47. Cambio (1:2)

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Nota: éste capítulo es un especial.
Posiblemente el único que encontrarán con este tipo de narrativa por aquí.

Dedicado a todos ustedes.

Dedicado a todos ustedes

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Sergio Pérez

Sentía mi interior arder y comenzar a doler, lo cual me obligó a contraerme sobre mi lugar una vez que me dejó apoyarme sobre mis pies y cercano a la cama, sosteniéndome por inercia a los hombros de Max.

Mi lobo se retorcía, aullaba y rasguñaba en mi interior, sin embargo sentía como comenzaba a querer apartar inclusive, al contrario. "Aléjalo, aléjalo", mi omega me ordenaba a cumplir con su capricho.

—Sergio.

Escuché la preocupada voz de Max retumbar moderadamente en mis oídos, trayéndome a la realidad.

—Recuéstate —Ordenó. Y aunque me moví y senté en la orilla de la cama, no me acosté por la incomodidad, sintiendo mi vientre bajo comenzar a acalambrarse y mi marca picar.

Max parece haberlo percibido el picazón mendicante nuestra conexión, logrando alertarse por no considerarlo una sensación habitual y normal.

—Llamaré a Fénix —Alegó decidido, llevando una de sus manos hacia el bolsillo derecho de sus pantalones, sacando su celular presuroso y observando la pantalla.

Decidido a llamarle. No tomándome en cuenta. Gruñí involuntariamente, levantándome de la cama y arrebatándole el celular de sus manos, negándome ante sus deseos.

—No.

—¿Qué? —Se muestra confundido — Sergio, devuélveme mi celular. Estoy intentando contactar con la doctora para que venga a verte — Declaró ansioso e indignado.

—Pero yo no quiero.

Espeté, incapaz de controlar mis emociones y sentires. Queriendo refugiarme en la habitación, dentro de un nido y ponerme a salvo.

¡Sergio! —Brama con la voz de su alfa apenas reluciendo.

Siento mis piernas temblar, mi corazón dar un vuelco y mi cabeza ponerse en blanco. Pero el dolor sólo se acrecienta, logrando hacerme contraer y sin lograr sostenerme por más tiempo sobre mis pies, me derrumbo sobre la cama.

—Vé-véte.

Max parece haber regresado en sí.

—La quieres ver, anda, vete con ella. Pero aquí no vas a traer a nadie, alfa —Alegué.

Apoyé una de mis manos sobre mi pecho, intentando autorregularme. "Protégenos". La petición de mi omega fue clara.

Sabía que Max ni su lobo sería capaz de dañarnos. Sin embargo, no anhelaba ni en lo mínimo que alguien más se metiese en la habitación e invadiera mi espacio.

Amores EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora