41. Verdades a sueldo (1:2)

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Domingo, 6:46 p.m.

Sergio deslizó su mano por encima de la tela de sus pectorales al notar una incómoda y levemente dolorosa presión sobre este. Tragó saliva en seco al no poder controlarse y prestar más atención a la conversación de su manada.

Todavía no tenía noticia alguna de su amiga, al menos no desde hacía seis horas atrás, informándole que el vuelo se había retrasado por dos horas.

Checo encendió una ocasión más su celular, lo desbloqueó y se metió a su WhatsApp para cerciorarse de que en verdad no tuviese mensaje alguno, desanimándose un poco cuando (por enésima vez) no encontró la notificación que esperaba.

Resopló.

—¿Ocurre algo? —Hamilton le pregunta íntimamente en el primer instante en el que el grupo le quita la atención al omega recesivo.

Pérez se sobresalta mínimo, distanciando su atención de su celular para posarla ahora en Hamilton. Negó ante la interrogante del mayor.

—Demasiado rápido —Declara — Una vez más — El de tez morena clava sus orbes negruzcos en los marrones del tapatío — ¿Ocurre algo? — Pregunta genuinamente preocupado e interesado en el estado del mexicano.

Sergio lo reconsidera por fracción de segundos.

—¿Si te aseguro que te lo diré después... Lo aceptarás cómo respuesta? —Interroga el omega.

Lewis eleva amabas cejas con sorpresa, observa a la manada y después de reflexionarlo fracción de segundo se atreve a responderle.

—¿Es necesario?

Sergio mordió su labio inferior. Lewis resopló.

—A tu tiempo, omega —Le dedica una amable y tierna sonrisa amistosa.

Gracias —Responde bajo el mexicano. Agradecido de la comprensión y poca insistencia (a pesar de su palpable preocupación) del contrario.

Finalmente Verstappen, Ricciardo y Schumacher se añadieron al grupo de pilotos reunidos en el restaurante del hotel.

Max ocupó el asiento a un costado de Sergio, inclinándose en su dirección y depositando un beso dulce sobre sus belfos.

Solecito —Saludó típicamente el neerlandés.

—Hola Maxie —Sonrió enternecido por la llegada del contrario — ¿Todo bien con los chicos? — Encuesta en un tono bajo para evitar atraer la atención de Daniel y Mick, quiénes saludaban a los demás pilotos.

—Sí, pero Mick estaba un poco nervioso —Puso al tanto el holandés, llevando su visión en dirección del suizo.

—¿Vettel es el culpable? —Cuestiona pese a reconocer la razón. Sergio apoya una de sus manos sobre el muslo izquierdo y firme del neerlandés, trazando figuras imaginarias sobre la tela de su pantalón.

Max asiente.

—Ese alfa trae bobo a nuestro cachorro —Manifiesta sin sopesar en cómo se escucharía aquello.

Sergio no es severo con sus palabras, tampoco hay disgusto e irritación en su oración. Es más un comentario enajenado y expresado involuntariamente.

—¿Nuestro?

Pérez aparta la mirada de su mano que juega sobre la pierna de Verstappen, observándole y finalmente cayendo en cuenta sobre lo reciente dicho.

Mick —Corrige.

Max niega, acerca su rostro hacia el del tapatío y deposita otro beso sobre su moflete, cercano a su oído.

—No. Es nuestro cachorro —Demanda.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora