Max permanecía sentado en la orilla de la cama con las manos entrelazadas y sobre sus muslo, parecía estar bastante tranquilo. Casi como si no estuviera a minutos de entrar en su ciclo trimestral.
—Deberías marcharte —Es algo hosco. Max no deseaba hacer las cosas de este modo.
¡Apenas había comenzado a cortejarlo! Le parecía una terrible noticia para él y no deseaba arruinar las cosas con el mayor.
Sergio muerde su mejilla interna. Permaneciendo delante del menor con los brazos cruzados y analizándole.
Si optaba por irse el alfa dominante estaría en la libertad total de ir a buscar a alguien para satisfacer sus instintos.
Sergio borró ese pensamiento. No. Max no sería capaz de hacerle tal cosa después de asegurarle que únicamente estaba interesado en él.
Sintió más alivio.
Pero si optaba quedarse terminaría pasando lo inevitable.
—Max —Le llamó.
El neerlandés escudriñó la mirada marrón y dominante del mayor. Negó.
—No. Ni siquiera he probado tus labios, Sergio —Contraatacó a los pensamientos del contrario.
Sergio se sintió cohibido. Era cierto.
El mexicano se acercó al holandés. Tembloroso. Se posicionó delante de él y sostuvo su rostro.
—Prometo que me marcharé después de esto y vendré mañana a ayudarte —Aseveró. Confiado de su dureza y voluntad, crédulo del autocontrol del menor.
Iluso.
Max miraba con el mentón elevado al mayor, y sin tocarle o atraerle más, esperó pacientemente a que el contrario fuese el quien rompiese la distancia.
Sergio inclinó su rostro hacia delante y con sumo cuidado, anhelo y nerviosismo rozó por primera vez sus labios con los de Max.
Sus respiraciones se mezclaron suavemente. Max no fue capaz de moverse un sólo centímetro.
Checo entrelazó sus labios como si fuesen piezas de legos o las de un mismo rompecabezas. Fue un beso suave y digno para ser el primero entre ambos. No fue apresurado u incómodo, era íntimo y especial, casi como si fuese el primigenio.
Sergio se distanció despacio, abrió los ojos. Max apoyó su frente en el torso del contrario, inhalando hondo.
Checo deslizó sus manos por los hombros cubiertos por la tela de la playera de Max, dándole calma.
—Deja algo tuyo. Me ayudará —Demandó entretenido en el aroma contrario.
Sergio buscó en sí mismo algo fácil de quitarse. No planeaba salir sin camisa al pasillo, aunque eso era mejor a que Max sufriera por su celo y, él lo dejase allí a su suerte.
Max elevó el mentón, clavando sus zafiros en el contrario. Mala elección. Azul y café se fundieron. Embelesándose mutuamente.
Atrapándose.
El alfa llevó su grande mano en dirección del rostro contrario, posándola en su moflete y acunándolo. Sergio apoyó un poco su mejilla.
Max se levantó de la cama, colocándose delante de él y sin darle tiempo de preverlo o de razonar al más bajo, unió sus bocas una vez más. Esta vez siendo menos paciente que la primera ocasión, sin embargo no era hosco.
Fue una suave presión.
Obligándole a alzar el rostro para poder responderle. Volvieron a romper su unión. Max comenzó a respirar más denso y, su fragancia para ese momento ya no sólo era té de limón y tonos de grano de café, había una extraña combinación de miel con vino.
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Amores Enemigos
Fanfiction•Sergio Pérez & Max Verstappen •Omegaverse •Red Bull El más grande secreto de Sergio Pérez o más conocido como Checo Pérez finalmente sale a la luz, y un alfa un poco dominante no está contento con la nueva noticia. Aparte de no ser alfa, resultaba...