08. Sin supresores

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Esa mañana y casi como de costumbre, Pérez tomó el frasco de supresores que había sobre el mueble del lavabo de su baño perteneciente a su habitación. Recordó sus anhelos de la noche anterior y con algo de pesadez, los regresó a su lugar.

Quería intentarlo.

Su omega se regodeó un poco al saber que el castaño oscuro no le suprimiría aquel día, aceptándole.

El hombre latino terminó por alistarse, tomando sus pertenencias y saliendo de su hogar sin demasiado estrés pese a que llegaría cinco minutos más tarde de lo acordado. Estaba un poco nervioso, pues conocerían al nuevo dueño de la escudería Red Bull Ricing.

Cuando el omega estacionó en su espacio y bajó de su auto de lujo (saliendo de su "protección"), para encontrarse nuevamente con los personajes de su vida, su estómago se revolvió un poco al recibir nuevamente y después de tanto tiempo, fragancias que jamás notó en su vida.

Algunas le intrigaron, otras tantas le provocaron náuseas.

—Buen día, Chequito —El australiano y alfa le saluda animadamente.

Checo le dedica una amable sonrisa.

—Dani, ¿qué tal estás? Hace días que no coincidíamos —Le da una palmada amistosa a la altura del abdomen cuando ambos se distancian unos centímetros.

—Gajes del oficio —Manifiesta — Aparte de que Horner estuvo un poco irritable estos días — Agrega, encogiéndose de hombros — No dejó descansar ese hombre — Resopló agobiado.

El mexicano rió ante el dramatismo de su compañero de equipo.

—Vaya, eres todo un caos Dani —Tutea con familiaridad.

—Mi don —Asevera juguetón — Por cierto, me enteré de que Max hizo toda una escena cuando se enteró de tu casta — Daniel busca con la mirada a Verstappen.

Checo siente las mejillas entibiarse por su propia indignación al recordarlo.

—Los rumores parecían ser ciertos sobre los inferiores y Verstappen —Intentó mantener la compostura el tapatío.

—Checo, que Max jamás sería capaz de dañarte —Le miró con seguridad — Pero me encantaría que tuvieras la confianza entera de buscarme ante cualquier conflicto. Somos amigos y cuentas conmigo — Apoya ambas manos sobre los hombros del omega, atrayéndolo hacia él y envolverlo con sus brazos.

Checo percibe con mayor libertad la fragancia del alfa delante suyo, y aunque no le pareció fastidiosa tampoco le generó asombro u atracción. Percibiendo como su omega quería apartarse del contrario por mera comodidad.

—Estorban en el camino —Una tercera voz se añade a la ecuación.

El lobo de Sergio se removió inquieto y casi animado al percibir la presencia del alfa dominante.

Pérez se distanció justo cuando Ricciardo lo hizo. Verstappen nunca era tan hosco con el australiano como cuando se trataba del mexicano, pero ahora lo había sido, específicamente con él. Aunque eso nadie más lo sabía aparte de Max.

—Hola Max —Daniel le saluda.

El hombre nacido en Bélgica se mesura milagrosamente.

—Hola Dani —Le saluda más calmado.

Al menos ya no estaba abrazando afectuoso y encimoso, al más bajo del trío presente.

Y cuando Daniel volverá a hablar, el sonido de su celular le obliga a guardar silencio nuevamente, lee mentalmente el nombre grabado en la pantalla y con una sonrisa alegre se distancia de ambos hombres una vez que se despide.

Max y Checo se miran finalmente.

—¿Se te da abrazar a toda la gente todo el tiempo? —Max enarca una ceja.

Checo se cruza de brazos.

—¿Y a ti se te da culpar a todos de ser un estorbo cuando en realidad no sabes moverte? —Contraargumenta ágilmente el más bajo.

Max deja escapar un sonido que se logra identificar si apenas como un bufido.

—Me sé mover mejor de lo que crees, Sergio —Alega.

—Ajá —Entorna los ojos — ¿Qué todos los días estás de mal humor?

Verstappen abre y cierra la boca una sola ocasión, logrando impresionar a Pérez con su silencio impuesto inconscientemente.

—Max. Escucha —Checo suspiró —Por hoy... sólo por hoy, mantengamos la paz entre nosotros ¿de acuerdo? —Pidió un tanto agobiado el omega.

El más alto se mantuvo unos instantes más en silencio delante del recesivo.

—De acuerdo —Aceptó el neerlandés — Ahora, mueve ese trasero que tenemos una reunión con Dietrich y llevamos diez minutos de retraso por tu culpa — Declaró sin verdadera intención a ofenderle, y Checo lo percibió.

—Ahora mismo ocuparía mi talento mexicano para alburearte, Maxi. Pero te ofendes rápido —Bromeó mientras reía casi melodiosamente. Miró a un costado de Verstappen — ¿Qué hay de Dani? — Le encuesta.

—Él ya entrará por su cuenta, parece ocupado con su llamada —Puntualizó sin ánimo de esperar más tiempo y llegar tarde al lugar citado.

Checo asintió silencioso, se dio la vuelta y pronto se encaminó hacia los elevadores junto a Max.

Ambos tomaron el ascensor, presionaron el piso donde tendrían la reunión y esperaron a que las puertas metálicas y pulidas se cerraran delante de ellos.

Fue entonces que Verstappen confirmó sus sospechas.

—¿Ese es tu aroma? —Encuestó con el ceño fruncido.

Sergio sintió que la respiración se le atascó en la garganta.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora