No voy a juzgarte si es lo que crees, tampoco te regañaré o gritaré... No haré nada de eso, sería incapaz de hacerte eso Han. Sé que puede ser difícil hablar con alguien más sobre lo que nos pasa pero aveces es necesario. No debes afrontar los problemas solo y menos si me tienes a mi.

—Yo... —intentaba hablar y no podía. Mis ojos se aguaron y todo lo que quería decir estaba encarcelado en mi boca pero moviéndose libre en mi mente. Minho volvió a mirar mis ojos, una pequeña lágrima comenzaba a bajar por una de mis mejillas y Minho con su pulgar la quitó.

—Todo estará bien, lo prometo. —dijo Minho mirándome para un segundo después llevarme en dirección a su cuerpo para abrazarme. Su piel estaba caliente. Mis manos recorrían su tonificada espalda, mis manos se veían pequeñas en ella.

—Minho... —al fin sentía que podía hablar, con dificultad pero podía.

—Dime.

—No te tengo miedo, nunca te tendría miedo. —Minho rompió el abrazo, me dió una sonrisa. Me miró por una última vez antes de salir del baño.

Me fui detrás de él. Minho tenía su mochila arriba de la cama, no sé si estaba guardando, sacando o buscando algo.

—¿Qué haces? ¿Te irás? —le pregunté.

—No. —me respondió.

—Eres raro.

—No, no soy raro. —me respondió Minho aún dándome la espalda.

—Lo eres.

—No. —dijo Minho cuando giró su cabeza para verme con mala cara.

—Pero eso me gusta. Me gusta que seas raro. —le dije mientras sonreía.

—Bueno, tu eres raro y peculiar —dijo Minho sentándose en el borde la cama mirándome.

—¿Yo soy normal, no? Comparado a ti. —me reí y me senté a su lado.

—Me gusta lo normal.

¿Qué nos sucedió?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora