40. Victoria Verstappen

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—¿Y dime, planeabas algún día volver acordarte de mí? —Una voz dulce y femenina resuena detrás del neerlandés, obligándole a virar inmediatamente sobre sus talones y encararle.

Vic —Ensancha su sonrisa y va a abrazarla. Suspendiéndola un poco en el aire.

—También te extrañé Max —Palmea su espalda con amor mientras ríe.

El alfa dominante observa a su hermana cuando le baja, se irgue orgulloso en toda su altura para pavonearse delante suyo, ensanchando su sonrisa.

—¿Voy a recibir halagos? —Encuesta en broma el holandés.

Victoria le da un empujón, divertida.

—Max, ya tienes muchos de esos —Asevera con gracia.

—Si provienen de mi hermana, nunca es suficiente —Alegó con una sonrisa a medio dibujar.

Victoria entorna los ojos, resignándose ante el pedido del mayor.

—Bien, corriste increíble —Menciona sin más.

—Ouch, que alegría —Se mofa del ánimo de la menor.

Victoria Verstappen ríe una ocasión más, tomando el valor para sincerarse delante de su hermano.

—En serio, te vi correr. Me impresionaste —Y la manera en la que lo menciona es suficiente para que Verstappen sienta la sinceridad y honestidad de su hermana.

Gracias —Farfulló avergonzado. No pudiendo mantenerle la mirada por sus mismas emociones y apartándola de los orbes contrarios.

Visualizando a cierto mexicano bajar de su monoplaza con un muy mal humor.

—Victoria, quisiera presentarte a Sergio —Regresa su atención a la rubia más baja.

Victoria siente las mejillas arder en calor y rubor.

—Pe-pero ya lo has hecho.

Max sonríe amplio.

—Pero presentarlo como mi pareja —Específica sin temor ni dudas.

Oh —Soltó un sonido de sorpresa, que aunque lo previó, le generó sorpresa escucharlo directamente de su hermano.

—¿Estás de acuerdo?

La omega regresó en sí, sintiéndose enternecida por el cuestionamiento del alfa. Victoria asintió como positiva, tomó su mano y le acarició con familiaridad.

—Max, te hace feliz. Me es suficiente para ir hasta la luna sin casco sólo para verlo.

—Exagerada.

Ambos ríen cómplices de su conversación.

—Vamos pulgoso, enséñame nuevamente el hombre que te robó el corazón —Se mofa un poco de la circunstancia de su hermano.

—En mi defensa —Rascó su nuca, cohibido — Sergio tiene estrategias — Se encoge de hombros.

Y Victoria carcajea.

—Max, no me cuentes lo que le haces.

—¿Qué? ¡No me refería a eso! —Sus mejillas se tiñen de un intenso carmesí, su corazón bombea con fulgor y siente el bochorno atacarle de todos lados.

Max tiene que cubrir su rostro con una de sus manos para evitar ver al rostro a su hermana y avergonzarse más. Emilian resopla al poco tiempo, más tranquilo y decidido a continuar con su deseo.

—Ven.

Verstappen se dio la media vuelta y se encaminó hacia Pérez, quién hablaba desanimado con su ingeniero y en su lengua nativa.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora